sábado, 28 de noviembre de 2009

Sacrificio 1

Sacrifice
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En incontables ocasiones, el destino es caprichoso. Puede escondernos a nuestra persona destinada durante años o simplemente ponértela delante unos efímeros segundos, para igualmente perderla de nuevo.
Sin embargo, atesoras aquellos instantes sin ser consciente de que el destino está de por medio. Sin ser consciente de que la felicidad no será eterna. Y sin esperar, mucho menos, que se transformara en tragedia.

La mente de un niño alberga la inocencia que concede la ignorancia. Es un sin saber que un adulto ansía desde el momento en el que es consciente de las desgracias del mundo.



Sacrificio 1

Polska:

Tengo un recuerdo claro de cuando aún era pequeño. Me veo a mi mismo ante una vasta tierra, donde la hierba crecía sin control y el viento la agitaba a placer. En aquel escenario solitario, un gran árbol al borde del desfiladero; bajo su falda, tres flores de pétalos blancos.
No sé por qué, pero es mi recuerdo más vívido. Quizás es porque, años después, conocí bajo aquel árbol a un niño curioso y miedica; no fue hasta mucho tiempo después que volví a encontrarle, conociendo al fin su nombre y peleando codo con codo en la batalla de Grünwald...

Ah, pero esas son viejas historias. Ambos hemos tenido que seguir protegiendo lo nuestro, aunque eso implique tener malas relaciones. Los campos pobres y las flores sobre acantilados ya no existen. La evolución de los siglos y las cicatrices de las guerras sin embargo, nos perseguirán por siempre.

Cuando aquella mañana sonó el despertador, lo apagué con mas fuerza de la usual. Un enorme peluche de un pony me daba los buenos días desde los pies de mi cama, mientras que yo me repetía mentalmente que no son nada buenos y me enroscaba de nuevo entre las mantas. Maldigo el dichoso clima que hay en la parte norte, es insufrible...

-¡Feliks! ¡Sé que estás despierto, sal de la cama! -me gritó una voz de mujer desde abajo. Como no, ha venido. Lo que me extraña es que no hubiera aparecido mas temprano.

Poniéndome la manta a modo de capa, salí de la habitación, arrastrándola escalera abajo hasta llegar a la cocina, donde ya alguien estaba usándola.

-¿Que haces, Eli? La casa huele raro... -me deslicé hasta los fogones donde estaba Hungría con su traje largo y su pelo recogido.

-¡No digas eso! He preparado tortitas al estilo Inglés.

-Los ingleses solo hacen comida basura, ¿por qué no puedo ir a desayunar al Poezja? -protesté. No quiero meterme al cuerpo una comida tan ordinaria...

-Porque pasan de las ocho y no da tiempo de un desayuno mas sustancial -Eliza me sirvió una torre de panes aplastados y redondos en un plato, echándole luego por encima miel- ¿Quieres llegar tarde a una reunión donde estará él?

Puf, ha puesto su sonrisa de fanática, así que es obvio de lo que quiere hablarme. Hace mucho le conté sobre un chico que podía llegar a gustarme mas que a mi mismo, y desde entonces se ha subido a la parra con la misma historia. Aunque no puedo negar que me gusta hablar de ello...

-¡Claro que no llegaré tarde! Osea, ¿por que piensas que él no me esperará? ¡Me ama!- pinché aquella masa dorada y acabé comiéndomela. Está mejor de lo que pensé.

-¿¡Ya te vas a declarar¡? O puede ser... ¡Se te ha declarado él! -le brillaron los ojos.

Puse mi pose especial de meditación y no respondí.
Hace mucho tiempo que ya conozco a Toris, y pese a nuestras continuas riñas (tiene la mala costumbre de darle importancia a todo), podría decir que nos llevamos bien. Además, el parece haberse resignado, así que tengo ventaja.

Tras desayunar y enfundarme en mi uniforme militar verde, salí de casa con un ligero equipaje de mano. Ahg, la humedad del norte me rizará las puntas...


Lietuva:

“¿Quien eres tu? ¡Que pequeño!”

Se mas maduro, se supone que eres el mayor.

“Tu nombre suena muy formal, así que te llamaré Liet.”

A muchas personas no les gustaría que te tomes tantas confianzas...

“¡No siempre puedes salvarlos a todos! ¡Estamos en guerra, maldita sea!”

