sábado, 27 de junio de 2009

7- Misión posible

Chapter 7: Misión posible.




Se encontraba en una postura incomoda, le costaba respirar y la luz del sol impactaba sin compasión en su rostro. Se removió en una cama mullida y se tapo hasta arriba con una manta pesada y peluda que solo logró que tuviera menos ganas de levantarse. Pronto sonaría el despertador que le daba la señal para ir a clase...

Pero no quería. No tenia ganas. Su cuerpo se enredaba en aquella manta tan agradable al tacto con la esperanza de que hoy fuera festivo o que suspendieran las clases por alguna razón.

-...-ka...-zuka...-Oía una voz desesperada y molesta taladrar sus oídos y enterró la cabeza en la almohada.

"Mnnn... Cinco minutos..."

-¡Tezuka! ¡Levanta!-¿Ese no era Fujiko?

-¡Idiota, aprende de una vez! Es Kikumaru-sempai-¿Y esa voz no era Eiji?

....Momento. Pero si EL era Eiji.
Se despertó y se sentó tieso en la cama, como si un resorte lo hubiera impulsado. La ostentosidad de aquella habitación le hizo parpadear varias veces. Habían pieles colgadas de la pared, mesas de formas extrañas por todas partes, adornos del extranjero, por muy diminuto que fueran, todos de gran calidad, las estanterías de diseño, la alfombra persa que cubría el suelo y la enorme cama donde estaba acostado, con una piel de tigre como manta.

-¿¡Fhe hjemhonnsss...!?-Descubrió que no podía hablar por la obstrucción de algo redondo en su boca. Intentó sacarlo, pero no lo consiguió. Tanteó las dos tiras gruesas de cuero que tenia en las mejillas hasta detrás de su cabeza, deduciendo que tendría algún tipo de mordaza.

-Aquí-Le mostró un espejo de oro Fuji, que mas que un espejo parecía una ficha del tetrix.

-¿¡Hgeff ggghoo!?-Si, era una mordaza. Muy hentai, por cierto.

-Toma-Le pasó una libretita con un permanente su propio cuerpo y al menos recordó el lío de cuerpos y almas. Pero un fragmento de lo ocurrido de una parte hasta ese momento se coló sin ser llamado.

Sobre la cabeza de Tezuka (Eiji) aparece una nube que da paso a sus recuerdos.


Flasback---->Ayer después del secuestro.

El helicóptero aleteó surcando los cielos durante un tiempo que se le hizo eterno, mientras Atobe no se dignaba a sacar la mano de debajo de sus ropas. Sus compañeros, por lo que vio, no estaban un mejor estado que el: Fuji (Momo) tenía las ansias de matar a Yuushi por las nubes y a su propio cuerpo (Kaidoh) le había nacido una vena en la cien mas gruesa que una tubería. Dudaba que no estallara de un momento a otro.

Bajaron de la maquina, que ya lo tenia mareado y con la cabeza desecha en zumbidos, en un lugar despejado, con un bosquecito tras ellos y montañas tras una mansión increíble, a la que entraron.

(Cambio de escena después de que Fuji (Momo) y Eiji (Kaidoh) hayan sido arrastrados a habitaciones diferentes. Se ve a Atobe dejando el cuerpo de Tezuka en su gran cama)

"En fin, aquí estamos. Listos para la acción"

"¡Nyaaa! ¿Que piensas hacerme?¡¡¡¡Pervertmmmhf!!!!!!!"-La lengua de Atobe dentro de su boca le incapacitó un poquitin el habla. Intentó apartarlo de un empujón, pero sus manos también fueron apresadas por las de Atobe, que en un abrir y cerrar de ojos estaba a horcajadas sobre el.

"¿Nunca te han dicho que hablas mucho durante el sexo, Tezuka?"

"Bien, ¡Sera porque no soy Tezuka!... Espera, ¿¡Sexo!?"

"¿Para que mas iba a traerte a mi mansión? ¿Para ver albunes familiares?"-Decía aquello mientras no se molestaba en ser cuidadoso; sacandole la camisa y dejándola enredada en sus brazos y desabrochando de un habilidoso movimiento el pantalón.

"¡Espera! ¡Que no soy.....! Mmm.."-Atobe lamia demasiado dulcemente sus tetillas para haberlo secuestrado y haberlo magreado tanto.

"¿Lo ves? Tus protestas no están justificadas. Mira esto..."-Le tocó la entrepierna, dura.

"Es... ¡Eso es porque me tocas! ¡Me estas violando, nyaaa~!

"¿Y que?"-Continuó con el cuello mientras acariciaba a Tezuka (Eiji) por encima del pantalón, que estaba estorbando demasiado.

"¡Ahh... !Mierda, Tezuka, ¿¡que clase de vida estresante llevas!?"-Maldijo por no haber caído en otro cuerpo.

De otra parte, de forma abombada, se escuchaba una canción algo ruidosa (El opening de Texhnolyze {Guardian Angel})

El pantalón desapareció por arte de Atobe, que actuaba mas deprisa de lo que hablaba.

"¿En serio vas a hacerlo?"-Sus orejitas de gato bajaron, asustado.

"¿Lo dudas?Quería ir despacio contigo, pero eres demasiado provocativo. Iré mas despacio la próxima ronda."

"¿¿¿¡¡¡¡!!!!???"

Varias escenas pasaron rápidamente en su nube de recuerdo:

·Atobe negándose a arrodillarse ante el para estimularle mas, por lo que se acostó en la cama y lo colocó encima en posición invertida, para así ambos poder trabajar.

·Atobe besandole y mordiéndole cada centímetro de piel, mientras sujetaba sus caderas y lo hacia sentarse sobre su miembro.

·La sucesión de gemidos y embestidas del Hyotei, mientras el insistía en la acción de apartarle.

·Atobe cambiando posturas y dejándolo caer en la cama, para luego sacar de debajo de la almohada una mordaza redonda, con las palabras: "Es mejor que no hables" dichas en un tono nada alentador.

-Fin del Flasback-

-¡Oh! ¿Paso todo eso?-Interrogó Fuji (Momo), que había estado espiando en la nube de encima de su cabeza.

