- Cinematic Record -
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Pareja: William x Sebastian.
Género: Hard Yaoi.
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La situación era rara...
Más que rara, se pasaba de surrealista, y eso podían constatarlo tanto los implicados como los dos mirones (y, lo mas seguro, instigadores de todo aquello) de la escena.
Que a Sebatian Michaels le temblara una ceja no auguraba un buen comienzo...y menos si le temblaban las dos.
-Bocchan... -Su mirada de reojo y su tono de voz fingidamente pasivo daba a entender que la paciencia se le acababa.
-No toleraré ser partícipe de una broma de tan mal gusto -William T. Spears tampoco estaba por la labor de ser paciente; más aún cuando el mal bicho vestido de mayordomo había pasado los límites de su espacio personal.
Cruzado de piernas y cómodamente sentado en uno de sus sillones, Ciel Phantomhive alargaba una sonrisa arrogante y manipuladora; justo la misma que tenía el hombre tras él, vestido con sus habituales ropas largas y oscuras y siseando con su extraña risa.
-Vamos, Sebastian... hay que acabar el cuento -dijo el joven en un susurro antes de garabatear sobre el grueso libro que descansaba sobre su regazo, unido a otro similar, que sostenía el hombre de pié junto a él, mediante una cinta roja.
Dos de los presentes observaron como los otros dos, aunque con reticencia y esfuerzo por impedirlo, se besaban apasionadamente, haciendo una clara y lujuriosa exhibición de sus habilidades con la lengua.
[. . .]
Todo había empezado aquella mañana.
Sebastian, cumpliendo estrictamente con su horario había preparado el desayuno y lo había subido a la habitación de su joven amo, que ese día estaba reticente a salir de entre las sábanas.
Sirvió un apetitoso trozo de pastel y el té, mientras, después de haber acabado de pronunciar el largo nombre italiano de la tarta, decir que un nuevo comunicado de la Reina había llegado a la mansión aquella misma mañana.
Ciel se levantó ipso facto.
Tras dejarle claro a su mayordomo las prioridades primordiales acerca de dar recados mientras le vestía, se desplazaron al despacho antes de salir a resolver los malos acontecimientos en el preciado jardín de la Reina.
-Los asesinatos a agentes de la policía se han catalogado como “urgentes” por atentar hacia las autoridades de Londres -Ciel miraba por la ventanilla de su carro, ausente-. No creo que este caso lleve demasiado tiempo. Parece simplemente un homicida con ganas de llamar la atención.
-¿Y por qué va a verle a él, Bocchan? -Sebastian, en el asiento de enfrente, empezaba a alargar su sonrisita inquietante.
Ciertamente aquellos días habían sido bastante aburridos. La actividad criminal y, en aspectos sobrenatural parecía haberles abandonado, por lo que las misiones estimulantes se pararon en seco. Pero si Londres estaba pacífico y la Reina contenta, tendría que bastar...
Pero no.
Ciel pensaba que cuando regañar a sus inútiles sirvientes se volvía algo divertido es que algo pasaba...Tenía que salir a investigar algo, lo que fuese, o se volvería loco.
Y allí estaban.
En un lugar que definitivamente no visitaría nadie por propia voluntad a no ser que fuera verdaderamente importante. Su letrero siniestro y su aura acongojante.
Si querías saber algo de los bajos fondos ese era el lugar indicado.
-¡Undertaker! -Ciel fue el primero en entrar, buscando entre la oscuridad del lugar a aquel hombre aún mas siniestro que su propio negocio, lleno de ataúdes y decoraciones macabras.
Sebastian cerró la puerta tras de si, levantando una perfecta ceja mientras escudriñaba su alrededor sin moverse apenas.
-¡Under...! -Ciel se interrumpió y dio un bote hacia atrás, donde su mayordomo impidió que se tragara el polvoriento suelo. La siseante risa del aludido había emergido de entre el ataúd apoyado en la pared, y su mano pálida deslizaba la tapa hasta dejarla caer.