Pero quiero intentarlo... No me gusta ver sufrir a los demás. Quiero que vuelvas a reconfortarme con tu brillante sonrisa cuando todo esto acabe. Por favor...

“Esta vez no puedo ayudarte, Liet... ¿será el fin?”

Espera... No te lo he dicho. No puedes irte sin escucharme. Espera, por favor... Feliks...


He despertado con el miedo al fuego y desolación absoluta de mis sueños. Feliks ha desaparecido tras la oscuridad de mis párpados y en su lugar visualizo mi propia mano izquierda sobre la almohada. Siento mi cuerpo pesado y adolorido al levantarme, y la luz que entra por las ventanas me ciega momentáneamente. Una enorme figura se viste a un lado de la cama, y mi cuerpo reacciona solo, aunque se rompa, ante esa presencia.

-Al fin te despiertas. Tenemos que irnos, así que no seas perezoso -El Señor Rusia sonríe mientras se abotona el largo abrigo oscuro. Tenía el pelo húmedo, por lo que supuse que hacía tiempo que se había levantado para ducharse.

-S-Si, enseguida... -Me incorporé, entre sábanas salpicadas de sangre, mordiéndome el labio y deslizándome al borde de la cama para levantarme. Las piernas me flaquearon al aguantar todo mi peso y me fui contra la mesa de noche. El vaso que estaba encima se balanceó y se hizo añicos contra el suelo.

-Limpia antes de irnos -fueron las últimas palabras de Rusia antes de salir por la puerta de la habitación.

Muchas mañanas han sido en las que me he despertado de esta manera. Siempre lo mismo, siempre repitiendo lo del día anterior. El espejo siempre me muestra mi rostro pálido, cansado, resignado. Mi cuerpo lleno de marcas y sangre seca que el agua de la ducha se encarga de limpiar, al igual que mi frustración. No sé como he aguantado, ni como he actuado como si no hubiera pasado nada.
Solo sé que no quiero mostrarle esta imagen de mi a él... No podría mirarle a la cara.

Me pican las heridas. Al ponerme la ropa me arde la espalda. Sin embargo, una vez salgo de esta habitación, la sonrisa afable acude a mis labios por inercia. Me siento un embustero.


Llegar a la sala de reuniones y encontrarme con gente agradable es un descanso. De alguna forma me siento protegido, porque es improbable que el Señor Rusia haga algo en un lugar como este; sobre todo teniendo a mas gente con la que meterse.
Pero nada de eso es comparable a cuando le veo a lo lejos, destacando tanto entre risas, poses extrañas y su inigualable expresión facial.
Coincido en que es un cabezota, que tiene ocurrencias que me cansan y que nunca me hace caso, pero me gusta su fuerza de carácter y su espíritu de lucha. No tienen nada que ver con su aspecto.

-¡Liet! -me llama mientras le devolvía el saludo al Señor América. Lo veo venir corriendo y pararse frente a mi.

-Buenos días, Feliks -le sonreí. Me gusta sonreírle, porque siempre me devuelve el gesto.

-Si, buenas. ¿Sabes algo de la reunión de hoy?

-¿No te leíste el comunicado? -no sé por qué me sorprendo.

-Solo la parte de arriba -dijo despreocupadamente-, lo demás era letra pequeña y aburrida, ¿no?

Suspiré. Este es el Feliks que algunas veces me saca de mis casillas. Parece que viviera en otro mundo. Y aún así, acabo explicándole todo el programa de la reunión de hoy; al menos hasta que aparece Inglaterra y Francia, que lo abordan para hablarle de algo que seguramente no escuchará.

Cuando me giro para buscar mi asiento en aquella gran mesa ovalada, me enfrento sin esperarmelo a los ojos penetrantes de Rusia, que al cabo de un segundo de sostenerle la mirada sonríe.
Tengo un mal presentimiento de esto. Y como recordándomelo, mi cuerpo siente una sacudida heladora de pies a cabeza.


Polska:

Habían muchos rumores entre las naciones sobre infinidad de cosas, y uno de los que mas me habían llamado la atención se comentaba ahora delante de mis narices.
Después de dar largas a Francis y Arthur, de los cuales no escuché ni la mitad de lo que me decían, observé a Toris, que de repente parecía nervioso mientras buscaba donde sentarse.
No sé si fui demasiado obvio, pero Francis se metió delante en tono conspirador.

