Junjou Dream
Pareja: Misaki x Usami x Sumi.
Llevaba un buen rato discutiendo sobre eso.
Era la primera vez que Aikawa y él no se ponían de acuerdo respecto a una novela.
Normalmente era la editora la causante de sus argumentos, ya que al oír sus ideas sacaba de inmediato algún tema a seguir o alababa las que ya tenía, pero aquella vez parecían haber tropezado con algún tema delicado.
Todo había empezado ese mismo día tras lograr levantarse cuando Misaki lo llamó para el desayuno. Cogió al gran Suzuki de la cama y andó pesadamente hacia el comedor, donde sentó al oso en una silla a su lado y miró a su joven amante envuelto en su delantal de cocina.
Hasta ahí como siempre. Misaki se veía adorable mientras servía la comida y observaba la hora de reojo para asegurarse de no llegar tarde. Poco después volvía a recoger y fregaba los platos.
Y fue cuando apareció Aikawa, con su energía arrolladora, gritando y terminando de despertar al edificio.
Y tras la partida de Misaki....
Usami se alegró de que se hubiera ido.
-¡Es una buena idea! Lo leí en una novela muy popular, al parecer es un tema de moda.
-No -se había negado rotundamente, mientras el humo del cigarrillo ascendía hasta desaparecer.
-¡Usami-sensei! -lo había mirado, seria, abriendo una pagina de su anterior novela y señalando una ilustración -Si cambiamos los roles aunque solo sea por un instante podría volverse aún mas popular.
-Ya soy bastante popular. ¿Por que querría que el seme se convirtiese en uke?
-¡Porque ver a un seme orgulloso mostrando debilidad es el sueño de muchas! -Levantó el puño, con los ojos brillandole.
...Y así habían seguido durante toda la mañana. Aikawa insistía, sacándose argumentos de la manga (cada vez con menos sentido), pidiéndole que se imaginara las posibilidades.
Pero Usami simplemente no podía. Tenía su orgullo como seme...
Cuando logró que la editora se marchase; no sin antes gritarle un "¡Piénselo!", se palpó la cabeza, se levantó con Suzuki bajo el brazo y arrastró los pies a la habitación para volver a tumbarse un rato.
Un seme de uke... Eso significaría un uke de seme. ¡No llegaba a imaginarlo! Era como si Misaki fuera el dominante en sus momentos de sexo... La última vez que tuvo el impulso de hacerlo fue demasiado tierno como para considerarlo una amenaza.
A Usami le entró dolor de cabeza y le pesaron los parpados...
Observó al oso a su lado, que le devolvía una mirada vacía...
-¿Usagi-san?
La vocecilla de Misaki resonaba en su mente...Como cuando gemía bajo suya y se negaba, no queriéndolo realmente.
-¡Usagi-san!
-No lo despiertes Misaki -esa voz no la reconoció- Así será mas fácil...
-Sumi-senpai...
¿¡El senpai de Misaki estaba en su casa!? ¿¡Con su Misaki!?
Escuchó pasos amortiguados dentro de la moqueta de su habitación y luego un peso en su lado de la cama, junto a la cabeza.
Cuando se destapó en un impulso y quiso mirar si lo que había oído era cierto, se encontró con dos fuertes manos que sin duda no eran de Misaki atrapándolo por las muñecas y reteniendolo junto al gran cabecero de su cama.
-Interesante despertar, Usami-sensei-le dijo Sumi, tomándose la confianza de acercarse a su rostro y susurrarle al oído, mientras aprovechaba el poco espacio a su espalda para subirse a la cama y situarse tras él, afirmando su agarre.
-¿Que crees que estás haciendo? -dijo con canalizada ira en su voz, percatándose de que Misaki estaba junto a la puerta, apartando la vista y retorciéndose el dobladillo del suéter-Misaki...
El chico dio un bote en su sitio y se sonrojó.
-Ah... Es que Aikawa-san...hablamos y... eso, bueno...-Balbuceó.