-Vaya, vaya, Conde. ¿Que te trae por aquí?- Se asomó con una sonrisa enorme en su cara igual de fantasmal, como si fuera normal meterse en un ataúd porque si.
Ciel, intentando que el corazón le bajara de la garganta, se enderezó y que quitó el sombrero de copa que traía.
-Undertaker. Es sobre el caso de los...
-Si, si -Salió de su escondite y se deslizó hacia sus invitados, inclinándose hacia el niño y picandole la mejilla con una de sus enormes uñas-. Me extraña que el Conde se interese por un caso tan simple como este.
Después de mirarlo de reojo, el sepulturero se alejó con un contoneo torpe hacia el mostrador, hablando con su voz peculiar:
-Si quieres que te ayude, deberás darme la mejor diversión -susurró, y acto seguido soltó una risa significativa. Ciel, no dejándose amedrentar, dio un paso al frente hundiendo las cejas, mirando después a Sebastian para pedirle que saliera fuera (y advertirle que no mirase).
Una vez solos, el Conde se dispuso a empezar...
-Esta vez quiero la ayuda del Conde -dijo inesperadamente Undertaker, rebuscando entre un gran baúl que tenía a una esquina.
-¿Que?
-Es algo que podrá divertirme mas adelante si sale bien. Puede que al Conde también le interese... -le lanzó una mirada bajo su tupido flequillo antes de continuar buscando y sacar lo que quería.
-Lo dudo...-Ciel casi se resignó a aguantar otra de las excentricidades de aquel hombre. Y más aún cuando le dejó en las manos un lazo rojo y largo y sacudió el polvo de dos libros en su cara. Ciel estalló en toses mientras intentaba articular su reprimenda, siendo interrumpido inmediatamente por el sepulturero:
-¿Que me dices?
-¿Sobre que? -intentó apartar la nube de polvo de su alrededor, mirando la cinta roja que sostenía- No pienso ponerme esto...
Undertaker siseó con su risa.
-Esa cinta es un mecanismo tan útil como el marcapaginas. Sirve para conectar dos Cinematic Record y reescribir sus historias de forma similar. Usando el lazo, se pueden controlar a los dueños de estos libros...
-¿Quieres decir que esos libros que tienes ahí son Cinematic Record? ¿De quién? Te aviso que no me prestaré para tus raros experimentos. Hay un caso que resolver y...
-Uno de ellos es el de “un simple mayordomo”...-Undertaker canturreó, haciendo malabares con uno de los libros. Ciel borró cualquier cosa relacionada con el caso de su mente y le prestó plena atención a su interlocutor.
-¿Sebastian?
-Mmn, te veo interesado...-sonrió de nuevo, abriendo el otro libro-.El otro es de William T. Spears. Para probar la eficacia de este supuesto control, necesitaba un Shinigami difícil de manipular. Por eso se descarta a ese pelirrojo sin forma- y volvió a soltar una carcajada parecida a un susurro-.Es lo que ibas a preguntar, ¿no, Conde?
Ciel asintió internamente, manteniendo su mirada fija en el libro de Sebastian. Le rondaba por la cabeza una pregunta, una que ya se había hecho otras veces antes. ¿Los Demonios tenían Cinematic Record? Suponía que si porque también tenían experiencias; y suponía que no porque...eran Demonios. Sin embargo no sabía si preguntarle a Undertaker, un antiguo Shinigami, y delatar que su mayordomo no era tan “simple”(eso si no lo sabía ya).
-¿Y que quieres hacer con eso? -Preguntó.
El mayor se acarició la tapa de uno de los libros, extendió su sonrisa y habló:
-Usarlo...
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Después de aquello (Y olvidando casi por completo las muertes de los oficiales y que Sebastian estaba esperando fuera), se dedicaron a decidir como podrían probar aquel método que parecía tan absurdo; sobretodo teniendo a un sepulturero riéndose siniestramente por todo.
