Desde pequeño, mi madre siempre me decía:
“Obedece a lo que se te dice con educación.”
Y mi padre:
“Hijo, debes cumplir las órdenes de inmediato y con precisión.”
Y mi abuelo:
“Debes respetar y obedecer fielmente las órdenes que te impongan; ya quieran que te tires por un puente, ¡tu te tiras con la firmeza de un hombre!”
...Eso último me pareció una exageración. Pero después de años escuchando lo mismo a mas personas definitivamente mas viejas y con mas experiencia que yo, acabé llegando a la conclusión de que, fuera a quien fuese al que tenía que obedecer, debía ser con todos los buenos adjetivos del mundo.
Así pues, me encuentro actualmente acatando todas esas ultimas voluntades de mis familiares, quince años después.
-Continuaré con vuestro legado.
-Touya, deja de hablar como si estuviéramos muertos...
-Tranquilo abuelo, tu pronto estarás...
-¡Piérdete, niño insolente!
Al parecer, todos mis antepasados estuvieron atados al destino del esclavo, haciendo trabajos crueles, agotadores y sin cobrar...Bueno, pues tras descubrir que era una gran mentira e investigar por cuenta propia, vi que lo de la “vida de esclavitud” solo se remontaba hasta la generación de mi bisabuelo, y que solo habían servido a una única familia:
Los Naoya.
Esta familia de super ricos se dedica... La verdad, no se a que se dedica, sólo sé que el cabeza de familia nunca está en casa y su señora es una mujer que tiende a exagerarlo todo; sobretodo respecto a su hijo. Nosotros, la humilde familia que les sirve, vivimos en la casa del ala norte, la cual tiene un diseño completamente tradicional que no destaca nada comparada con la mansión de los jefes.
-¡Ya me voy!
Esa mañana no era distinta a las demás. Terminé el desayuno, cogí mi bicicleta y me dispuse a pedalear la cuesta que hay hasta nuestro instituto. Al estar cerca, el hijo rico de esta familia también va a él.
-Buenos días, Touya-kun -Hablando del Rey...-¿No quieres que te llevemos hoy tampoco?
Ahí estaba. Asami Naoya, hijo único de los Naoya y heredero. Es el prototipo de chico “moe” que se lleva bien con todo el mundo; guapo, elegante, pero sencillo y modesto. Es la amabilidad personificada en estudiante de dieciséis años.
-Estoy bien, Asami-sama -Lleva ofreciéndome llevarme en el coche desde que empezó el instituto.
-Vamos, deja de llamarme “sama”, tienes un año mas que yo... -dijo, haciendo un puchero mientras se asomaba mas por la ventanilla trasera del coche.
-Negativo, no puedo hacer eso. Con su permiso -le hago una reverencia y me pongo en marcha. Al poco después el coche me adelanta.
Nuestra rutina es siempre la misma. Por las mañanas nos encontramos y mantenemos una breve conversación repetida y trivial. Hasta ahí todo normal, pero lo que el no sabe es que su madre, la señora Naoya, en un arrebato histérico y maternal, me ordenó vigilarle durante la jornada estudiantil. Así que, ahí donde estaba Asami, estaba yo.
En el baño, en la hora del almuerzo, en sus clases anuladas... ¿Mis clases? ¡A quien le importa, estoy en una misión de vital importancia!
-Buenos días, Touya, hoy no..hay...Oye, ¿puedes mirarme al menos cuando te hablo?
-Negativo, tu no eres importante -Le dije a mi compañero de clase, Kazuo Moriyama, uno de los que usualmente suele estar a mi alrededor. No tenía tiempo que perder mirándole, Asami se dirigía con su grupo de amigos al interior del edificio...
-En serio, esa sinceridad tuya me mata...-oigo farfullar a Moriyama, mientras camina junto a mi-. Escucha, la primera clase de hoy se ha anulado, así que vayamos a...
-Negativo, voy...
-...¿a perseguir a Asami otra vez?-completa por mi, acertando por cierto-.Si no supiera la historia de amo y sirviente, pensaría que lo estás acosando, ¿sabes?
-Que conozcas esa historia fue un error de mi parte que no se volverá a repetir-eché a correr sigilosamente hasta la entrada del instituto, escondiéndome tras las taquillas para ver como Asami se perdía por las escaleras.