Usami iba a preguntarle directamente a que venía todo aquello cuando Sumi soltó una de sus muñecas para sujetarle el mentón, acercándose de nuevo a su oído para murmurarle de la forma mas lasciva que pudo:
-Una señorita nos ha revelado las ganas de Usami-sensei por probar la posición de sumiso -y acompañó sus palabras por un sinuoso lametón tras la oreja, a lo que Usami saltó de inmediato:
-¿Estás de broma?-volvió a mirar a Misaki, completamente azorado- Suéltame-fue su advertencia pasiva. Mas pronto se dio cuenta que el joven insolente que le tenía atrapado por la espalda tenía una fuerza a considerar.
-No tenga miedo, Usami-sensei-volvió a susurrarle, mientras Usami intentaba apartarle la mano que se había colado por su camisa de botones- Después de todo Misaki pasó por esta misma situación.
El escritor abrió los ojos, paralizado.
Era cierto que a Misaki no le dio ninguna otra opción, pero...
Miró a su pequeño y testarudo amante, y para su sorpresa lo encontró mirando la escena de reojo, ruborizado y completamente encendido.
-Misa...
-A mi me gustaría...-lo interrumpió de pronto este, tornándose lleno de confianza repentinamente mientras se enderezaba y le lanzaba una mirada intensa-A mi me gustaría hacérselo a Usagi-san.
Una de las tres personas de la habitación dejó de respirar por un largo y tenso momento. Usami no sabía si reírse, pedir explicaciones o pensar en la forma de matar a Aikawa como hubiera tenido algo que ver con aquello; lo cual era probable.
¿Pero entonces que pintaba en todo aquello el senpai pervertido?
-¿Está mas relajado o debería ayudarle? -soltó una risita desde atrás antes de lamerle la nuca y darle un mordisco después.
-¡Nhg! ¡Oye, apartate! Tu no tienes nada que ver con...-se calló al ver a Misaki avanzar, mirándolo fijamente con una expresión que no le había visto nunca. Estando al borde de la cama se inclinó y, tomando la ayuda que su senpai le dio al levantarle el rostro a Usami, le besó.
Sintió su lengua tomar la iniciativa, recorriendo su boca y luchando con su lengua propia, y por un momento se alabó al ver que sus enseñanzas habían dado sus frutos.
Sumi no se quedó de brazos cruzados. Miró a su alrededor hasta dar con el oso y de un gesto delicado desenredó el lazo azul de su cuello con una sonrisa diabólica.
Aprovechando la intensidad del beso de Misaki, ató las manos del escritor tras su espalda y le rodeó la cintura con los pies, prosiguiendo con los besos por su cuello, desprendiendole de la camisa hasta dejar a la vista su espalda ancha y su porte magnífico.
Usami no pudo evitar jadear cuando Misaki se separó, mirándole de forma indescifrable. Pero cualquier pensamiento de que todo aquello fuese una broma se evaporó cuando vio al castaño sacarse el suéter junto a la camisa, tirándolo de cualquier manera en el suelo para, aún mirándolo con hambre, pasarse una lengua fogosa por los labios.
-¿Misaki? -No sabía que mas decir. ¿Aikawa lo habría drogado?
Dio un bote en su lugar cuando el chico tras él se atrevió a pellizcarle un pezón, mientras pasaba una lengua caliente tras su oído, deslizándose por el lóbulo de su oreja y volviéndolo a escuchar soltar una risita.
-Mocoso...-Intentó protestar de nuevo mientras se apartaba de Sumi, topándose con Misaki, que con una mano devolvió suavemente su espalda al pecho de su senpai, hincando a la vez una rodilla en la cama y moviendo sus manos a su pantalón.
Usami no dijo nada mientras su pantalón le abandonaba de manera tan rápida. Una parte de su mente se debatía con la otra, contradiciéndose. Pero a medida que veía a Misaki avanzar con tanta confianza, mas enturbiados estaban sus pensamientos.
El joven castaño besó su estómago, ascendió hasta sus pezones para mordisquearlos con algo de torpeza, lamió su cuello y dejó allí su primera marca, mientras las manos de Sumi se tomaban la libertad de tocarle la entrepierna por encima de la ropa interior, que ganaba volumen a cada atención de su amante.