En el Cinematic Record de Will, tras haber cortado su historia con el llamativo marca páginas, inventaron una orden de ida a Londres aprovechando el caso de las muertes.
-Como Shinigami, tiene sentido que recoja almas, pero no sabía que un Shinigami tuviese un Cinematic...- Ciel no dejaba de sorprenderse aquella mañana, aunque no lo demostrase.
-¿Mm? Claro que lo tiene. Toda cosa que pueda recoger experiencias de vida tiene uno. Y un Shinigami no va a ser menos.
Aclarada la duda, lo siguiente fue alejar a Sebastian. Para eso solo bastó la orden de “atrapa al asesino”, con lo que tendrían un poco tiempo para experimentar con la fiabilidad de aquel “plan”.
Salieron a la calle, marchando al punto donde aparecería William para encargarse de los fallecidos tal y como se había escrito.
Impecable y puntual, allí estaba, saliendo del tumulto de personas que rodeaban el último crimen.
Su expresión les daba un adelanto de que no se fiaba del todo de aquella supuesta “repentina orden” que lo había arrastrado hasta un caso tan ordinario.
Ojeando su grueso libro y pasando las páginas con su peculiar arma, frunció mas el ceño ante la interrupción es escena de dos individuos que reconoció perfectamente de tantas veces que se habían visto involucrados en asuntos que no les concernían. Solo que aquella vez había una pequeña diferencia.
-¿No traes al perro contigo? Me sorprende que le hayas soltado la correa-dijo, despectivo, antes de colocarse el libro bajo el brazo y echar a andar al siguiente callejón, tieso como una tabla y no muy interesado en la respuesta de Ciel.
El joven Conde miró a Undertaker, quien solo se limitó a seguirle mientras abría aquel grueso cinematic y continuaba escribiendo.
Unas calles mas allá, William dio con otro cuerpo. Pero mas allá de hacerle caso, arqueó la nariz y se paró en seco junto al cadáver de la mujer que yacía a sus pies, desangrada. En el mismo callejón, contra la pared, un hombre con mirada perdida murmuraba incoherencias. Junto a el, el perro sin correa que, según Will, acaparaba el poco buen aire que se respiraba en aquella ciudad.
-Bocchan, como me pidió-señaló con un gesto señorial al hombre que babeaba a un lado-.El asesino. Como se pensaba, era un caso muy simple.
Will lo miró tan mal como su cara le permitió expresar. Luego se subió las gafas con la punta del arma antes de fijarse en la asesinada. Volvió a mirar su libro y al cerrarlo de un golpe, este desapareció. Quería terminar aquel trabajo absurdo cuanto antes. Aunque estuvieran faltos de personal, mandarle a el realizar una tarea que hasta el idiota de Grell podía hacer era indignante.
Undertaker seguía escribiendo, como hundiéndose en sus propias fantasías a cada segundo. Ciel dio dos pasos lejos de el, solo por precaución, antes de querer volver a concentrarse en la escena por si pasaba algo inusual, algo que Undertaker hubiera escrito.
Se dio cuenta de que así era cuando, contra toda lógica, William se había acercado a menos de un paso de Sebastian, poniendo una mueca de asco donde se leían sus profundas ganas de alejarse.
-¿En que puedo ayudarle?-Preguntó Sebastian con su tono servicial después de un segundo de estupefacción y con las mismas ganas de alejarse un par de metros.
Pareciendo contrariado por su propia acción, Will mantuvo la dignidad.
-No corromperás esa alma con tus artes, Demonio-miró al asesino-.Debe ser juzgados por un Dios, aunque sea el de la muerte.
Sebastian sonrió con esa sonrisa que utilizaba para amenazar a los empleados de la mansión.
-Corromper almas, sin duda los Shinigami saben mas de eso que yo.