Tezuka (Eiji) disipó la nube con la mano y se levantó. Por suerte, llevaba puesto algo; aunque fuera un albornoz de seda "un poco" transparente.
Miro a sus acompañantes, los cuales parecían haber pasado también una noche movida. Fuji (Momo) traía una coletita con un mechón de pelo trenzado a un lado y un collar negro de púas al cuello y su cuerpo una camisa aterciopelada rosa, con unas muñequeras del mismo material y una cinta roja al cuello con un cascabel.

-¿¡Ghhhee hfaajooo...!?-Agitó la cabeza y escribió en la libreta.

¿¡Que pasó con mi cuerpo!?

-Esta bien. Esa niña no tiene una mente lo suficientemente sucia.

-Tenemos que largarnos de aquí. Ese gafotas si que tiene la mente desviada-Señaló la puerta Fuji (Momo), y los tres salieron en silencio por ella. Aquello era enorme, habitaciones y habitaciones y metros de casa innecesarios. Caminaron, amortiguando sus pasos en la alfombra roja del suelo, mirando al primer piso por la escalera de caracol. Alli no había nadie.

Bajaron, siendo lo mas silenciosos que pudieron hasta principios de la escalera... luego se lanzaron como una manada de caballos desbocados hacia la puerta de entrada, que estaba cerrada con un candado exageradamente grueso.

¿Y ahora que, nyaa? - Escribió Tezuka (Eiji).

-Shhh... Se oyen voces...

De puntillas y conteniendo la respiración, se colaron por un pasillo a la izquierda de la escalera, pasaron una salita que era tan grande como las canchas de tenis de Seigaku y se escondieron tras un gran mueble, espiando a la que parecía ser la cocina.

-...delicioso. Era como esperaba de Tezuka.

-Al final lo de la fruta a resultado. De alguna u otra manera.

-Pero hubiese preferido los efectos que provocaba la fucsia-Atobe sorbió de su taza de café.

-"Estimulación del apetito sexual y apaciguamiento"-Leyó en el libro Yuushi-Si, no me extraña. Yo también la hubiera preferido si mi objetivo fuese Tezuka. Pero a Fuji es mejor cogerlo cuando no esta de acuerdo.

Tezuka (Eiji) y Eiji (Kaidoh) miraron a Fuji (Momo).

-No preguntéis-Murmuro, pálido.

-¿Y como van a solucionar lo que les ha pasado?-Preguntó Gakuto, que hacia el pino junto a la nevera.

-Aquí pone que el efecto secundario de la fruta que se tomaron puede ser contrarrestado por la....

-Eso no interesa por ahora-Interrumpió Atobe, y los tres espías lo odiaron como nunca-.Con el cuerpo viene siendo suficiente.

-Si estas tan seguro...

-Pues a mi no me gusta este Kikumaru tan violento-Protestó Gakuto.

Pero los chicos habían dejado de escuchar. Sus miradas se centraban ahora en el libro de botánica de Atobe, el que Yuushi había dejado sobre la mesa de cerámica para continuar con su café.

Caminando pegados a la pared; como si simularan ser parte del decorado, los Seigaku se alejaron del pasillo y se reunieron "secretamente" bajo a la escalera.

-Tenemos que hacernos con ese libro-Dijeron los dos a coro, mientras Tezuka (Eiji) mostraba la misma frase en su libreta.

-Tenemos que idear un plan...-Dijo Fuji (Momo).

.....Un grillo volvió a cantar para recalcar la evidencia de que, contando con las mentes de Momoshiro, Kaidoh y Eiji, no sacarían nada en limpio lo suficientemente rápido.

-Vale. Pensad que hubieran hecho nuestros sempais. Los serios-Le dio a entender a Tezuka (Eiji).

-Inui-sempai no haría mas que sacar porcentajes.

Tezuka no habría sido secuestrado, en primer lugar. - Escribió.

-Mmm... Creo que Fuji-sempai habría sido sutil y.... ¿angelical?-Dijo Fuji (Momo), no dando ni una.

Voces, esta vez seguida de pasos, se oyeron desde arriba.

-Ya te lo he comentado muchas veces, Choutarou.

-Lo... ¡Lo siento, Shishido-sempai! Me esforzaré para la próxima vez-Bajaban las escaleras.

-Eso espero. Mis compañeros deben ser entusiastas. Tu estas muy flojo aun... Tienes que hacerlo mas fuerte. Quieres complacerme, ¿verdad?

"¡¡¡Dios, estos también están liados!!!" -Pensó Fuji (Momo), escondido lo mas abajo de la escalera posible junto con los otros dos.

-¡Lo haré! ¡Con toda mi fuerza!-Los vieron avanzar hacia el pasillo de donde acababan de venir de espiar, con raquetas en las manos y la ropa de deporte.

-Bien. En el próximo partido esmérate devolviendo mis saques.-Y los perdieron de vista. Los tres se recriminaron por pensar mal, pero al mismo tiempo agradecieron a ese par hablar tan poco claramente.

-Pasemos al plan B...

-¿Plan B? ¿Teniamos un plan A?-Preguntó Eiji (Kaidoh).

-El caso es que tenemos que escapar. Y mas importante, ¡conseguir la formula para regresar a nuestros cuerpos!

-Estamos de acuerdo por primera vez, fhssss.

-Así que habrá que seducirlos.

-Ya no estamos tan de acuerdo-Murmuró muy convencido Eiji (Kaidoh).

-¡Atente al plan, Mamushi!

-¡Cierra la boca, idiota! Si tanto te mola el gafitas ve y móntatelo con el tu solo.

Tezuka (Eiji) les dio un libretazo a cada uno y escribió.

Momo tiene razón, hemos de hacer cualquier cosa. Es solo para distraerlos.

-.....¡Maldición, esta bien!

Los tres se levantaron, volvieron al pasillo, respiraron hondo... y empujaron a Tezuka (Eiji) dentro de la cocina, escondiéndose tras aquel armario.