Misaki volvió a besarle, y fue cuando le lanzó una mirada que Usami no había visto nunca. Acto seguido bajó hasta sus ingles, ayudando a su senpai con el bóxer que ocultaba su festín de la noche.
Y una vez mas, Usami vio una de sus prendas abandonarle, quedando maravillado ante la expresión de Misaki frente a su miembro. Su coherencia estaba al límite... Su cadera se movió hacia delante sola, buscando mas atención.
Sumi volvió a entrometerse, deteniéndolo.
-Esta vez no mandas-le recordó.
Usami se limitó a ignorarlo.
-Vamos Misaki...-Jadeó, recordando que Misaki nunca había hecho aquello-Chúpala...
Sumi soltó una risita antes de que Misaki se inclinara y comenzara a introducirla en la boca, ante el hormigueo de placer de Usami. La lengua de Misaki le recorría todos sus puntos sensibles, y no podía evitar los jadeos al sentirse envuelto por la garganta del joven, ganando velocidad, técnica, mordiéndole la punta para volver a empezar a otro ritmo, ayudándose de su mano.
Era una sensación nueva...
-¿¡Que...!?-Se quedó frío al sentir unos dedos no autorizados acariciar su entrada-¡Misaki! ¿Que haces?
-Ya dije que te lo iba a hacer, Usagi-san...-repitió Misaki, mirándolo con intensidad mientras sus mejillas teñidas de rojo y sus ojos dilatados le daban un aspecto sumamente diferente-No te resistas...
Dicho eso lamió su dedo índice y procedió a introducirlo.
-Ahg... Misaki...-Usami había perdido los argumentos para reprochar nada. Se removió para intentar ponerse en pié, pero el implacable Sumi seguía tras él; sin contar el hecho de que estaba maniatado.
El castaño hundía un segundo dedo, ayudándose de la lubricación de una húmeda y caliente lengua. Cerró los ojos mientras sentía las contracciones de Usami y sus quejidos ahogados mas arriba hasta dejar de oírlos.
Entreabrió los ojos y observó como Sumi enredaba su lengua inquieta y lujuriosa en la boca de Usami, mientras le pellizcaba sus botones de piel.
Sintió un escalofrío antes de alzarse y desbotonarse el pantalón.
El escritor se zafó de aquel candente beso que le asfixiaba y abrió los párpados como platos.
-¿¡Misaki...!?
-Voy a hacerlo -le cogió una de las rodillas con una mano para apartarla mientras que con la otra sacaba a relucir un miembro duro y ansioso. Se ajustó entre las piernas de Usami, aquel hombre muchísimo mas grande que él, y rozó su entrada, lanzandole una mirada baja muy sensual...
...O es lo que pensaría Usami de no estar en aquella situación.
-¡Esp...!
-No, no, sensei. Usted me atenderá a mi...-dijo Sumi con voz cantarina, deslizándose lo suficiente hacia atrás para poder hacer que Akihiko encarara su miembro también despierto en una posición un tanto incómoda.
-¿Que pretendes, chaval? ¡Aparta eso de mi cara! -rehuyó, no pudiendo al tener una mano sujetándole la nuca. Concretamente, la mano de Misaki.
-Hazlo, Usagi-san. Quiero verlo...-susurró.
Usami se estaba preguntando que había pasado para que su tímido y huidizo Misaki se hubiera convertido en aquello, cuando una punzada de dolor le atravesó.
-¡¡Nnhg!! ¡Ahg...!
Su pequeño le estaba penetrando. Su pequeño y adorable gatito se estaba moviendo dentro de el con una expresión tan erótica que a punto estuvo de abandonarse y observarla... Pero el perro callejero no le dejaba, y tanto insistió que aprovechó uno de sus escasos gemidos para hacerle tragar su miembro, donde le impuso su propio vaivén como le dio la gana.
Misaki dobló los labios en una escasa sonrisa antes de ponerse igualmente a gemir, sonrojado, sudando, hundiéndose en Usami una y otra vez mientras su placer le hacía embestirle mas fuerte, mas profundo...