-No te recomiendo que dirijas planes de expansión contra Lituania. Ya es propiedad de Rusia...

-Es una nación a tener en cuenta, no es muy recomendable tenerlo como enemigo.

-Pero muchos han entrado en guerra con el cuando... -intenté decir, cuando Francis me estampó su gran manaza en la boca.

-Olvídalo -puso una cara contraída muy rara, como si pretendiese darme miedo-.Ese tipo es tan escalofriante que ni siquiera le afectan las maldiciones. Se dice que absorbe países enteros y los transforma a voluntad para...

-Si, si -me lo quité de encima- Rusia somete y esclaviza países. Lo de siempre.

Tengo muy presente todo eso. Las historias sobre Rusia son muy extensas y bastante fluidas, siendo imposible no haberlas oído. Además, tiene ese tipo de aura amenazante de la que sensatamente te apartas.

-¡La reunión va a empezar! ¡A sentarse, peña! -gritó Alfred desde su sitio. Al parecer se había tomado su tiempo, puesto que en la pizarra habían un montón de garabatos sin sentido. Como siempre, a su lado de la mesa hay un Big mac y una Coca-cola.

Total, la conferencia de hoy era mas de lo mismo. Estoy cansado de tener Deja vù a cada rato. Alfred habla, propone algo surrealista, Arthur se mete de por medio y lo rechaza (obviamente), Francis saca a relucir sus dotes “seductoras” por algún motivo, Vash salta de su sitio a la mínima de cambio (armado...), Veneciano quiere pasta (como siempre), Kiku está de acuerdo con unos o con otros, Heracles duerme (es el mas listo de todos)...

Todo eso, claro está, hasta que se levanta Ludwig... Otro que tiene un aura bastante imponente, sobre todo cuando empieza a pegar berridos. No sé para que tanta discusión; al final todos serán míos.


-Hey, ¿os hace ir a comer? -Escuché a Alfred preguntarle a Toris. Caminando al frente, Francis y Yao aceptaron inmediatamente la propuesta. Rusia, pegado a Letonia y Estonia, amenazaba a estos dos últimos con una sonrisa a aceptar la invitación también. Siendo como es, Toris no podía negarse a las súplicas silenciosas de sus “hermanos”, por eso acabamos todos en una hamburguesería (como no).

A veces, y solo a veces, me sorprendo por la manera de engullir de Alfred. Come tan rápido que parece que no mastique nada. Al paso que va, para la próxima reunión no cabrá en su asiento.

-¿No comes nada, Feliks? -oí al vocecilla de Liet preguntándome. Miré mi plato, intacto, y luego a él.

-Ah, si... -me había pedido ensalada de pollo y patatas. Pinché con el tenedor, sin llegar a coger nada. Al otro lado de la mesa, Arthur discutía con Alfred, armando alboroto- Liet, ¿donde pasarás la noche?

-... Supongo que los cuatro nos quedaremos en el hotel -respondió. Siempre responde en plural, como si todos ellos fueran un pack irrompible. Me pone nervioso.

-¿Por qué no vienes al mío? -a pesar de lo que pueda parecer, me dan vergüenza este tipo de insinuaciones. Y aún mas si al mirar de reojo a Liet, me lo encuentro sonrojado.

-Ah... Es que...

-¿No quieres? -insistí, mientras los gritos de los demás se acentuaban hasta el punto de no entender de que estaban hablando.

Liet sonrió, con ojos brillantes y mejillas encendidas mientras asentía. Daba la impresión de ser tremendamente feliz. Inundado por ese gesto, le devolví la sonrisa.
Entre aquellos idiotas escandalosos, destacábamos bastante.


Eesti:

Tener una mirada puesta en tu persona cada segundo es insoportable. Sientes que tu intimidad se va por la borda y se volatiliza. Ya debería haberme acostumbrado, aunque una persona con una vida un poco mas normal no tendría por qué hacer algo como eso.

Por suerte, durante la comida todos se han ido dispersando. Francia y América están en una máquina con un mecanismo similar a una grúa de construcción, donde al parecer debías sacar objetos de entre todos los que estaban. Inglaterra tiene la esperanza de que le sirvan un té Earl Grey de alta calidad en una hamburguesería, llevando un tiempo bastante significativo pegado al mostrador.