-Ohh, el principe de mi reino ha despertado-Dijo Atobe, dejando la taza en la mesa. Tezuka (Eiji) se tapó lo que pudo con la prenda semitransparente y avanzó quedamente hacia el chico. Yuushi le miraba de arriba a abajo y Gakuto aprovechaba su afición a la gimnasia para mirarle las piernas.

Atobe extendió el brazo para recibir a Tezuka (Eiji), que posó una mano en su hombro y se arrimó a el, erizándosele la piel cuando la mano de Atobe le sobaba el trasero.

-¿Como has dormido? ¿Todo de tu gusto?-Tezuka señaló la mordaza-Me temo que no puedo quitártela.

Tezuka (Eiji), escribió en la libreta.

Quiero besarte.

-Complaciente... Que agradable cambio a comparación con ayer-Y Atobe le sacó la mordaza después de entretenerse un poco con las cintas. Tezuka (Eiji) se limpió los hilillos de saliva que se querían escapar de sus labios. Luego, recordando que sus compañeros confiaban en el, se inclinó, cerró los ojos y le rozó los labios al secuestrador.

-No me sirve-Le regañó Atobe-Creo que puedes hacerlo mejor, ¿ahh?

Su cara de burla y sus palabras que le hacían sentir como un esclavo lo irritaron. Pasó una pierna por encima de el, sentándose en su regazo, lo sujetó de la nuca y, pensando que era Oishi, le plantó un beso furioso.
Shishido, que se llevaba una tostada a la boca, la dejó caer y Gakuto perdió el equilibrio de su acrobacia y cayó dolorosamente al suelo.

En el escondite....
"¡¡Eiji-sempai, te has pasadooo!!"

Necesitando aire, se separaron.

-Esto es otra cosa-Se pasó la lengua por los labios Atobe-¿Quieres desayunar?

-Si, pero...-Mirada seductora, haciendo circulitos con el dedo en el pecho de Atobe-Arriba... en la habitación... No se si me entiendes, nya...

Choutarou se atragantó con la leche.

Otra vez, en el escondite...

-¿De donde habrá aprendido eso?-Susurro Fuji (Momo).

-¿Oishi-sempai?

-Joder...

Atobe no se hizo de rogar. Se levantó y cogió por la muñeca a Tezuka, arrastrandolo fuera. Estaba tan ciego por la lujuria que no vio a dos muchachos junto al armario, haciéndose pasar por plantas de interior. Tezuka (Eiji), gemía su desgracia interiormente.

-¿Que hacéis?-La voz de Yuushi les quitó la idea de que eran plantas de la cabeza. Se miraron entre si y dieron un paso hacia delante. Tenian que ser sutiles, seductores....

-Va-¡Vamos arriba! ¡Te dejaré seco!-Soltó Fuji (Momo).

-¡Eso mismo! Fhsssss...

-....¿Tu también te me entregas? Que sorpresa...-Miró a Eiji (Kaidoh), con un tic en la ceja y con ganas de matar.

-¡Ni hablar!-Apareció saltando Gakuto, aferrándose al brazo de Eiji-El gatito es mio.

-¡Dejalos!-Cogió de la mano a Yuushi Fuji (Momo), arrastrándolo muy poco seductoramente-¡Follemos y punto!

Y, a trompicones, desaparecieron.

-Kikumaru, desayunemos-Dijo el contento Gakuto, llevandolo a la cocina, donde los impresionados Shishido y Choutarou se marchaban por la puerta trasera a las pistas del jardín.

Aquello era excesivo... Vale que pareciera una niña... Vale que tuviera ese cuerpecito de mega uke que clamaba los cielos... ¡Pero era una maldita nenaza! Ahora le pretendía dar de comer en la boca, diciendo que el rosa era su color y con la intención de peinarle después.
Recordó lo de ser seductor........ ¡Y una mierda seductor! Cuando pudo, cogió del pelo a Gakuto y le dio contra la mesa de la cocina. Dos espirales giratorias suplantaron sus ojos y cayó al suelo, desmayado.

Y si, eso era lo mas "seductor" que sabia hacer Kaoru.

Cogió el dichoso libro por fin, y, con toda tranquilidad, miró las paginas. Encontró una marcada y leyó lo mismo que Yuushi pretendía cuando Atobe se metió de por medio.

-"El efecto secundario de la fruta...(Se saltó el nombre porque era impronunciable) puede ser contrarrestado por la fross...(También dejó el nombre sin pronunciar).A su lado, una hortera naranja fucsia con el mismo nombre. Soltó el libro y fue al frigorífico, que parecía mas un armario empotrado, y la halló nada mas abrirlo. Con su color tan cutre...

La cogió, la metió en el bolsillo de sus pantaloncitos cortos y se lanzo al teléfono.

************************************************************


¡Yooo, soy sádico porque el mundo me ha hecho asiiii...!

-Anda, mi móvil...-Oishi (Fuji) contestó-¡Sii, yo al aparto! ¿Quien va?

*¿Oishi-sempai?

-Nooo.

*Emmh... ¿Fuji-sempai?

-¡Siiii! ¿Como estas, Eiji? ¿Que tal el secuestro? ¿Todo bien?

-¿¡Es Eiji!?-Le arrebató el móvil Ryoma (Oishi)-¡Cariño!

*¡Dejadme hablar, coño! Estamos atrapados en la mansión de ese loco en algún lugar...

-Ah,es Kaidoh...-Esta vez Momo (Inui) fue el que se hizo con el celular.

-Kaoru, ¿que llevas puesto...? Cof, cof .Es decir, ¿donde estáis?

*No se....

*¡En Karuizawa!-
Se escuchó, al igual que el grito de Eiji (Kaidoh).

*¿Que demonios? ¿No estabas dejando seco al gafitas?

*Lo dejé seco, si... ¡De un golpe, jajajaja!


-Tranquilos, iremos para allá lo mas rápido que podamos y...-Kaidoh (Tezuka) le dio un hostión al cuerpo de Momo y cogió el móvil en el aire.

-¿¡Donde estoy!?-Chilló.

*Tu sabrás, yo que sé....