Usami se quedaba sin aire ante las arremetidas de Sumi en su boca, estremeciéndose ante esos golpes dentro de el que le paralizaban por completo. Era una sensación nueva y extraña, pero con su porción de dolor y confusión.
-¡Umh...! -Sumi le apretó el pelo como si fuese la propia colcha de la cama, llegando a su preciado orgasmo en la boca del mayor, con una sonrisita bailándole en los labios ante la insistencia de este por escupir su tibia semilla...
-¡Ahh! ¡Usagi...san! -Misaki se aferraba a su cadera como si fuese a desaparecer. Sumi volvió a besarle, haciéndole finalmente tragar, mientras el que creía su puro niño de ojos verdes terminaba descargándose también dentro de el, soltando un ronroneo de satisfacción absoluta.
-Misaki-kun, el sensei aún no ha terminado...-señaló la latente erección del que ahora jadeaba sobre la cama-. ¿Me dejas hacérselo?
Ante la pregunta, Usami reaccionó, mirando a Sumi.
-No te atrevas...
-Está bien-contestó Misaki, apartándose de donde estaba para ir a besar a un pasmado Usami. Sumi volvió a sonreír y acabó colocándose entre las piernas del otro con una expresión muy sádica.
-¡Aparta de ahí, niño!
-Tranquilícese, Sensei. Haré que se corra... -murmuró, acercando su miembro a su entrada, rebosante del orgasmo de Misaki.
-Te mataré, bastardo...-dejó la amenaza muy clara, antes de que Sumi le embistiera de una sola vez sin compasión...
Cuando abrió los ojos de golpe, con un sudor frío recorriéndole la espalda, no vio la mirada manipuladora de Sumi, ni los ojos verdes de su Misaki. Eran unos ojos negros, fríos y sin vida los que le observaban.
-¿?
Se levantó de su cama. Tenía las manos sueltas y la ropa puesta. La luz estaba apagada, la puerta cerrada y, a parte de su enorme colección de juguetes, no había nadie mas.
Se apartó el pelo de la cara, preguntándose si había trabajado demasiado aquellos días a la vez que le daba vueltas a lo acontecido.
¿Un sueño? Obviamente lo era pero, ¿por qué razón soñaría algo sobre si mismo siendo dominado? ¿Por qué con Misaki y su Senpai, al que no podía ni ver sin enfadarse?
Rápidamente pensó que debería pasar menos tiempo con Aikawa o se volvería loco.
-¿Usagi-san? -se escuchó tras la puerta antes de que esta se abriera. Misaki, ataviado con su delantal puso los brazos en jarras y frunció el ceño. Aquel si parecía él.
Y Usami lo miró como si no lo hubiese visto en años, sonriendo dulcemente después.
-La cena está lista, ¡levanta de una vez! Después por la noche no duermes y tengo que aguantarte...-salió del cuarto farfullando-.¡Y no vuelvas a dormirte!
Aquello era lo normal. Que Misaki le gritara y se enfadara por cosas que luego se le olvidarían. ¿Por qué se tendrían que cambiar los roles? Estaba fuera de su comprensión y sus deseos...
-Oh...-Se quedó mirando bajo las mantas de su enorme cama durante un buen rato, algo sorprendido por la reacción de su propio cuerpo a un sueño nítido y raro como el que había tenido.
Acabó destapándose, cogiendo a Suzuki y saliendo al salón, donde Misaki estaba poniendo la mesa. Dejando al oso en el sofá, se acercó a el por detrás, pegando toda aquella dureza sobre su trasero.
El pequeño se enderezó y tan pronto como pudo su cara se tiñó de rojo.
-U-U...¡Usagi-san! ¿Que es...? ¡Pervertido!
Usami se limitó a reír, lamiendo su oído.
-Misaki, vayamos a la habitación. Esta noche no te dejaré dormir.
-¡Ni hablar! ¡¡Sueltaaaa!!
Ah, así era lo normal. Que Misaki gritase, que Misaki fuera sometido y se dejase querer...y no el.