Will frunció mas el ceño. Dentro de su falsa expresión, Sebastian también, antes de continuar echándose en cara sutilezas como perdigones.
Ciel miró a Undertaker, que en ese momento parecía un niño con un juguete nuevo.
-¿Que has escrito?-Preguntó. El siniestro hombre sacó de sus ropas largas el otro libro grueso, conectado al primero con la cinta roja, y se lo dio. Dudando un momento, Ciel acabó abriéndolo, y un viento inexistente pasó las páginas hasta donde acababa la lectura. No entendiendo lo que quería que viese, volvió a mirar a su interlocutor, mientras el aura asesina de aquellos dos era asfixiante.
-Un cuento no puede funcionar con solo un personaje. Debes dar vida a otro para poder continuar, Conde-dijo, muy sugerente-.Mi personaje ahora mismo tendría que estar confesandole a tu personaje lo mucho que desea tenerle en su alcoba.
Ciel miró a aquellos dos “personajes”, lanzándose de todo menos indirectas de ir a retozar. Enarcó una ceja y volvió la vista al sepulturero, como obviando que no estaba pasando nada de eso.
-Eso es porque el cinematic conectado tiene la capacidad de controlar las acciones; mientras no sea físicamente imposible, no los pensamientos, sentimientos o diálogos de los personajes del cuento, ¿me entiendes?
-Claro que lo entiendo.
-Entonces Conde... ¿Pondrás en escena a tu títere? -se le acercó mas de lo que Ciel desearía-.Hagamos una buena obra juntos.
Dejando a un lado los pensamientos perturbados de Undertaker, Phantomhive observó el libro que sostenía. Por primera vez fue consciente del poder que le otorgaba tener entre las manos el Cinematic Record de Sebastian, y eso solo consiguió alimentar el deseo de ver esa buena obra realizada de su puño y letra.
[…]
-Es curioso como el Conde quiere seguir con esto si ya el caso de los asesinatos que asediaban a la Reina se ha resuelto-dejó caer Undertaker en un susurro-.Debe de estar muy interesado en ver la actuación...
-Cállate, ¿quieres? No me dejas concentrarme-Ciel ignoró la risita triunfante de su visita mientras su atención era absorbida tanto por el gran libro que tenía apoyado en las piernas como en la escena que se sucedía frente a sus ojos.
Aquellos dos hombres, enemigos silenciosamente jurados, seguían besándose como si no hubiese mañana, compartiendo saliva y técnica, como si ya con eso estuvieran peleándose a su manera.
Sin embargo, el hecho de que Sebastian estuviese sobre Will le daba a Ciel la sensación de que, aún obligándolo a hacer todo aquello, su mayordomo aún conservaba ese aire de tranquilidad y liderazgo. Y precisamente eso (entre otras cosas), es lo que deseaba arrebatarle.
Por eso, colocando el libro en su regazo, escribió a la par que Undertaker ojeaba sobre su hombro y preparaba una puesta en escena digna del paladar del Conde.
Will cogió a Sebastian por las solapas de su impecable Frac y lo empujó a un lado tan fuerte que se escuchó el doloroso golpe de su costado dando contra el suelo. Pasandole un pié por encima, Will quedó sentado bajo su vientre, aún sin soltarle, mientras su mirada de ira intentaba taladrarle.
-Esto es impensable, ¿que es lo que pretende tu amo? ¿A caso no le das ya suficiente diversión?-habló el Shinigami que, aunque lleno de repudio ante la situación, mantenía la compostura.
-Me ofende. Soy un mayordomo, no un asistente sexual-Sebastian ya no sonreía tanto, y estaba igual de conforme que Will con aquella escenita. Antes de volver a hablar, el Shinigami se vio a si mismo arrancando los botones de la camisa del Demonio, dejando visible una piel blanca y aterciopelada.
