viernes, 7 de agosto de 2009

When you kiss

Género: Shoujo, incest.
Pareja: Im x Meimei (Corea x Taiwán).



Nunca he llegado a pensar que lo que hago está mal...
Pero también es cierto que no creo que esté bien... Me contradigo tontamente, y cuando me reprocho a mi misma me juro que no volverá a pasar otra vez.

“Basta, esta será la última vez...Esto está mal...”

He oído esa frase tantas veces que ya ha perdido su sentido. Por muchas veces mas que me la diga, por muchas veces que prometa no volver a repetírmela, nunca es suficiente.
Por eso vuelvo a estar frente a ti. En verano muchas veces te quedas dormido en el tatami que lleva al jardín, tapado con una escasa manta que seguramente Yao que habrá puesto.
Llevas ropa ligera, y un Pai-pai bastante desgastado descansa a tu lado, junto a una botella de agua vacía. Estos días el sol ha pegado fuerte y todos hemos salido al jardín a refrescarnos. Ahora que lo pienso, me siento como si traicionara esos momentos puros entre familia...

Me acerco mas a tu cuerpo relajado, con esa piel ligeramente bronceada y ese pelo azabache (como todos nosotros, en realidad) cayendo hacia atrás. Me arrodillo a tu lado, y echo un ultimo vistazo a mi alrededor, asegurándome de que todos duermen. Era ya una rutina. Una rutina a la que me había aficionado demasiado seriamente...
Me inclino, atrapando un mechón de pelo tras mi oreja antes de rozar ligeramente tus labios, tibios y blandos, como siempre. Abro los míos para atraparlos en un beso suave y nada temeroso, porque bien se que no te despiertas tan fácilmente.

Lo que temo es pensar que me estoy aprovechando de ti.
¿Que harías si descubrieras esto? No quiero imaginarlo... ¿Me odiarías? ¿Me reprocharías? ¿O quizás lo tomes como la broma de una hermana pequeña demasiado inocente?
Me separo de tu rostro teniendo estos pensamientos, y como muchas noches antes he comenzado a llorar.
Detesto este sentimiento... Pero lo atesoro.
No me gusta sentirme así... Pero no lo cambiaría por nada.
Te quiero... Pero no como un hermano.

-Lo siento, Im... -digo en un susurro, implorando un perdón a alguien incapaz de contestarme. Soy una cobarde.

Me alzo con la intención de volver a mi habitación, de volver a repetirme la misma frase a sabiendas que la voy a ignorar. Pero algo la hace distinta a las otras noches. Un algo que comprendí cuando una mano firme y cálida envolvió mi muñeca, devolviéndome al suelo.

No quería mirar...
El corazón me latía tan deprisa que pensé que se saldría de mi pecho de un momento a otro.
Por mas que respiré el aire no entraba en mis pulmones, y un calor intenso se agolpó en mi cara, seguido de un frío aterrador que casi me mareó.

-Mei...-era su voz.

Estaba despierto.
No podía mirarle a la cara, no ahora...
La promesa de La última vez se vería cumplida al fin, pero no de la forma deseada.

Me vi arrastrada hacia el pecho de uno de mis hermanos, que se había incorporado lo suficiente para sentarse. Me abrazó por la cintura y, con una mano sujetando delicadamente mi cabeza, me besó.
Sin embargo, no era como esperaba. No era un beso lleno de amor como cabe esperar de dos enamorados, no había la pasión de dos amantes al darse su primer beso después de una confesión.
Era un beso de disculpas.
Un beso que decía que las cosas no podían ser así.
Cuando comprendí eso le abracé por el cuello, dejando caer mis lagrimas en silencio mientras memorizaba aquel último contacto con mi querido hermano.

Aquel momento simbolizó mucho.
Su cariño, su comprensión. Y me sentí alagada y feliz de que no tomara represalias contra mi.
Después del beso me sonrió. Su sonrisa radiante logró sacarme una de felicidad sincera, para después abrazarle, sintiendo sus caricias por mi largo cabello.

“El hecho de que te quiera no va a cambiar”

Casi podía leer su mente.

[…]

Kiku se levantó de su futón, completamente despierto, y miró a un lado a Yao sentado contra la puerta semiabierta, con una postura desenfadada, entre satisfecha y preocupada.

-Yao...

-Déjales-susurró, cerrando la puerta del todo-. Im ya lo sabía, y me lo contó. Pero esto es algo que tenía que solucionar solo. No puedo permitir que haya incomodidades de ningún tipo en nuestra familia, ¿verdad? -sonrió, gateando a su futón.

Kiku se limitó a mirar la puerta cerrada y luego a su hermano mayor, esbozando una sonrisa leve antes de volver a acostarse.

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