Ninguno de los dos dormiría esa noche.
Era la primera vez que Aikawa y él no se ponían de acuerdo respecto a una novela.
Normalmente era la editora la causante de sus argumentos, ya que al oír sus ideas sacaba de inmediato algún tema a seguir o alababa las que ya tenía, pero aquella vez parecían haber tropezado con algún tema delicado.
Todo había empezado ese mismo día tras lograr levantarse cuando Misaki lo llamó para el desayuno. Cogió al gran Suzuki de la cama y andó pesadamente hacia el comedor, donde sentó al oso en una silla a su lado y miró a su joven amante envuelto en su delantal de cocina.
Hasta ahí como siempre. Misaki se veía adorable mientras servía la comida y observaba la hora de reojo para asegurarse de no llegar tarde. Poco después volvía a recoger y fregaba los platos.
Y fue cuando apareció Aikawa, con su energía arrolladora, gritando y terminando de despertar al edificio.
Y tras la partida de Misaki....
Usami se alegró de que se hubiera ido.
-¡Es una buena idea! Lo leí en una novela muy popular, al parecer es un tema de moda.
-No -se había negado rotundamente, mientras el humo del cigarrillo ascendía hasta desaparecer.
-¡Usami-sensei! -lo había mirado, seria, abriendo una pagina de su anterior novela y señalando una ilustración -Si cambiamos los roles aunque solo sea por un instante podría volverse aún mas popular.
-Ya soy bastante popular. ¿Por que querría que el seme se convirtiese en uke?
-¡Porque ver a un seme orgulloso mostrando debilidad es el sueño de muchas! -Levantó el puño, con los ojos brillandole.
...Y así habían seguido durante toda la mañana. Aikawa insistía, sacándose argumentos de la manga (cada vez con menos sentido), pidiéndole que se imaginara las posibilidades.
Pero Usami simplemente no podía. Tenía su orgullo como seme...
Cuando logró que la editora se marchase; no sin antes gritarle un "¡Piénselo!", se palpó la cabeza, se levantó con Suzuki bajo el brazo y arrastró los pies a la habitación para volver a tumbarse un rato.
Un seme de uke... Eso significaría un uke de seme. ¡No llegaba a imaginarlo! Era como si Misaki fuera el dominante en sus momentos de sexo... La última vez que tuvo el impulso de hacerlo fue demasiado tierno como para considerarlo una amenaza.
A Usami le entró dolor de cabeza y le pesaron los parpados...
Observó al oso a su lado, que le devolvía una mirada vacía...
-¿Usagi-san?
La vocecilla de Misaki resonaba en su mente...Como cuando gemía bajo suya y se negaba, no queriéndolo realmente.
-¡Usagi-san!
-No lo despiertes Misaki -esa voz no la reconoció- Así será mas fácil...
-Sumi-senpai...
¿¡El senpai de Misaki estaba en su casa!? ¿¡Con su Misaki!?
Escuchó pasos amortiguados dentro de la moqueta de su habitación y luego un peso en su lado de la cama, junto a la cabeza.
Cuando se destapó en un impulso y quiso mirar si lo que había oído era cierto, se encontró con dos fuertes manos que sin duda no eran de Misaki atrapándolo por las muñecas y reteniendolo junto al gran cabecero de su cama.
-Interesante despertar, Usami-sensei-le dijo Sumi, tomándose la confianza de acercarse a su rostro y susurrarle al oído, mientras aprovechaba el poco espacio a su espalda para subirse a la cama y situarse tras él, afirmando su agarre.
-¿Que crees que estás haciendo? -dijo con canalizada ira en su voz, percatándose de que Misaki estaba junto a la puerta, apartando la vista y retorciéndose el dobladillo del suéter-Misaki...
El chico dio un bote en su sitio y se sonrojó.
-Ah... Es que Aikawa-san...hablamos y... eso, bueno...-Balbuceó.