El Señor Rusia no está. Y tras por fin revisar el lugar cuatro veces mas y no verlo (ni a China tampoco), pude suspirar de alivio. Ahora al menos podría intentar comer sin que se me atascara la comida en la garganta.

-Eduard, quiero sal -susurró Raivis, señalando hacia el bote de condimento mas allá. Al parecer ha pensado lo mismo que yo y quiere aprovechar para comer. En principio iba a pedirle a Toris que me lo alcanzara, pero parecía tan suelto hablando con Polonia que ni quise molestarle. Es el menos que se merece que le destrocen estos momentos de paz...

No me costó mucho darme cuenta de que los dos están enamorados. Y aunque nunca los haya oído admitirlo en voz alta, se ve que tienen un tipo de comprensión en la cual las palabras sobran. Sinceramente no pensé que acabaría así, ya que Toris parecía sentir algo hacia Bielorrusia las veces que la veía en casa de Rusia. Supongo que ciertas cosas pueden resultar impredecibles...

-Acabo de acordarme... -hablé, dejando la taza de café de vuelta a la mesa- que la llave del hotel la tiene Rusia.

Esa frase fue el detonante para que Toris comenzara a preocuparse. Tras poner ojitos y despedirnos de los pocos que quedaban allí, caminamos rumbo al hotel de Polonia, donde nos ha permitido quedarnos. Supongo que volveremos al nuestro a primera hora de la mañana, al menos para dejar a Toris a solas con el un par de horas antes de volver a casa.

Raivis ha caído rendido en el sofá incluso antes de ubicarme en aquella habitación tan espaciosa. Toris ha pedido permiso para usar el baño y Polonia parece rebuscar en los armarios mantas para nosotros.

-Muchas gracias por dejar que nos quedemos.

-No te preocupes -contestó, efectivamente despreocupado-. Lo único es que tendrás que dormir en el suelo, no hay mas sillones.

-No me importa -sonreí levemente. No era cuestión de quejarse.

-Perfecto. Voy a llevarle una toalla a Liet, si quieres usar el baño adelante -comentó antes de cerrar el armario y caminar hacia la otra parcela de la habitación, donde estaba la gran cama y el baño.

Cogiendo una de las mantas, abrigué a Raivis, que gimoteó en sueños. Luego busqué un lugar iluminado donde situarme yo, así aprovecharía para hacer un esquema detallado del tema de reunión de hoy. A mi modo de ver, este tipo de reuniones tendrían que hacerse mas de un día, puesto que hay debates importantes que deben ser atendidos para...

“Voy a llevarle una toalla a Liet”

Que tonto... Que tonto soy. ¿Por que me doy cuenta de algo tan importante justo ahora? ¡Seré...! No sé cuentas veces me auto-reproché mientras corría hacia el baño, rezando porque Polonia no hubiera llegado a entrar... Pero fue inútil.
Allí estaba, de pié dentro del baño. Su mirada estaba fija en el plato de ducha de la esquina, donde Toris, de espaldas a la puerta, dejaba que el agua se llevase parte del dolor de las heridas, algunas tan recientes que teñían el agua de rojo. Entre aquel decorado de mármol blanco, nada de aquello se podía ocultar ya.

En una reacción instintiva, sujeté a Polonia del brazo y lo arrastré fuera. Nunca me ha gustado actuar violentamente, pero la situación requería un poco de dureza de carácter. Le lancé una mirada entre suplicante y frustrada con la esperanza de que entendiera un poco la situación sin necesidad de que Toris se llegase a enterar.

-...¿Que demonios...? -parecía en blanco.

-Esto... Hay una explicación... -balbuceé. Parece que yo también me he quedado frío- Por favor, no le digas a Toris que le has visto.

-¿Que quiere decir eso? -giró el rostro hacia mi lentamente, como recuperando facultades tras un shock- ¿¡Que demonios ha pasado!?

¡Ah, no, no! Que gritase es una de las cosas que no quería que pasara.

-Por favor, escucha, no debes...

-¡Explícamelo! ¿Por qué...? ¿¡Quien...!? -pareció quedarse pensativo un momento, abriendo los ojos en sorpresa y llevándose una de las manos a la boca- No puede ser...

