Pareja: Sakaki x Tezuka
Aquella noche volvía a repasar la lista de los posibles seleccionados. Fuerza, habilidad, resistencia; consideraba que todos aquellos factores eran importantes, y aunque todos los candidatos tenían un nivel aceptable, solo podría escoger dos del equipo que le habían permitido entrenar.
Tezuka se sacó las gafas, se talló los ojos y miró por la ventana de su habitación. Desde que había vuelto y se había integrado en el campamento se esforzaba por llegar al nivel que esperaban de el como entrenador, aunque fuese un sustituto de Ryuuzaki-sensei; y con mas razón teniendo a su lado las distinguidas personalidades de Hanamura y Sakaki.
Volvió a mirar la lista. Fuji estaba seleccionado el primero, y aunque reconocía las habilidades de Ryoma, sentía que no era el momento para ascenderlo. Le faltaba algo. Algo que Sengoku complementaba perfectamente.
-Será Sengoku... -Se dijo, balanceando el bolígrafo en la casilla con su nombre. Luego volvió a apartar la vista pata observar el reloj que tenía sobre la mesa. No era muy tarde para una consulta, y más sabiendo que tipo de hombre era él.
Se puso las gafas y dejó en el cajón la lista de su equipo, con el segundo candidato en incógnita, para luego acomodarse las gafas sobre la nariz, ponerse una fina chaqueta por encima y salir.
Su habitación estaba en el primer piso, recordaba. Los grupos habían sido redistribuidos para fomentar el trabajo en equipo, y muchas de las veces coincidían en el comedor o durante los entrenamientos. Aún así, la conversación que quería tener debía ser en privado.
Se paró frente a su puerta tras salir del ascensor y sentir una brisa fría desde el rellano; que se colaba por el pasillo lateral por el que había entrado. Miró de reojo su placa con su nombre y tocó firmemente dos veces.
Después de un silencio que le hacía sentir que molestaba, una voz desde el interior le invitaba a pasar.
-Con permiso-giró el picaporte y entró.
La habitación era parecida a la suya, con un escritorio al lado de la ventana y el armario. El único cambio era que la cama estaba en un lugar diferente. Cerró la puerta tras de sí, quedándose iluminado solo por la tenue luz de la lámpara de la mesilla de noche y la que salía por la puerta de cristal distorsionado del baño.
-Lamento molestarle. Puedo volver mas tarde...
-No te preocupes, ya he acabado -su voz autoritaria se escuchó claramente tras la puerta antes de salir. Tezuka tuvo el gesto de sorprenderse. El entrenador Sakaki vestía unos vaqueros sin abotonar y no llevaba puesta aún la camisa. Se secaba el pelo despreocupadamente con una toalla, mientras le caía en toda su imperceptible longitud sobre los ojos, dejando muy atrás el estilo de empresario que siempre mostraba.
-La noche ha refrescado...-Dijo, sacando una camisa del armario y dejándola sobre la cama, mientras continuaba secándose- ¿Tezuka-kun?
-Perdone-Tezuka recuperó la poca compostura que había perdido durante segundos-. Sólo quería pedirle su opinión sobre la selección.
-Eso es algo que un entrenador debe afrontar por sí mismo. Comparar habilidades y decidir quien es mejor solo puede hacerlo el entrenador que los vé esforzarse cada día.
Tezuka tuvo la extraña sensación de que el aspecto que mostraba ahora el entrenador Sakaki no concordaba con sus palabras de siempre. Intentando dejar de pensar en nada mas, habló:
-Soy consciente de ello, desde luego. Y de hecho ya tengo a los dos candidatos que me han parecido los mas adecuados.
-Entonces lo discutiremos mañana, cuando nos reunamos para dar a conocer a nuestros elegidos-Dijo, dejando caer la toalla sobre sus hombros para observar a Tezuka, que inconscientemente continuaba ensimismado con aquella faceta casi rebelde de Sakaki.
Se hizo el silencio. Sakaki observaba cada uno de sus movimientos; aunque fueran mínimos, sin decir nada hasta que el muchacho frente sí reaccionara de su perplejidad.
Tezuka, sintiendo aquella presión, levantó la vista con su rictus serio y le miró. La luz era la suficiente como para poder verse.
Y una vez mas, Tezuka pretendió seguir hablando:
-Echizen...