-Me refiero a mi cuerpo. ¿Donde está? ¿Está bien?

*....Si llamas "bien" a estar fornicando con Atobe... Si, perfectamente.

-¿¡¡¡QUE!!!!?-Kaidoh (Tezuka) se volvió estatua otra vez y se desintegró.

*Ah, y tengo la solución para los cuerpos...

Kaidoh (Tezuka) volvió a recomponerse.

-¡Vamos para allá! ¡Buen trabajo, esperad refuerzos!

*¡Recibido! Cambio y corto...

Y así, como si de una aventura de "los ángeles de Charlie" se tratase, dejaron Kioto (donde acompañaron a Yukimura al hospital después de haber muerto tres veces en el tren), y se encaminaron al frescor de Karuizawa.

De vuelta a la mansión....

-¿Como sabes que es Karuizawa?

-Me lo dijo el de las gafas... Deberíamos ayudar a Eiji-sempai...

-Deberiamos, si...

-¿Que le has hecho a ese?-Señaló a Gakuto.

-Lo mismo que tu al otro.

-No deberías pegar a las mujeres, mamushi...-Risita.

-¡Cállate!

Y esperaron bajo la escalera, después de esconder el cuerpo de Gakuto, hasta la llegada de refuerzos. El cuerpo de Tezuka quedo en manos de Keigo sin que nadie se dignara a ayudarle.

Pero Tezuka (Eiji) no había gritado su tercer orgasmo cuando la puerta de la entrada a la mansión fue derribada.
Disipándose el humo, cinco siluetas entraban al recinto con aire de salvadores del mundo.

-Con permiso-Dijo Kaidoh (Tezuka), sin ser descortés; a pesar de haber volado la puerta segundos antes.

Se reencontraron todos felizmente en el recibidor de Atobe, lleno de escombros.

-¡AAHHHHH!-Vale, no todos.

Shishido y Choutarou los descubrieron intentando allanar la morada de su capitán e intentaron detenerlos. Los Seigaku huyeron al helicóptero estacionado a un lado del jardín, donde un Oishi (Fuji) demasiado dispuesto se prestaba a pilotarlo.

En desesperación por salvar algo de la virginidad de su cuerpo, Kaidoh (Tezuka) se hizo con los mandos y estrelló un lateral del helicóptero contra una ventana del segundo piso, donde ambos miembros de la habitación fueron descubiertos con el culo al aire, literalmente.

-¿¡Pero que...!?

-¡Devuélveme, bastardo!-Gritó el dueño del cuerpo.

-¡Esto es allanamiento y violación de la intimidad!-Chilló Atobe, sin soltar aun el cuerpo de Tezuka, que respiraba agitado por la finalizacion de su tercer orgasmo.

-¡Lo dice un tipo que roba cuerpos de otros! ¡¡Y SACA TU..."COSA" DE MI!!

[Se esta llevando a cabo una importante discusión diplomática entre capitanes, por favor, espere hasta que las palabrotas hayan cesado, gracias]

Después de haberle dejado ciertos "puntos" aclarados a Atobe y haber recogido lo que era suyo, el helicóptero; aboyado de un lado, emprendió la marcha hacia la libertad. Léase: Que fue dando tumbos por el aire gracias a las "grandes habilidades" que Syuusuke afirmaba que tenía como piloto.
Sakuno, que se había aficionado a los deportes de riesgo, bajaba en paracaídas en ese momento, chocando con las hélices de la maquina y rebanandola como un pan de molde. En fin, cosas que pasan en los deportes peligrosos...

-¿La fruta?

-Esta aquí.

-Por fin podremos salir de este lío.

El helicóptero empezó a echar humo y a caer en picado. Aun así, Oishi (Fuji), estaba sonrientemente feliz.

-Eso si no nos matamos antes. ¡Estabilízalo, Fuji!

-Imposible. Algo se a enredado en las hélices-Sonrisa despreocupada.

(Véase las trenzas de Sakuno obstruyendo las hélices)

Y calleeeeeeeron a los albores de la tempestad... Ah, no, que eso era el señor de los anillos...



6- El culpable

Chapter 6: El culpable.


Como la obviedad de que el jugo Inui 02 no había funcionado para nada mas que una impresionante resaca, los chicos pasaron al plan B...

(Véase a Momoshiro (Inui) atado a la vía del tren)

-¡Chicos, esperad! ¡Hay una explicación muy buena para definir el fallo del zumo!

-Se siente, Inui. La vida es un juego, ¿no? Pues tu ya has agotado todas tus vidas extra...-Todos miraron a Kaidoh (Tezuka), preguntándose de donde había sacado semejante parida.

-¡Un momento, que ese es mi cuerpo!-Se colocó frente al capitán Fuji (Momo)-Para acabar con el antes deberéis pasar por encima de mi cadáver.

-No seas tan generoso con un cuerpo que no te pertenece-Abrió los ojos mortalmente Oishi (Fuji).

Segundos después, ambos estaban atados a la vía junto a Momo (Inui).

-¿Alguien mas que desee ofrecer un cadáver ajeno?-Comentó Kaidoh (Tezuka), tensando una cuerda y mirando a los que aun estaban en pie, los cuales negaron con la cabeza.

Sin embargo, lo que vieron aparecer no fue un tren, ni una motora, ni el tren bala ni algo sumamente parecido. Se trataba de un remolcador, con sus cuatro ruedas chirriantes, su espacio de madera para dos personas y esa palanca que tenias que mover arriba y abajo si querías avanzar.
La figura al viento era la de un muchacho con ropas caras, pelo grisáceo y una arrogancia que se olía a kilómetros. Haciendo todo el trabajo con la palanca venia un armario empotrado sin expresión.

-..."Y el noble, con su increíblemente dotada elegancia y soltura hereditaria de generaciones que ni podían compararse con el en modales, se acercó al grupo de desconocidos, que lo observaban, deslumbrados ante tan magnificencia y dijo..."-El remolque se detuvo con un chirrido, rozándole la mejilla a Momo(Inui)-Buenas tardes, indigentes.

-¿Atobe?-Frunció el ceño Kaidoh (Tezuka).