-A veces me das miedo...-Moriyama se me adelantó, y pude usarlo de escudo para seguir vigilando.
Por suerte, la segunda hora pude tenerle controlado desde la ventana de clase, ya que estaba en el patio haciendo gimnasia.
“Nota mental: Los pantalones de gimnasia son demasiado cortos, demasiado ajustados y demasiado oscuros, solicitar una hoja de quejas al consejo estudiantil para cambiar el diseño”
-¡Hirokawa! ¡Touya Hirokawa, atienda! Le estoy...
Sin tener mucho en cuenta al profesor de ciencias que se acercaba para seguramente reprenderme, me levanté de mi asiento de un acto reflejo al ver como Asami tropezaba corriendo, caía al suelo y muchos de sus compañeros iban en su ayuda. Por supuesto, antes de que pudieran tocarle y moverle, ya estaba yo allí.
-¡Asami-sama! -aparté la barrera que me impedía llegar hasta él y lo encontré sentado en el suelo, con ese indecente pantalón oscuro puesto y sangrando por la rodilla.
-Touya-kun, ¿que haces aquí...?
-¡Con su permiso! -lo cogí en brazos y corrí de nuevo a la enfermería, mientras veía sus mejillas blancas volverse rojas. ¡Fiebre! Aumenté el ritmo hasta llegar a la enfermería de la segunda planta, abriendo la puerta en busca de ayuda a aquel mal que azotaba a mi joven señor.
-¿¡Otra vez tu, Hirokawa!? ¡Maldito perro sobreprotector! ¡Me das trabajo innecesario, espero que lo sepas! -La enfermera era este tipo de persona desagradable.
-Sensei, es su deber curar a...
-¡Silencio, mocoso!- como tantas otras veces, me estampó la libreta de pacientes en la cara, como suponiendo que no me dolía- ¡Siempre igual! Hace tres días también traías a Naoya-kun en volandas diciendo que estaba gravemente herido, cuando solo se había quemado la punta del dedo en la clase de hogar. Y la semana pasada lo trajiste, también en brazos , por algo que se le había metido en el maldito ojo. ¡Escucha! ¡No estoy dispuesta a aguantar sus trastornos obsesivos ni un minuto mas!
-Nega...
-¡Que te calles! -esta vez me lanzó el bote de algodones después de coger uno- ¿Te has parado a pensar que Naoya-kun se siente incómodo por tu culpa? Por Dios, esto es demasiado incluso si fuera una chica...
¿Que Asami se siente incómodo? ¿Por qué? Sólo sigo las órdenes de su madre...
“Touya, te encomiendo esta tarea a ti y solo a ti. ¡Vigila y protege a mi hermoso Asami! Es tan inocente y puro que seguramente se dejará engañar por algún pervertido, ¡debes evitarlo a toda costa! Es una orden de esta pobre mujer preocupada por su querido hijo...¡Confío en ti!”
Me dijo todo eso tres veces mas, mirándome tan fijamente que me dio miedo. Me han enseñado a obedecer cualquier cosa que me dijesen los miembros de la casa principal, por lo que es mi deber y obligación velar por la seguridad de Asami.
-...Proteger...demasiado cortos...me quejaré...
-Sensei, Touya-kun está delirando...
-Che...El siempre, querido. Bien, esto ya está. Intenta no respirar demasiado fuerte, ese idiota se pensaría que estás enfermo y te arrastraría hasta aquí otra vez...
Solo me preocupo, mujer desconsiderada...
-¡Ahora piérdete, Hirokawa! ¡Y no vuelvas a no ser que te estés muriendo!
Y como despedida, me dio una patada que me sacó al pasillo. Que señora mas amable... Tras de mi y con una salida mas normal, venía Asami, despidiéndose y dando las gracias. Luego me miró.
-¿Estás bien, Touya-kun?
-Lo estoy. ¿Como se encuentra Asami-sama? ¿Le duele? ¿Quiere irse a casa?
-¡No!...Quiero decir, no es nada grave, no te preocupes...
-Pero me preocupo -Ah, otra vez tiene la cara roja, ¡sabía que estaba enfermo! Me acerqué hasta pegar mi frente con la suya, y su temperatura pareció elevarse aún mas.