-No ha madurado -lo interrumpió Sakaki, cruzándose de brazos-.Aún le queda mucho por aprender. No importa lo bueno que seas en el campo de juego, si no puedes controlar tus emociones o no tienes instinto competitivo, no sirve de nada. Echizen-kun sale a la pista creyendo que solo es un juego, diversión de la que saldrá victorioso, y creer semejantes cosas le llevará a perder.
Tezuka no pudo estar mas de acuerdo.
-Si, yo también lo creo. Pero es una persona testaruda que aprende rápido de sus fallos, así que quería seleccionarlo de sustituto. Sería una alineación que no se haría pública hasta que encontrase eso que le falta -Y aunque hubiese dicho todo aquello sin dudar, Tezuka se sentía bastante pequeño junto a Sakaki. No es que durante los días de entrenamiento se sintiese superior; ni mucho menos, Sakaki era un hombre que respetaba, aunque su política de “fuera los débiles” estuviera fuera de su comprensión.
Pero en aquel momento, en aquella habitación y con aquel aspecto tan...normal, lo sentía imponerse sobre él de una manera abrumadora.
Y muy a su pesar, desvió la vista hacia la ventana tras él.
-Si, desde luego hay una plaza para un sustituto. No sería mala idea que él la ocupase, aunque no hay garantía de que pueda jugar.
-Lo sé -Tezuka suspiró internamente, con ganas de volver a su habitación cuanto antes. Sentía un nerviosismo indescriptible subiéndole por las piernas, y por nada del mundo quería que Sakaki lo notara.
Otro silencio largo. Solo que esta vez Sakaki no se limitó a esperar a que volviese a hablar. Dejó la toalla sobre la silla del escritorio y avanzó hacia él.
Tezuka alzó la vista y la volvió a desviar al toparse con la mirada indescifrable de Sakaki. Notaba como prácticamente se le echaba encima, y aquel nerviosismo acabó traicionándole cuando retrocedió dos pasos hacia atrás, tropezando y cayendo sentado a la cama, mientras sentía sus latidos golpeándole en los oídos.
-¿Estás bien, Tezuka-kun?-dijo Sakaki en un susurro, inclinándose para coger la camisa que previamente había dejado en la cama-.Pareces un poco cansado-Continuó antes de erguirse de nuevo y terminar de vestirse.
-Estoy bien -dijo, sacando su voz mas firme en esos momentos al levantarse-. Disculpe por haberlo molestado tan tarde. Volveré a mi habitación ahora.
Le dedicó una leve inclinación de respeto antes de encaminarse a la puerta. Al abrirla, esta volvió a cerrarse de un golpe, haciendo que Tezuka se volteara para verse acorralado por el brazo de Sakaki, que le miraba desde sus pocos centímetros de altura mas.
-Un entrenador no debe ponerse tenso-dijo, mirándole a los ojos-. Sea cual sea la situación, los jugadores confían en su entrenador, por lo que debes estar tranquilo y analizar lo que te rodea.
Tezuka tenía a Sakaki tan cerca que podría deducir con que Champú se había bañado.
-Con...todos mis respetos, Sakaki-san, ¿que es lo que debo analizar en esta situación?
-Tu sabrás -Sakaki alargó una sonrisa casi invisible antes de acercarse mas-. No soy yo el que está nervioso.
Como acto reflejo, Tezuka giró la cara un lado.
-No se de que me habla.
-Debes aclarar tus ideas, Tezuka-kun -susurró su nombre cerca de su oído, para luego sujetar su rostro con la otra mano y hacer desaparecer la distancia que restaba.
Fue un beso fuerte, apasionado y que no daba argumentos para replicar. Humedeció sus labios, los mordió y se sació con su lengua a su antojo.
Todo resumido a un beso adulto e incontrolable que Tezuka no discutió cuando Sakaki se separó y le miró sin ninguna duda en sus ojos.
La brisa de la noche se había apagado de pronto, y en algún momento Tezuka se había dejado caer contra la puerta de la habitación, intentando restablecerse.
Finalmente, y sin ocurrirsele nada que decir, se enderezó, creando el espacio suficiente entre Sakaki y él para poder abrir la puerta de nuevo.
-¡Disculpe! -Salió y cerró. Después de un momento, Sakaki le oyó alejándose corriendo por el pasillo. Casi orgulloso, sonrió.
-Aunque tenga ese aspecto, solo es un adolescente.
Y como escuchándole internamente, Tezuka tuvo un pensamiento parecido sobre si mismo mientras subía en el ascensor, sintiendo que aquel calor estaba muy lejos de abandonarle.
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