Efectivamente, el chico Hyotei extendía sus brazos, de pie en el remolque, con sus ropas caras hondeando en el viento, con su pelo grisáceo brillando al sol, con un Kabaji (antes confundido con un armario) tomando la palanca listo para continuar su camino a un orden de Atobe.

-¡Así es! Ya se que mi presencia os provoca cierta excitación pero por favor, contened vuestro ardor-Y en medio de su discurso y su posturita de rey, echó una miradita al cuerpo de Tezuka, que ese día iba vestido con una camisa de manga corta verde oscuro y pantalones por debajo de la rodilla militares-¿No hay nadie que quiera decirme algo? No se, unas palabras amables como por ejemplo "Hoy estas mas guapo de lo normal, Atobe-sama" o "Anoche tuve un sueño húmedo contigo, mi señor" o mejor aún: "Conviertame en su mascota, haré lo que me pida de ahora en adelante, ¡¡¡Ore-samaaaa!!!"

A Atobe se le onduló el cuerpo como una gelatina y empezó a vibrar.

-...

Atobe volvía a su cuerpo solido, e hizo aparecer una rosa roja recién cogida en su mano, para olerla elegantemente.

-¿No? ¿Y tu, rival Tezuka?-Mirando el cuerpo de Tezuka, pero el que habló fue el de Kaidoh.

-¿Que se supone que deba decirte? Lo único que se me viene a la mente es la duda del porque estas aquí...

-¿Mm? ¿Y a ti quien te ha preguntado? No me interesan las opiniones de alguien que no puede vencerme.

-¿¡Qu-!?-Iba a saltarle al cuello a estrangularlo como un pollo Eiji (Kaidoh) cuando su cuerpo le colocó una mano en el pecho para impedírselo-¡No me detenga, buchou!

-No lo hagas, Kaidoh...-Hablando con voz de drama, como si la conversación fuese cuestión de vida o muerte.

Atobe, que no solo se gastaba un tipazo clasificable con nota alta (Palabras del mismo Atobe), se dio cuenta de que algo pasaba. Empezando por el detalle de que habían tres Seigakus atados a la vía.

-¿Que ocurre aquí?

-Nada.

-No soy estúpido-Levantó una ceja marca arrogant Keigo-Oh, ¿puede ser que haya pasado algo con cierta fruta mortífera que fue comprada ilegalmente en un puesto de mala muerte en un callejón?

-¿¡Sabes de la fruta!?

-Pues no. ¿He acertado? ¿Era una fruta ilegal?-Se hizo el desatendido.

-¡Nosotros tampoco somos estúpidos!-Gritaron a coro.

-¡Mira lo que se ha desencadenado por tremenda estupidez!-Grito furioso Eiji (Kaidoh).

Y le explicaron sobre la marcha quien era quien, omitiendo detalles vergonzosos, claro está.

Atobe se llevó su elegante mano a su elegante mentón.

-...Kabaji, libro-Ordenó, extendiendo la mano.

-Uss...-Abrió la mochilita a sus pies y le pasó una guía de frutas y plantas del mundo.

Atobe la abrió, página 19, donde releyó el articulo.

-¿Pero como puede haber fallado un plan preparado meticulosamente por mi? ¡No me lo explico! ¡Es imposible! ¿Verdad,Kabaji?

-Uss...

A Momo (Inui), aun atado a las vías del tren y con la rueda del remolque casi aplastandole la cara, le apareció una bombilla sobre la cabeza, que parpadeó y se iluminó.

-"Un chico alto y que parecía estar estornudando"-Recordó las palabras del brujo-¡Entonces eras tu el frutero!-Acusó a Atobe, que seguía murmurando sobre su plan fallido.

-¿¡Le compraste algo a este!?-Chilló Tezuka (Eiji).

-Un respeto por la nobleza. Para ti soy Don Atobe-Se apartó el pelo el ricachón.

-¿Y que coño hacías vendiendo frutas? ¿Ya has gastado todo el dinero de tus padres o que?-Gritó Fuji (Momo), intentando soltarse de las cuerdas.

-¡Ja, observa y llora, Syuusuke Fuji!-Se llevó la mano al interior de su camisa y sacó un abanico de tarjetas oro, que resplandecían-Todas de cuenta propia. ¡Ah! Y este es mi móvil nuevo...-Y les enseñó un ultimo modelo negro, plano, cuyas teclas eran diamantes y le colgaba un llaverito con la cara animada de Tezuka.

-¡Basta de presumir, frutero!-Se adelantó Eiji (Kaidoh)-¡Soluciona todo esto ahora mismo!

-¿Te atreves a darme ordenes, adolescente de clase baja? Ademas, yo no tengo la culpa de vuestra ignorancia natural. Si por mi hubiese sido, no me habría atrevido a comer algo de un color fucsia tan sospechoso...

-¿Fucsia?

-¡Deja de delirar, Atobe!-Se metió Kaidoh (Tezuka)-Era malva.

-Eres tu el que alucina, era fucsia.

-¡Que no, que era malva y con bultos!

-¡Que no me contradigas, coño! ¿A que era fucsia, Kabaji?

-Uss...

-¿Lo ves?-Postura infantil que indica que ha ganado de Atobe.

-¿Y eso se interpreta como un si?-Dejó caer los hombros Ryoma (Oishi).

A Fuji (Momo) le apareció la misma bombilla en la cabeza que a Inui, que parpadeó...y se fundió.

-¿Alto que estornuda? ¿Eso es un estornudo?

Nadie le hizo caso, pues ambos capitanes peleaban por el color de la fruta.

-¡¡Era malva, joder!!

-¡¡Fucsia y se acabó!! ¡No me contradigas o tendrás problemas con mis abogados, barriobajero!

-Pero que mas dará el color de la fruta..-Suspiró Inui (Ryoma).

-¡Jajajaja!-Reía Oishi (Fuji), sacando otra foto para la colección.