-Da igual lo que seas. Si estás bajo un pacto, harás cualquier cosa que tu amo te diga. Como un perro bien entrenado- le mencionó antes de verse obligado a bajar la cabeza y lamer la curvatura de sus clavículas. Así mismo, Sebastian levantó los brazos y le rodeó la cabeza, desordenandole el perfecto peinado de ejecutivo que traía mientras miraba como las gafas de montura cuadrada se deslizaban hasta la punta de su nariz.
-No está mal-apreció el gesto Undertaker por como Ciel llevaba la situación.
Este se limitó a soltar un gruñido de autosuficiencia antes de continuar alternando la vista entre sus letras y lo real.
Sebastian no movía las manos del cuello de William, mientras el continuaba entre besos suaves y mordiscos, recorriendo su cuello.
-Aunque sea un Demonio, un pacto no se puede romper-respondió a la provocación de antes-.Un buen perro no muerte la mano del humano que le dará de comer un banquete en el futuro.
-Por eso los Demonios me dais asco-reiteró Will, apretando la mandíbula sobre la piel suave de la curva del cuello y el hombro, marcando los dientes en aquel lienzo inmaculado que fingía ser puro hasta hacerlo sangrar y teñirlo de rojo. Luego se volvió a lanzar a sus labios, mientras las escurridizas y hábiles manos del Shinigami lidiaban con el cinturón, sacándolo y llevándolo hacia sus brazos.
Ciel observaba pasmado como el otro actor de aquel escenario ataba al suyo entre besos, mordiscos y frotamientos indecentes. Se permitió mirar a Undertaker.
-¿Que haces?-preguntó.
-Solo complaciendo mi curiosidad y ansias de diversión. El Conde se prestó para ello, ¿no es verdad?
Ciel volvió a bufar y comenzó a escribir.
En medio de aquel despacho, Sebastian volvió a moverse, empujando con sus manos atadas a William hacia sus bajos semidesnudos, mientras continuaba ensañándose con su pelo. William, guiado por el sentido de “diversión” de Undertaker, bajó del todo, llevándose consigo el pantalón, que fue olvidado al alguna parte de la moqueta.
-No puedo creer que esté haciendo esto-masculló Will antes de acariciar la elegante ropa interior de Sebastian, sintiendo como su contenido se endurecía a cada vaivén de su mano-.¿A que viene esta reacción?
-Lo siento, pero está fuera de mi control, por si no te habías dado cuenta-Sebastian dejó de ser formal en cuanto la barrera de la ropa desapareció. Realmente no sabía a ciencia cierta que esperaba conseguir su Lord con aquello, pero presumía de tener cierta idea divagandole por la cabeza.
La expresión de Will al estar encarado con el miembro del Demonio no tenía nombre. Y desde luego, tampoco lo tenía lo que le iba a hacer a aquel par de depravados después... Pero su mayor problema en aquel momento era sin duda la hombría recta de aquel chucho asqueroso que le miraba desde arriba con sus ojos rojos entrecerrados, como advirtiéndole que no hiciese nada raro.
Sin poder controlar su cuerpo, Will palpó toda aquella dura base con la lengua de abajo hasta la punta, depositando un beso suave en ella, mientras su pensamientos homicidas de venganza no eran nada suaves.
Sebastian arqueó la espalda en contra de su voluntad y abrió la boca, pero ningún sonido salió de ella.
-No le va a resultar fácil hacerme gemir, Bocchan- Le dijo a Ciel, que en ese momento se lamentaba de no poder controlar también sus palabras.
Sin embargo, Undertaker parecía conocer muy bien como sacárselos. Con un trazo veloz y elegante, escribió con su pluma en el Cinematic record de William, que comenzó a moverse ajeno a los planes que le tenían preparados. Solo veía a su cuerpo moverse sin el guiarlo, volviendo a lamer la hombría de Sebastian y luego engullirla hasta la mitad.