Usami iba a preguntarle directamente a que venía todo aquello cuando Sumi soltó una de sus muñecas para sujetarle el mentón, acercándose de nuevo a su oído para murmurarle de la forma mas lasciva que pudo:
-Una señorita nos ha revelado las ganas de Usami-sensei por probar la posición de sumiso -y acompañó sus palabras por un sinuoso lametón tras la oreja, a lo que Usami saltó de inmediato:
-¿Estás de broma?-volvió a mirar a Misaki, completamente azorado- Suéltame-fue su advertencia pasiva. Mas pronto se dio cuenta que el joven insolente que le tenía atrapado por la espalda tenía una fuerza a considerar.
-No tenga miedo, Usami-sensei-volvió a susurrarle, mientras Usami intentaba apartarle la mano que se había colado por su camisa de botones- Después de todo Misaki pasó por esta misma situación.
El escritor abrió los ojos, paralizado.
Era cierto que a Misaki no le dio ninguna otra opción, pero...
Miró a su pequeño y testarudo amante, y para su sorpresa lo encontró mirando la escena de reojo, ruborizado y completamente encendido.
-Misa...
-A mi me gustaría...-lo interrumpió de pronto este, tornándose lleno de confianza repentinamente mientras se enderezaba y le lanzaba una mirada intensa-A mi me gustaría hacérselo a Usagi-san.
Una de las tres personas de la habitación dejó de respirar por un largo y tenso momento. Usami no sabía si reírse, pedir explicaciones o pensar en la forma de matar a Aikawa como hubiera tenido algo que ver con aquello; lo cual era probable.
¿Pero entonces que pintaba en todo aquello el senpai pervertido?
-¿Está mas relajado o debería ayudarle? -soltó una risita desde atrás antes de lamerle la nuca y darle un mordisco después.
-¡Nhg! ¡Oye, apartate! Tu no tienes nada que ver con...-se calló al ver a Misaki avanzar, mirándolo fijamente con una expresión que no le había visto nunca. Estando al borde de la cama se inclinó y, tomando la ayuda que su senpai le dio al levantarle el rostro a Usami, le besó.
Sintió su lengua tomar la iniciativa, recorriendo su boca y luchando con su lengua propia, y por un momento se alabó al ver que sus enseñanzas habían dado sus frutos.
Sumi no se quedó de brazos cruzados. Miró a su alrededor hasta dar con el oso y de un gesto delicado desenredó el lazo azul de su cuello con una sonrisa diabólica.
Aprovechando la intensidad del beso de Misaki, ató las manos del escritor tras su espalda y le rodeó la cintura con los pies, prosiguiendo con los besos por su cuello, desprendiendole de la camisa hasta dejar a la vista su espalda ancha y su porte magnífico.
Usami no pudo evitar jadear cuando Misaki se separó, mirándole de forma indescifrable. Pero cualquier pensamiento de que todo aquello fuese una broma se evaporó cuando vio al castaño sacarse el suéter junto a la camisa, tirándolo de cualquier manera en el suelo para, aún mirándolo con hambre, pasarse una lengua fogosa por los labios.
-¿Misaki? -No sabía que mas decir. ¿Aikawa lo habría drogado?
Dio un bote en su lugar cuando el chico tras él se atrevió a pellizcarle un pezón, mientras pasaba una lengua caliente tras su oído, deslizándose por el lóbulo de su oreja y volviéndolo a escuchar soltar una risita.
-Mocoso...-Intentó protestar de nuevo mientras se apartaba de Sumi, topándose con Misaki, que con una mano devolvió suavemente su espalda al pecho de su senpai, hincando a la vez una rodilla en la cama y moviendo sus manos a su pantalón.
Usami no dijo nada mientras su pantalón le abandonaba de manera tan rápida. Una parte de su mente se debatía con la otra, contradiciéndose. Pero a medida que veía a Misaki avanzar con tanta confianza, mas enturbiados estaban sus pensamientos.
El joven castaño besó su estómago, ascendió hasta sus pezones para mordisquearlos con algo de torpeza, lamió su cuello y dejó allí su primera marca, mientras las manos de Sumi se tomaban la libertad de tocarle la entrepierna por encima de la ropa interior, que ganaba volumen a cada atención de su amante.