-Esto se esta saliendo de contexto...-No hacia nada por intentar liberarse Momo (Inui), solo hacia nota mental de todo para luego apuntarlo-¿Quien se creería que un grupo de adolescentes sanos están en medio de ninguna parte discutiendo sobre el color de las frutas? Es tan ridículo que no creo que nada lo supere...

(Insertese aquí el sonido escandaloso de un helicóptero)

Los muchachos miraron al cielo...

-¿Para que mierdas habré abierto la boca?-Se maldijo Momo (Inui).

Un helicóptero volaba sobre sus cabezas, con el dibujo de la cabeza de Atobe con rosa roja entre los labios y una cutre corona de rey dibujado en un extremo del aparato. Una escala de cuerdas cayó de la puerta cuando esta se abrió y se asomó Shishido.

-¡Capitaaaan! ¿Está bieeeen?-Alguien lo apartó y apareció entonces medio cuerpo de Yuushi, con gafas de aviador y un megáfono.

-¡Atobe, abstente de tocar cualquier cosa que veas! ¡A saber de que estará!

Los chicos Seigaku se ofendieron uno por uno.

-¡Dejame ver a mi tambien, Yuushi!-Por entre las piernas de Oshitari se vio la cabellera roja de Gakuto, que casi es aventado fuera del helicóptero. Y por muy acrobático que fuera, la geta se la partía fijo.

-¡Sh-Shishido-san! ¡Ten cuidado!-Los brazos de un tímido y megapreocupado Choutarou rodearon la cintura de su sempai, negándose a mirar hacia abajo.

-¡Mira, mira! ¡Eiji Kikumaru!-Señaló Gakuto-¡Atobeeee! ¿Funcionó la fruta? ¿Me lo puedo coger yaaaa?

El cuerpo de Tezuka frunció el ceño y miró a Atobe, que ni se inmutaba.

-¡Cierto, la fruta!-Se acordó Yuushi, pegando los labios al megáfono-¿Funcionó? Porque ahora mismo bajo y cojo al mio...-Y, sin que nadie lo notara, busco la silueta de Fuji entre los cuerpos diminutos de abajo.

(Rectificación del titulo: LOS culpables)

Después de aterrizar, medio club de tenis Hyotei salió de la maquina. El piloto, que era Taki, no se molestó en salir.

-¿Que pintáis todos aquí?-Quiso saber Fuji (Momo).

-Bueno, es que Atobe-san...-Tartajeó Choutarou.

-Quiso conducir el tren y sobornó al conductor-Aclaró Shishido.

(Véase el tren conducido por Atobe kilómetros mas allá, volcado tres metros lejos de la vía mientras la gente lo evacuaba).

El pelirrojo acrobático del Hyotei se acercó con andar seductor al pelirrojo acrobático del Seigaku.

-Se me están ocurriendo muchas cosas en las que emplear esa elasticidad física que posees-Y mirada lujuriosa. O eso intentó, pues con su carita de fémina solo pareció que lo estaban regañando.

-Si tienes algo que decirme habla claro, niña-Saltó con su buen humor Eiji (Kaidoh).

-¿¡Niña!?-Se escandalizó-¡Pues tu no pareces un macho que venga de marcar ganado, bonito!

-¿¡Como has dicho!?-Lo sujetó del cuello de la camisa.

-¡Atrevete conmigo! ¡Yuushi, dile algo!

-Eres la perfección encerrada en un cuerpo igual de angelical...-Voz de Yuushi.

-¿Eh?

Miraron al muchacho, que en ese momento estaba arrodillado en la vía del tren, hablándole a Fuji (Momo), que aun no se libraba de las cuerdas y mostrandole la rosa roja que le había cogido prestada a Atobe.

-Oye, tío, que no me vas...-Aclaró Fuji (Momo).

-Cambiarías de idea si me conocieras. Soy bastante ambiguo, aunque no lo parezca...

-Hombre, pues abría que verlo...-Sonrió Oishi (Fuji), que de alguna forma se había desatado.

-Un momento. Ha habido un error que, estoy seguro, no fue mio-Se cruzó de brazos Atobe, explicando de nuevo el lío de almas, cuerpos y frutas FUCSIAS.

-Y dale... ¡Que era malva! ¿Lo ves? ¡Es esta!-Kaidoh (Tezuka) le mostró el dibujo de la maldita fruta en el libro de botánica del querubín.

-¿De que hablas? Te creía mas listo, Tezuka. Es esta...-Y señaló la pagina de al lado.

-¡Inui! ¿Cual era?-Kaidoh (Tezuka) de acusica, enseñándole ambos dibujos a Momo (Inui).

-La malva con forma de kiwi. ¿Me desatáis?

-¡Ya ves!-Lo ignoró.

-Atobe, tienen razón...-Susurro Yuushi.

-¿¡Que!?

-Echaste esa -Dijeron a coro sus compañeros de juego, señalando la malva.

-..........Mierda. Pero eso significa que aun nos queda una oportunidad. ¡Rápido, al Ore-cóptero!-Sentenció Atobe, bajándose del remolcador con su libro bajo el brazo. Chascó los dedos y señaló el cuerpo de Tezuka. Kabaji fue y lo cargó al hombro.

-¡Nyaaa, esperaaa! ¿Que haceees?

-Me importa poco quien este dentro, solo me interesa el cuerpo de Tezuka-Dijo, subiéndose al Ore-cóptero, seguido por Kabaji y un Tezuka (Eiji) que pataleaba.

-¡Bien dicho!-Apoyó Yuushi, desatando el cuerpo de Fuji y volviéndoselo a atar a la espalda para llevárselo también al helicóptero.

-¡Hey, un momento!-Veía partir a su cuerpo Kaidoh (Tezuka).

-¿Que pretendes hacer?-Se adelantó Ryoma (Oishi).

-Tantas cosas que no me daría la saliva para contarte-Sonrió perversamente Atobe. Gakuto había sacado un spray anti-violadores, solo que no tenia liquido, sino un gas somnífero que le echó a Eiji (Kaidoh) a la cara. Este cayó a los brazos del pelirrojo, que quiso hacerse el hombre fuerte, pero que falló estrepitosamente.

-Te ayudo-Se prestó Inui (Ryoma).