-Ah...Touya-ku...
-¡Sensei! ¡Asami-sama está...! -nada mas abrir la puerta de la enfermería de nuevo, un grueso libro de medicina me regresó al suelo, con el consiguiente grito de la enfermera:
-¡Fuera de aquí, parásito! -...y el portazo, echando el cerrojo después.
En esa ocasión, y antes de poder hablar primero, Asami se inclinó hacia mi con cierto rubor bajo los ojos.
-¿Por qué te preocupas tanto por mi, Touya-kun? ¿Es porque trabajas para mi familia que te sientes obligado a hacerlo?
-Negativo. -Se ha puesto mas rojo. ¡Tengo que hacer algo, puede desmayarse!
-Ah...Entonces tu...
-Solo sigo las ordenes de su madre -me levanté para volver a intentar llevarlo a la enfermería, pero...
-...
...¿Silencio incómodo?
-¡Idiota!
¿¡Que!? Lo veo levantarse e irse corriendo, y en mi afán por seguirle, tropiezo con el libro con el que la sensei me bombardeó, cayendo de narices al suelo de nuevo.
-¡Asami-sama!
En la siguiente semana no me habló. Ni siquiera me miró. Su coche pasaba a mi lado por las mañanas, solo que ya no me saludaba como antes.
Esto me deprime... Y no se por que... Asami-sama...
-¡Asami-sama me odia por algo que no comprendo! -nada mas terminar de gritar, sentí el golpe especial de mi madre con la zapatilla.
-¡Deja de hablar solo cuando estamos comiendo!
-Espero que no hayas ofendido al joven Naoya, o estarás limpiando baños hasta que tengas mi edad...-comentó amenazante mi padre.
-Hoy es domingo, así que te toca encargarte el jardín trasero. Termina el desayuno y ponte a trabajar. Luego te disculparás con el Joven Asami...
-Pero si no se que... -Otro golpe de zapatilla que me hizo callar.
-¡Me da igual, solo vé y disculpate correctamente!
-Si, madre.
Las ordenes son las ordenes...
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Subió las escaleras, sosteniendo en la bandeja de plata una jarra de zumo de naranja y un vaso vacío. Caminó solemnemente por el pasillo de la derecha y tocó la puerta del fondo. Una débil voz le dio permiso para pasar.
-Joven Naoya, le traigo zumo. El día de hoy es caluroso, así que le recomiendo que abra las ventanas -La señora Hirokawa vio al heredero asomado discretamente a la ventana que daba al jardín trasero, con una mirada nostálgica y apagada.
-¿Le ha pasado algo con el tonto de mi hijo, Joven Naoya? -dejó la bandeja en la mesa del centro de la habitación y se dispuso a llenar el vaso. Asami alargó una leve sonrisa.
-No. Touya-kun es un buen chico. Pero...
-...¿Pero? -La señora Hirokawa vio plasmadas las dudas en la cara de su interlocutor, y con una sonrisa afable se acercó también a la ventana- ¿Sabe? Touya no hace las cosas que hace a propósito. Y aunque le educamos para que respondiera fielmente a las órdenes de la familia, me parece que lo ha llevado hasta el extremo.
-Pero...¿a caso no piensa nunca por si mismo? -preguntó Asami.
-Si quiere que le diga la verdad, no lo sé -suspiró la mujer-. Es muy lento para entender cosas que no se le han ordenado.
-Parece un robot... -sonó contrariado el joven.
-¿Quiere que le dé un consejo? Si desea hacerle entender la importancia del pensamiento independiente, tiene que acercarse a él con las ordenes. Haga despertar a ese tonto que tengo por hijo.
Asami, dudando en principio, volvió a sonreír, observando como Touya nivelaba el césped trasero.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
-Me voy...
Arrastré mi bici hasta la calle, y vi el coche de Asami alejándose. Suspirando, me puse en marcha yo también. Ahora que ya no lo hace, aprecio mucho los saludos que me daba y los ofrecimientos de llevarme que me hacía.
Durante toda la primera jornada de hoy, muchos de sus compañeros han estado especialmente cariñosos. Tras largo rato mirando a uno que le había rodeado los hombros con el brazo en mitad del pasillo, al fin pareció darse por aludido y se alejó. Mas tarde, en el intercambio de clases, intenté la misma técnica con otro, pero al no funcionar esperé que Asami mirase a otro lado para lanzarle a la cara mi bento...