Misaki volvió a besarle, y fue cuando le lanzó una mirada que Usami no había visto nunca. Acto seguido bajó hasta sus ingles, ayudando a su senpai con el bóxer que ocultaba su festín de la noche.
Y una vez mas, Usami vio una de sus prendas abandonarle, quedando maravillado ante la expresión de Misaki frente a su miembro. Su coherencia estaba al límite... Su cadera se movió hacia delante sola, buscando mas atención.
Sumi volvió a entrometerse, deteniéndolo.
-Esta vez no mandas-le recordó.
Usami se limitó a ignorarlo.
-Vamos Misaki...-Jadeó, recordando que Misaki nunca había hecho aquello-Chúpala...
Sumi soltó una risita antes de que Misaki se inclinara y comenzara a introducirla en la boca, ante el hormigueo de placer de Usami. La lengua de Misaki le recorría todos sus puntos sensibles, y no podía evitar los jadeos al sentirse envuelto por la garganta del joven, ganando velocidad, técnica, mordiéndole la punta para volver a empezar a otro ritmo, ayudándose de su mano.
Era una sensación nueva...
-¿¡Que...!?-Se quedó frío al sentir unos dedos no autorizados acariciar su entrada-¡Misaki! ¿Que haces?
-Ya dije que te lo iba a hacer, Usagi-san...-repitió Misaki, mirándolo con intensidad mientras sus mejillas teñidas de rojo y sus ojos dilatados le daban un aspecto sumamente diferente-No te resistas...
Dicho eso lamió su dedo índice y procedió a introducirlo.
-Ahg... Misaki...-Usami había perdido los argumentos para reprochar nada. Se removió para intentar ponerse en pié, pero el implacable Sumi seguía tras él; sin contar el hecho de que estaba maniatado.
El castaño hundía un segundo dedo, ayudándose de la lubricación de una húmeda y caliente lengua. Cerró los ojos mientras sentía las contracciones de Usami y sus quejidos ahogados mas arriba hasta dejar de oírlos.
Entreabrió los ojos y observó como Sumi enredaba su lengua inquieta y lujuriosa en la boca de Usami, mientras le pellizcaba sus botones de piel.
Sintió un escalofrío antes de alzarse y desbotonarse el pantalón.
El escritor se zafó de aquel candente beso que le asfixiaba y abrió los párpados como platos.
-¿¡Misaki...!?
-Voy a hacerlo -le cogió una de las rodillas con una mano para apartarla mientras que con la otra sacaba a relucir un miembro duro y ansioso. Se ajustó entre las piernas de Usami, aquel hombre muchísimo mas grande que él, y rozó su entrada, lanzandole una mirada baja muy sensual...
...O es lo que pensaría Usami de no estar en aquella situación.
-¡Esp...!
-No, no, sensei. Usted me atenderá a mi...-dijo Sumi con voz cantarina, deslizándose lo suficiente hacia atrás para poder hacer que Akihiko encarara su miembro también despierto en una posición un tanto incómoda.
-¿Que pretendes, chaval? ¡Aparta eso de mi cara! -rehuyó, no pudiendo al tener una mano sujetándole la nuca. Concretamente, la mano de Misaki.
-Hazlo, Usagi-san. Quiero verlo...-susurró.
Usami se estaba preguntando que había pasado para que su tímido y huidizo Misaki se hubiera convertido en aquello, cuando una punzada de dolor le atravesó.
-¡¡Nnhg!! ¡Ahg...!
Su pequeño le estaba penetrando. Su pequeño y adorable gatito se estaba moviendo dentro de el con una expresión tan erótica que a punto estuvo de abandonarse y observarla... Pero el perro callejero no le dejaba, y tanto insistió que aprovechó uno de sus escasos gemidos para hacerle tragar su miembro, donde le impuso su propio vaivén como le dio la gana.
Misaki dobló los labios en una escasa sonrisa antes de ponerse igualmente a gemir, sonrojado, sudando, hundiéndose en Usami una y otra vez mientras su placer le hacía embestirle mas fuerte, mas profundo...