-¡Oh, gracias!-Y ambos cargaron al cuerpo de Eiji y lo soltaron sin cuidado en el piso del trasporte.

-Echizen, ¿¡te has vendido al enemigo!?

Shishido y Choutarou subieron también, algo apretados, y Taki puso en marcha el Ore-cóptero.

-¡Arriverderci!-Se despidió con la mano Atobe, que sostenía en su regazo el cuerpo de Tezuka.

-¡¡Quieto ahí, mal parido!!-Levantó el puño Kaidoh (Tezuka).

-¡Tranquilo, Tezuka! ¡Siempre nos quedara el tenis!-Se alejaban volando.

-¡Devuélveme a Kaoru!-Gritó Momo(Inui), rompiendo las cuerdas con su super fuerza sacada del famoso "poder del amor".

Pero ya no se les veía.
Kaidoh (Tezuka) perdía la cuenta de cuantas veces su cuerpo había sido robado.

-¡Debemos hacer algo!-Dedució Ryoma (Oishi).

-Ahora si que las cosas no podrían ir peor...-Se sacudió Momo (Inui).

(Insertar aquí sonido de tren)

El grupo restante miró a su izquierda, donde venia efectivamente acercándose el tren de las seis.

-¡Inui, mantente callado!-Chilló un ya histérico Ryoma (Oishi).

-¡Gafe, sempai!-Se protegió Inui (Ryoma) tras sus dedos en cruz.

-¡Jajajaja, me tienes que enseñar a serlo, Inui!-Reía Oishi (Fuji).

-¡Mas garbo, chicos!-Gritaba Kaidoh (Tezuka).

Pues los cinco muchachos abandonados en las vías, ahora huían del tren con el remolque que se había dejado Atobe. Dos en un lado y otros dos en otro, subían y bajaban la palanca, poniendo cara de velocidad, mientras Inui (Ryoma) veía a los demás trabajar mientras se tomaba una ponta; que nadie sabia de donde las sacaba, pero que las producía en masa.

-Andá... ¿Seigaku?

Una voz se escuchó tras sus espaldas, mezclada con el traqueteo del tren. Sin parar de darle a la palanca para salvar sus vidas de ser arrolladas, giraron la cabeza para verse a Kirihara, con la boina de conductor ferroviario.

Asomó la cabeza por la minúscula ventanilla, como si estuviera conduciendo un taxi y hablo entre chillidos.

-¡Que sorpresa! ¿Que os trae por aquí?

-¡Desgraciado, para el tren! ¿Quieres matarnos?-Chilló Kaidoh (Tezuka).

-¿Como me has llamado?-Se le pusieron los ojos rojos modo asesino psicópata y aumentó la velocidad-¡Ahora vereeissss!

Los chicos aumentaron su trabajo para darle velocidad al cacharro.

-¡A este paso nos mataremos nosotros mismos, Tezuka!-Se agarraba al cuerpo de Inui Ryoma (Oishi), ya que amenazaba con salir volando.

-Uno, dos,uno, dos... ¡Vamos, chicos! ¡No podemos dejar que el Rikkaidai nos derrote!-Kaidoh (Tezuka) desvariando por el esfuerzo que suponía salvar sus vidas.

-Hay un 86 % de probabilidades de que no podamos frenar y nos estrellemos-Momo (Inui) se las arreglaba para escribir.

-¿Una predicción de gafe?-Sonrió Oishi (Fuji), que era el mas que se divertía en esos momentos.

-¡Aumentemos el ritmo!-La muletilla de Kamio se escuchó... Y el mismo Kamio apareció corriendo junto a ellos.

-¿¡Pero que demonios...!?

-¡Momoshiro! ¡Estoy harto de esperar! ¡Acuéstate conmigo de una santa vez!-Chilló el pelirrojo.

-¡¡Esto no tiene una pizca de sentido!!-Se llevó las manos a la cabeza Momo (Inui)-¡Rebasa mis probabilidades!

-¡Momoshirooo! ¡No me obligues a aumentar el ritmo!

-¡Ahhhh!-Grito de guerra de Kirihara, que se pasó la lengua por los labios... Cuando un golpetazo en la cabeza lo dejó inconsciente y mas despeinado de lo que estaba ya. Un tipo megaserio con gorra aminoró la marcha del aparato.

Los Seigakus dejaron de darle a la palanca y esperaron a que se suavizara para mirar a su salvador.

-¿Sanada?-Se preguntó Inui (Ryoma), y sus lentes brillaron. Kamio se subió al remolque.

-¿Bromeas? ¿Es el?

-........¿Que estáis haciendo?-Palabras del chico de la gorra.

-De picnic-Ironizó Kaidoh (Tezuka)-Dejanos subir...



Ya instalados en el tren, en el cual encontraron a ¡Oh, sorpresa! un Yukimura con cara de enfermo, Ryoma (Oishi) y Momo (Inui) trajeron comida del vagón restaurante, ya que estar a punto de palmarla daba mucha hambre.
Kirihara, mas relajado y con un chichón inmenso en la cabeza, se tomaba un té.

-¿Y a donde se dirige este tren?-Preguntó sonriente Oishi (Fuji).

-A Kioto-Contestó simplemente Sanada, mirando de reojo a Ryoma (Oishi), que no se comportaba como de costumbre.

-Recomendación del médico-Sonrió Yukimura-.Es que mis padres se preocuparon por todas las veces que moría al día, así que me recomendaron la paz de Kioto.

-Oh, ya veo.

-¡Kioto!-Resopló Kaidoh (Tezuka)-Y mientras, mi cuerpo va de camino vía aérea a otro lugar...

-Tenemos que salvarles. Los Hyotei son gente que se toma en serio las cosas-La mente responsable de Oishi salió con la voz de Ryoma.

-No hay datos de a donde pueden haberse ido.

-Bueno, es cuestión de buscar-Risita Oishi (Fuji).

-¿De que habláis?-Se metió Kamio. Después se levantó y cogió por la muñeca a Momo (Inui)-Mas importante que eso, ven conmigo.

-¿Hum?