Ciel también se puso manos a la obra, y, con frases cortas y palabras precisas, dio su aporte a su “personaje”, viendo como Sebastian alzaba las manos y las depositaba en la cabeza de Will para empujarle en un afán de que tragara toda su erección, tal y como había dispuesto en el libro.
Como si fuese una comedia teatral, Undertaker soltó una risita siseante, viendo como el Shinigami subía y bajaba del todo, atragantándose, mientras el demonio se encorvaba hasta sentarse, mordiendose el labio inferior y cerrando los ojos.
-Una garganta tan estrecha que hace daño. Aunque con tu aspecto no me esperaba otra cosa-Susurró Sebastian cerca de su oído, mientras embestía en su boca. Will se vio respirando de nuevo un momento para levantar una mano y hacerle aceptar esta vez al Demonio dos de sus dedos en la boca.
-Cierra el pico, manipulador-dijo, viendo la saliva de Sebastian escurrir entre sus dedos y caer por la comisura de sus labios. Y aunque no pudiese controlar las expresiones de su cara, sus ojos emitían un brillo de asco profundo, como si aquella saliva fuese un mortal ácido tóxico-.Tienes una asquerosa lengua de víbora. ¿A cuánta gente habrá engañado hasta hoy? No quiero ni saber cuantas almas nos has robado...
-Deja de ser un mártir tan pomposo-le mordisqueó los dedos antes de que los sacase-. Yo ofrezco a los humanos la capacidad de realizar su última voluntad antes de morir.
-Eso es solo propaganda adornada. Lo que tu ofreces es como un mal regalo bien envuelto; eres un estafador. ¿Que ayudas a conceder sus últimas voluntades? No me hagas reír. Los atrapas en tu red como si fueran animales y luego los devoras, como a ese crío de ahí.
Mientras hablaba había deslizado los dedos lubricados en los bajos de Sebastian, había ignorado su miembro y ahora palpaba el aro de su entrada, metiendo la punta de su dedo mas largo y hurgar dentro de él describiendo círculos antes de meter el otro.
Por lo bajo, el mayordomo soltó un gemido ronco y casi inaudible, algo incómodo.
-Bocchan...-dijo, como en tono de aviso sin parecer demasiado amenazador.
Ciel se limitó a descruzar las piernas y volverlas a cruzar a la inversa, colocando de nuevo el libro en su regazo.
-Ya te lo he dicho, Sebastian-habló con su habitual tono-.Hay que acabar el cuento.
El pequeño Señor se estaba divirtiendo con todo aquello; después de todo someter a Sebastian siempre resultaba divertido.
Undertaker seguía escribiendo, mientras Will atendía a su imaginación hundiendo los dedos con mas fuerza, pasando de nuevo la lengua por la erección incontrolada y preparada de Sebastian.
Cuando cesó todo movimiento, el Demonio vio con una ceja fruncida como el otro se quedaba de rodillas y se sacaba la chaqueta. Tras dejarla en el suelo se llevó las manos al botón y cremallera de su pantalón aristocrático, sacando su también lista erección para frotarla y ajustarse de nuevo entre sus piernas.
El tic de su ceja estaba en la escala ocho de terremotos... Todo aquello empezaba a resultarle algo humillante.
-Y entonces...-susurró Undertaker antes de acabar la frase que escribía casi sin mirar. Ciel no tuvo tiempo de mirarle y preguntarle con la mirada que tramaba, porque vio como William hacía un movimiento contundente con todo el cuerpo y Sebastian se arqueaba soltando un gruñido de sorpresa mientras apretaba los dientes.
El Shinigami entrecerró los ojos, apoyando las manos a ambos lados del cuerpo del mayordomo antes de continuar moviéndose. Lentamente, sugerente e impasible...Hipnótico y elegante, con un vaivén de atrás a delante.
Ciel se quedó traspuesto los minutos previos al cambio de postura impuesto por su compañero de faenas. Escuchaba los sonidos guturales de ambos hombres, que se negaban a alzar la voz o quejarse; por consiguiente ante aquel terco silencio, los sonidos obscenos de los movimientos de William se oían por toda la habitación.