-¿Eduard? -escuché entonces la voz de Toris, y casi me deja de latir el corazón. Dejando a Polonia un segundo, fui hacia el baño, recogí la toalla que había dejado caer y convencí a Toris de que todo estaba bien. Luego volví junto a la cama para poner las cosas en claro antes de que saliera de la ducha.

-Polonia, es importante que Toris no sepa que sabes lo de sus heridas. No quería que nadie lo supiese, y menos...

-¿¡Que!? -recibí de su parte una mirada de odio tan intensa que me asustó. Luego alargó el brazo y cogió la pechera de mi chaqueta- ¡En lugar de decir eso tendrías que evitar que las tuviera! ¿Que has estado haciendo? ¡Eres un inútil!

-Ve-Verás...

-Es Rusia... Es el, ¿¡verdad!? Ese maldito y sádico bastardo...

Antes de que despertase a Raivis y alertase a Toris, le sujeté el brazo y lo empujé hacia atrás. Ambos caímos con un ruido seco a la gran cama de la habitación. Poco importa ahora el modo, pero no puedo permitir que la cosa vaya a mas.

-Si, es Rusia -admití, y antes de que Polonia comenzase a despotricar, continué-. Nos utiliza como quiere, nos da órdenes humillantes y eres severamente castigado si no cumples sus normas. Pero todo esto no es ni la cuarta parte de lo que ha tenido que sufrir Toris. Él, que por sus hermanos ha hecho cosas impensables sin tener en cuenta su propia seguridad y salud... ¿Crees que me gusta oír los gritos de dolor de mi hermano mayor? ¿Crees que puedo soportar cuando llora? Dime, ¿que sentirías si viniese a mitad de la noche bañado en sangre a tu cuarto pidiéndote por favor que le ayudes a curarse las heridas? ¿¡Te gustaría!? ¡No sabes nada!

Gradualmente he ido alzando la voz y noto mi cuerpo temblando. La cara que tengo debajo se distorsiona ante las lagrimas en mis retinas. Tengo que darme prisa...

-El no quería que lo supieras -hablé, mas calmado-. No quiere preocuparte, no quiere que hagas locuras. Por favor... Te lo ruego, no le digas nada. Es importante para el que especialmente tu no lo sepas. Por favor...

Mi voz suena extraña, nasal. No es muy común en mi exaltarme tanto, pero creo que gracias a ello he dejado clara la situación. Polonia sin embargo parece un mar de contradicciones. Aprieta los labios mientras con el brazo se tapa los ojos, como a punto de llorar.

-Está bien... -habló con un hilo de voz- Lo entiendo. Está bien.

1 comentario:

  1. ...wtf

    Está bien...

    Está bien... ¡Está perfecto!

    *saca la fusta -como la de Ludwig-* Pero contínua... e_e Creo que nunca me has dejado con tanta intriga...

    Lo de los colores y los nombres fue un puntazo. Y el Poly... Polez.. el restaurante ese tambien xDDD La parte que más me gustó fue la de Estonia, curiosamente.

    Entre que lo roleplayeas genial, y que apenas hay fics y cosas de él, y luego encontrarme esto ha sido tan genial... Quiero más de él *no especifica qué mas quiere porque le censuran el comment (?)* Me encanta como enlazas su pensamiento y la visión que tiene de Toris. Y Letonia y los demás países por ahí rellenando hueco, lol.

    Polonia siendo Polonia. Me mata lo serio que está en este fic. Quería leer algo así de él, no lo mismo de siempre done parezca Paris Hilton con pe... ya sabes lo que sigue *censura, censura lol* Vaaamos, que se declaren yaaa <333 *fangirleo + sparkles*

    Para tu forma de manejar al lituano no hay palabras. Simplemente adorable~

    Y nada más creo, que me estoy esforzando muchísimo por hacer un comentario decente, porque desde que empecé a leer no he dejado de fangirlear, y fangirleando una no está para pensar mucho... xD

    Sigue así, que cada vez que leo algo tuyo me alegro el día :3 *abraza y espachurra* escribiras el segundo capi bajo presion, eh, cofcofcof... Qué mas...

    ah, si. Cásate conmigo cásate cásate cásate cásate cásate cásate cásate cásate cásate ...

    *huye antes de seguir spammeando más* ¡pero continúa! *grita antes de desaparecer* ¡y quiero un hijo tuyo!


    lol. En serio, genialoso.

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