Usami se quedaba sin aire ante las arremetidas de Sumi en su boca, estremeciéndose ante esos golpes dentro de el que le paralizaban por completo. Era una sensación nueva y extraña, pero con su porción de dolor y confusión.
-¡Umh...! -Sumi le apretó el pelo como si fuese la propia colcha de la cama, llegando a su preciado orgasmo en la boca del mayor, con una sonrisita bailándole en los labios ante la insistencia de este por escupir su tibia semilla...
-¡Ahh! ¡Usagi...san! -Misaki se aferraba a su cadera como si fuese a desaparecer. Sumi volvió a besarle, haciéndole finalmente tragar, mientras el que creía su puro niño de ojos verdes terminaba descargándose también dentro de el, soltando un ronroneo de satisfacción absoluta.
-Misaki-kun, el sensei aún no ha terminado...-señaló la latente erección del que ahora jadeaba sobre la cama-. ¿Me dejas hacérselo?
Ante la pregunta, Usami reaccionó, mirando a Sumi.
-No te atrevas...
-Está bien-contestó Misaki, apartándose de donde estaba para ir a besar a un pasmado Usami. Sumi volvió a sonreír y acabó colocándose entre las piernas del otro con una expresión muy sádica.
-¡Aparta de ahí, niño!
-Tranquilícese, Sensei. Haré que se corra... -murmuró, acercando su miembro a su entrada, rebosante del orgasmo de Misaki.
-Te mataré, bastardo...-dejó la amenaza muy clara, antes de que Sumi le embistiera de una sola vez sin compasión...
Cuando abrió los ojos de golpe, con un sudor frío recorriéndole la espalda, no vio la mirada manipuladora de Sumi, ni los ojos verdes de su Misaki. Eran unos ojos negros, fríos y sin vida los que le observaban.
-¿?
Se levantó de su cama. Tenía las manos sueltas y la ropa puesta. La luz estaba apagada, la puerta cerrada y, a parte de su enorme colección de juguetes, no había nadie mas.
Se apartó el pelo de la cara, preguntándose si había trabajado demasiado aquellos días a la vez que le daba vueltas a lo acontecido.
¿Un sueño? Obviamente lo era pero, ¿por qué razón soñaría algo sobre si mismo siendo dominado? ¿Por qué con Misaki y su Senpai, al que no podía ni ver sin enfadarse?
Rápidamente pensó que debería pasar menos tiempo con Aikawa o se volvería loco.
-¿Usagi-san? -se escuchó tras la puerta antes de que esta se abriera. Misaki, ataviado con su delantal puso los brazos en jarras y frunció el ceño. Aquel si parecía él.
Y Usami lo miró como si no lo hubiese visto en años, sonriendo dulcemente después.
-La cena está lista, ¡levanta de una vez! Después por la noche no duermes y tengo que aguantarte...-salió del cuarto farfullando-.¡Y no vuelvas a dormirte!
Aquello era lo normal. Que Misaki le gritara y se enfadara por cosas que luego se le olvidarían. ¿Por qué se tendrían que cambiar los roles? Estaba fuera de su comprensión y sus deseos...
-Oh...-Se quedó mirando bajo las mantas de su enorme cama durante un buen rato, algo sorprendido por la reacción de su propio cuerpo a un sueño nítido y raro como el que había tenido.
Acabó destapándose, cogiendo a Suzuki y saliendo al salón, donde Misaki estaba poniendo la mesa. Dejando al oso en el sofá, se acercó a el por detrás, pegando toda aquella dureza sobre su trasero.
El pequeño se enderezó y tan pronto como pudo su cara se tiñó de rojo.
-U-U...¡Usagi-san! ¿Que es...? ¡Pervertido!
Usami se limitó a reír, lamiendo su oído.
-Misaki, vayamos a la habitación. Esta noche no te dejaré dormir.
-¡Ni hablar! ¡¡Sueltaaaa!!
Ah, así era lo normal. Que Misaki gritase, que Misaki fuera sometido y se dejase querer...y no el.
Ninguno de los dos dormiría esa noche.
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