Ciel tragó saliva y se le escapó un jadeo, mientras volvía la vista al libro e intentaba escribir algo. Pero solo sujetó la pluma a ras de hoja y alzó la vista a la escena, con ojos abnegados de algún tipo de sentimiento oscuro.
-Es tu sirviente...-escuchó entonces la voz susurrante de Undertaker en su oído, y se quedó helado-.Tendrías que ser capaz de obligarle a gemir.
Volvió a atender a la escena, viendo como Will desataba las manos de Sebastian antes de salir de él, cogerle del pelo y darle la vuelta, pegandole de un golpe la mejilla a la cara alfombra de la habitación. Tras cogerle de la cadera, volvía a penetrarle de un envite.
Ciel abrió la boca, como si fuese a hablar...Pero no lo hizo. Bajó la vista al libro y continuó escribiendo.
El Demonio se aferró con una mano al suelo, mientras que con la otra buscaba la de William y la guiaba a su pecho. Al seguir las intenciones de las acciones de Ciel, Undertaker respondió a la provocación, y Will se pegó a la espalda de Sebastian, pellizcándole los pezones y mordiéndole la nuca hasta marcarla de nuevo.
La piel blanca de aquel hombre era un deleite para la vista, y si Ciel se lo imaginaba gimiendo ya era el culmine de su propio placer.
-Uh...Ahh...
Tres de los presentes miraron casi atónitos al cuarto que gemía, como inconsciente de que lo estaba haciendo. Otro de los presentes frunció las cejas tanto que parecía querer juntarlas y otro se llevó una larga manga a la boca para ahogar una risita macabra.
-¿Que te crees que haces?-dijo Will con voz queda ante las embestidas cortas y fuertes que le estaba propinando al cuerpo pálido bajo el.
El otro se limitó a volver a gemir contra el suelo.
-¡Ya vale! Deja de fingir que esto te está gustando solo para agradar a tu amo, perro complaciente-protestó de nuevo, viendo una de las manos de Sebastian desaparecer para luego comenzar con gemidos mas contundentes. Supuso que se estaba masturbando-.Mas te vale que no estés disfrutando esto en serio, Demonio, o te mataré...
Esta vez la risita salió de los labios de Sebastian, y fue la única respuesta que le dio antes de gemir mas alto, con aquella voz ronca que parecía a punto de suplicar por mas.
-Eres un desgraciado...-proclamó Will con voz llena de odio, enderezándose y acelerando sus arremetidas, arañándole la espalda y hundiendose en su interior todo lo que podía, apretando los dientes y cerrando los ojos, con su entrecejo aún arrugado.
-Que termine dentro de él será poco humillante, ¿no cree Conde?-opinó Undertaker, como sospesando una posibilidad que le había venido a la cabeza al ver la expresión de placer mal escondida de Will.
Ciel soltó un gruñido que sonó como un si, sin dejar de mirar aquella escena imposible de imaginar.
-Si, lo creo-contestó mas claramente-.Terminemos la historia de una manera satisfactoria.
Y como si aquella fuera una orden inquebrantable, Undetaker dio rienda suelta a su imaginación y su pluma; escribiendo tan rápido que parecía haber esperado aquella frase con ganas. Su risa siseante daba un adelanto de sus perversos pensamientos.
William salió de Sebastian. Y tan pronto como lo hizo lo cogió del brazo y se levantó, arrastrándolo hasta arrodillarle frente a él, frente a un miembro hinchado que comenzó a frotar al tiempo que le sujetaba el mentón y le alzaba el rostro.
-Esto es asqueroso...-la opinión de Will pareció no ser atendida por nadie. El Demonio estiró los labios en una sonrisita, mientras sus ojos rojos parecían brillar insanamente. Instantes después, y tras un garabato de Ciel en su Cinematic, se vio abriendo la boca al mismo tiempo que el Shinigami se corría sobre su rostro, soltando un gruñido y cerrando fuertemente los ojos.