Ya a la hora del almuerzo, con mi comida completamente revuelta, me dispuse a ir a la azotea a escondidas, que es donde solía ir Asami y su grupo. Pero para mi sorpresa, me topé con el en la tercera planta, cruzado de brazos junto a la escalera y lanzándome una mirada fija que no me hubiese esperado de él nunca.
-Asami-sama...
Caminó hacia mi y me pasó de largo hasta abrir la puerta de una clase vacía.
-Ven conmigo.
Es la primera vez que siento que Asami me da una orden. Sin nada que discutir, accedo.
Por los artilugios, diría que estamos en la clase del Club de arte. Las cortinas están echadas y a penas hay luz. Asami cierra la puerta tras de si y toma asiento sobre una mesa.
-Touya-kun, ¿es verdad que harías cualquier cosa que te ordenase?
-Correcto. Todo lo que Asami-sama desee, yo lo haré posible.
Silencio...
-¿Incluso si es...algo indecente?
“¿Algo indecente?” ¿A que se refiere?
-Lo siento, no le entiendo...
-Estoy hablando de sexo.
...Se...¿¡Sexo!? Ah...¿Que?¿Como puede...? ¿¡Que!?
-Pues...No sabía que Asami-sama pudiese querer algo así. Pero si es lo que desea lo...lo haré...
Otra vez silencio. En esta oscuridad no se que tipo de expresión puede tener Asami, y eso me preocupa...
-¿No es humillante ser manejado así, Touya-kun? Me entristece pensar que cualquiera puede obtener lo que quiera de ti con solo una orden.
Su voz suena muy rara...
-¿Por que se entristecería por algo así?
-Es que...-pausa larga-...Es que Touya-kun...me gusta mucho.
¿En que sentido? ¿Le gusta mi trabajo? ¿Mi personalidad? ¿La forma en que corto el jardín?
-Me gusta el Touya que rechaza mis invitaciones, el que pedalea cuesta arriba todas las mañanas y el que me vigila creyendo que no me doy cuenta...
¿¡Se había dado cuenta!? ¡Soy un novato!
-Cuando te preocupas por mi me siento feliz. Pero todo eso desaparece si se que lo haces solo porque son “ordenes de alguien”.
Espera...¿Está llorando?
-¿Asami-sama?
-¿Crees que sería feliz ordenándote que me quisieras y que me protegieras? ¡Todo eso no cuenta si no lo piensas por ti mismo!
Doy unos pasos hacia delante, orientándome por sus sollozos, pero vuelvo a trastabillar con un taburete.
-¡Asami-sama! ¿Está bien?
-¡No lo estoy! ¡Y no te acerques! -me detuve- ¡Solo quiero que pienses por ti mismo! ¡Que desees protegerme por ti mismo! ¡Porque te quiero, Touya!
-¡Asami-sama, deje de llorar, por favor! -me volvió a impulsar hacia delante y me comí de pleno una de las mesas, enterrándome una de las esquinas en las costillas.
-¿Que haces? ¡No te muevas, te vas a...!
No pude escucharle porque tropecé con algo que hizo caer un montón de cacharros al suelo. Ah, creo que me he manchado con algún bote de pintura abierto...
-¿Touya? ¿Estás bien?
-No se levante, por favor. Puede tropezar...
-Te he dicho que no te muevas, vas a hacerte daño. -Ignorándole, seguí caminando.
-Lo siento, Asami-sama, pero justo ahora he decidido no hacerle caso. No puedo permitir que esté llorando por alguien como yo, así que...-esquivé un trípode con un cuadro- espéreme ahí sentado y...
Noté una caricia en mi rostro y me erguí. La sombra de Asami estaba frente a mi, ligeramente mas abajo por su corta estatura. No se si fue eso llamado “impulso”, pero le abracé, como si hubiera alcanzado lo inalcanzable.
-No te he ordenado que me abrazaras...
-Lo sé.
-¿Y por que lo haces?
-...Porque si.
Se separó lo suficiente para mirarme a la cara.