Ciel se removió en su asiento. Undertaker se reía solo antes de agacharse a un lado del pequeño sofá para susurrar, sin dejar de mirar la escena.
-¿No quieres hacer terminar a tu servicial mayordomo?-preguntó, viendo como Sebastian sujetaba el pantalón de William mientras este le daba a probar su miembro de nuevo, haciendole tragar la parte de su semilla que había caído en su boca.
-No-dijo rotundamente Ciel-. Así está bien.
-¿Ha sido el final de su agrado, Conde?-se enderezó Undertaker.
Ciel se limitó a sonreír de medio lado, teniendo que descruzar las piernas de nuevo...
[…]
-Pues entonces yo me llevo a este-se despidió Undertaker, mientras se contoneaba con su larga capa hasta el vestíbulo de la mansión, aún con el libro abierto entre sus manos y William tras el.
-Aunque esté jubilado, no le perdonaré estas osadías...-le venía diciendo.
-¡Que majo eres! -le contestaba siempre Undertaker-. Dile adiós al Conde, y que gracias por colaborar-después de una risita, se subió al carruaje.
Will le lanzó una mirada venenosa a Sebastian, ya vestido y adecentado, haciéndoles una inclinación de despedida desde la puerta.
-Eres una bestia repugnante.
-Si, también le deseo un buen día-dijo antes de cerrar de un portazo, marchando inmediatamente al salón donde se encontraba su amo aún sentado, ya sin el Cinematic entre sus rodillas.
-¿Se han ido?
-Si, los acabo de despedir. El sepulturero le agrade...
-¿A que venían los gemidos?-le cortó, mirándolo fijamente.
Sebastian, tras la seriedad de la interrupción, sonrió como de costumbre, emitiendo aquel aura manipuladora que parecía acompañarle siempre.
-El amo quería que gimiese. Pude leerlo en sus ojos. Yo solo me limité a obedecer esa orden muda de mi señor.
Ciel abrió los ojos de par en par para luego fruncir el ceño con sospecha.
-Dime...¿Estabas siendo controlado en serio? Porque es posible que un Demonio como tu pudiese romper fácilmente las brujerías de los Shinigami, ¿verdad?
-Quién sabe...-enigmático y esquivo, Sebastian se acercó hasta quedar frente a Ciel y, llevándose una mano al pecho, reverenciarle-. Tenemos un contrato. Los deseos de mi Lord son mi ordenes. No hay nada imposible para mi, ya que a cambio tendré un banquete de reyes. Pero ahora tengo la osadía de preguntar porque Bocchan aún no se ha levantado de su asiento.
Ciel pareció ruborizarse. Y mientras inventaba una excusa, Sebastian volvió a hablar.
-¿Ha sido demasiado grotesca la vista? ¿O es que ha reaccionado favorablemente ante la visión de su mayordomo siendo violado? Que mente mas perversa tiene, Bocchan...
-Callate. Aquí el pervertido eres tu-cerró el tema-.Ve a preparar té. También me apetece algo dulce...
-Si, y a mi...-susurró, mirando el bulto sospechoso de la entrepierna de su joven señor antes de erguirse- ¿Está seguro que no necesita...?
-¡Largate! -le gritó, bufando como un gato furioso.
Sebastian, sonriendo satisfecho, salió del cuarto. En su paso por el pasillo, sus ojos volvieron a brillar, y su pupila se estrechó hasta crear un arco finísimo y sobrenatural.
-Solo soy un simple mayordomo. Pero en algunos aspectos, usted también es un simple crío, Bocchan-murmuró, dispuesto a meterse en la cocina y preparar el té y un pastel de chocolate francés con calma, para dar tiempo de su amo de asimilar y descargar los efectos de aquella “reacción favorable ante la visión”.
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