-Esa no es una razón -apenas terminó de decir eso, me asaltó otro impulso impredecible, y le besé.
Sabe dulce, y su temperatura vuelve a aumentar...Estoy empezando a pensar que quizás no sea fiebre...Pasándome los brazos tras el cuello, correspondió a mi beso.
Y creo que esto se está sintiendo demasiado bien...Algún punto remoto bajo mi uniforme me duele considerablemente mas que los golpes que acabo de recibir yendo a tientas por la clase.
Asami soltó una risita al separarse.
-Esto tampoco te lo he ordenado -y bajó la mano hasta mi bajo vientre, haciéndome temblar deliciosamente por un segundo.
Quizás fue por ese gesto que pude sacar la confianza necesaria para actuar también, colando la mano por entre el pantalón del uniforme de Asami hasta tocar su erección cada vez mas dura.
Alcé la vista, deseando poder ver su rostro avergonzado entre la oscuridad del aula, mientras su mano temblaba sobre mi estómago; al parecer dudando si debía seguir bajándola.
-Asami-sama...
-Solo Asami...está bien...- Jadeó, con una voz muy distinta a la que usaba normalmente. Un tono desesperado y placentero, mientras parecía querer retener los gemidos que le provocaban mis caricias.
Deshice el botón del pantalón antes de arrastrarlo torpemente hasta la primera mesa que se me puso delante, dejandole apoyarse mientras continuaba tapándose la boca.
-Touya...kun...
Oír mi nombre con su voz impregnada de deseo hace que quiera precipitar las cosas. Debo controlarme, debo serenarme...Sigue siendo el joven amo de la familia a la que sirvo.
Para empezar, no tendría que estar haciendo esto, yo...
-¿Touya-kun?
Volví a la realidad al oírle llamarme. Al parecer había parado todo movimiento mientras me perdía en mis autoculpas.
El miembro en mi mano palpitaba, como implorandome que continuase con el mismo ritmo anterior. Moví mi mano, una vez mas complacido ante los jadeos de Asami; pudiendo escuchar por fin sus gemidos claros al sujetarle la mano con la que se acallaba y depositarla en mi sensible erección aún cubierta por la ropa.
-¿Podría Asami hacerlo....también?
Incluso sin poder ver nada, sé que su rostro pálido se ha torneado en rojo. Y mas aún cuando torpemente y con los dedos temblando, apartó la ropa y pudo sacar e imitar mi vaivén en mi propia hombría.
-Ngh...-Me mordí el labio inferior, aumentando a su vez el ritmo de mi mano y volviendo a besarlo, deslizando mi lengua hasta su cuello, chupando, mordiendo, con el pensamiento de parar ya muy lejos de allí.
-¡Ahh! ¡Touya-kun, para...! ¡Yo...!
Asami se agitaba y se aferraba a mi camisa, intentando ahogar sus gemidos. Viendo que mi orgasmo también me azotaba, le abracé con el brazo libre en un intento por sofocar y silenciar aquel acto tan increíblemente adictivo...
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Cuando finalizaron las clases, el pensamiento de estar limpiando baños hasta llegar a la edad de mi padre como castigo por cometer perversidades con el joven señor me deprimió mucho, aunque no tuviera muchos remordimientos...
Subí a mi bici y pedaleé por la calle hasta el inicio de la pendiente, que por suerte al regresar se convertía en bajada.
Un coche negro y reluciente se paró junto a mi, y asomado en la ventanilla trasera estaba Asami, con su jovial expresión y sus mejillas sonrojadas.
-¿Te llevamos, Touya-kun?
Mirándole bien, tiene la marca de mi desenfreno en el cuello...estoy condenado. Pero, ¿por que no me arrepiento? Es la primera vez que quiero saltarme las normas a propósito...
-Negativo-me negué, colocándome la mochila al hombro-. Porque a Asami-sama le gusta el “yo” que pedalea.
Y de un impuso, me dejé llevar por la cuesta, mientras el viento me refrescaba la cara y el ánimo.
El coche pasó veloz junto a mi, y Asami me guiñó un ojo desde dentro.
“Te estaré esperando en casa”-Es como si leyera su mente. Después de todo soy su sirviente; educado, preciso y fiel, aunque me falte aún mucho por aprender.
domingo, 7 de junio de 2009
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