-Rápido. El servicio servirá. ¡Ten algo de ritmo y levanta!

-¿?-Momo (Inui) se dejó arrastrar hasta el servicio, al fondo del vagón.

-.....

-¿¡Que pretendes!?

-No te hagas el inocente. ¡Sácate el tuyo también!

-¡Que yo haga semejante cosas contigo no tiene probabilidades! ¡Ni una!

Se oyen sonidos de golpes, como si la puerta hubiera sido trancada para impedir salida.

-...Entonces, a Kioto, ¿no?-Se olvidaron de el.


Y mientras, de camino a otro lugar . . .

-Te poseeré tantas veces que perderás la cuenta, Tezuka...

-¡Que no soy Tezuka! ¡Nyaaa, tu mano, TU MANOOOO!

-¿No te gusta esto?

-Tu belleza hace estremecer mi cuerpo.... Eres un Dios, Syuusuke Fuji.

-¡Y tu hombre muerto como te atrevas a besarme otra vez, capullo!

-¡¡¡Mmghhhff!!!

-¿Que diceeees? No puedo entenderte, Kikumaru... jajajaja.

-¿Porque lo has atado y amordazado?

-Es que es muy violento. Y no quiero que vuelva a llamarme "eso".

-¿Niña?

-¡Cierra el pico, Shishido!

-¡¡SACA LA MANO DE AHIIIII, NYAAAAA~~!!

-¡¡Que no me beses, cabronazo!!

-¡Mmmhggfff!


viernes, 26 de junio de 2009

Rossíya

Rossíya

El viento soplaba con fuerza. Le daba en la cara, le helaba los párpados y le entumecía la parte que la bufanda no podía tapar.
Giró sobre si mismo y miró hacia atrás... ¿Donde estaba?

Mirase donde mirase, un manto de nieve blanca y nubes grises le vigilaban. El silbido del viento fue lo único que pudo escuchar, ya que no alcanzaba ni a hoy su propia respiración, ni siquiera los latidos de su propio cuerpo.

Alzó las manos, cubiertas con guantes gruesos de lana y algodón. Luego se palpó el pecho, donde su enorme y grueso abrigo impedía que se congelase. Sus ojos amatista, entrecerrados ante la corriente de viento y aguanieve, otearon en busca de algún resquicio de camino, de horizonte...

¿Cuando se había perdido? ¿Cuando había comenzado aquella tormenta? Es mas...¿Que estaba haciendo allí?
Retrocedió unos instantes antes...¿Que estaba haciendo antes de aparecer en aquel lugar inhóspito y familiar?

Duramente familiar...

Oh, si. Estaba en una reunión de estado. ¿Quién estaba hablando? Estados Unidos...¿O Alemania, quizás? No lo recordaba... No recordaba nada. Sentía su mente pesada entre aquel panorama desolador, aunque ya tuviese que estar acostumbrado a el...y a la soledad que suponía.

Separó sus manos del pecho y dio un paso al frente, hundiendo la bota de piel en la nieve. Frunciendo el ceño e intentando mirar al frente, siguió avanzando. Pero le daba la impresión de no moverse; como si el paisaje a su alrededor lo hiciera por el.
Cuando se detuvo para ajustarse la bufanda, una potente ráfaga de viento fría se la arrebató del cuello, y quedó instantáneamente helado mientras la veía desaparecer entre los nubarrones, elevándose en el aire como muchas había deseado poder hacer él mismo...

Bajó la vista, y no tuvo tiempo para lamentarse, pues descubrió un manto de nieve impecable de huellas tras de si. El viento pegaba fuerte, y era muy posible que las hubiera tapado a su paso...Pero descartó esa teoría cuando levantó los pies de su sitio, primero uno y luego otro...Y el suelo no parecía sucumbir ante su peso. La nieve seguía allí, plana e impasible como un cristal.

Miró a los lados, rodó los ojos con lentitud atisbando el suelo y tenía intenciones de mirar al cielo, cuando algo mas que el silbar tenebroso del viento helado le llegó desde lejos.

Fue como un grito...

Una vocecilla mezclada con el aire...Como si saliera de los propios copos de nieve que ahora le atosigaban el rostro.
Frotándose los ojos con la manga del abrigo, volvió a girarse al punto que, principalmente, estaba siguiendo. El viento describió hondas, como esquivándole, y aquel llanto hizo eco con mas fuerza en aquel lugar que parecía un mundo aislado.

Era como un susurro lastimero...Como el sollozo de un niño asustado que se ha perdido en una gran ciudad.
Dio una vuelta completa sobre su eje, usando su brazo para cubrir parcialmente sus ojos y poder ver. Hacía rato que no sentía parte de la cara, pero ese detalle ahora no le interesaba tanto.

Dio dos pasos torpes hacia delante...Y luego cuatro zancadas a un lado, arrastrado por la ventisca. Allí no había nadie...No debería haber nadie, incluido él.
Retrocedió y cogió impulso para volver a su punto de partida, cuando se paró en seco.

Frente a él, un niño.
Un joven ataviado con una gran toga gris, que se azotaba peligrosamente con el viento, dejando ver una ropa muy fina cubriéndole su cuerpo delgado. Tenía los puños apretados contra los ojos, mientras su llanto se oía tan claramente que parecía sobrenatural. Fue como si todos los demás sonidos del lugar se apagasen de golpe.

Rusia alargó el brazo, titubeando, hacia aquella personita abatida. Sus manos ahora sin guantes aparecieron frente suya, y por un momento se quedó traspuesto. Miró al joven, que en algún momento había adoptado una postura recta, con mirada baja y brazos caídos hacia un lado. El llanto seguía arremetiendole contra los oídos, pero desde luego ya no provenía de aquel muchacho que poco a poco levantaba cabeza para mirarle con ojos fríos, distantes y desconfiados...

...de color amatista.

Soportó aquella mirada idéntica a la suya. Aquella mirada que poseía de niño, llena de soledad.
Cuando lo vio avanzar un paso hizo un ademán de alejarse, pero no supo porque no lo hizo. Se quedó allí, clavado en el suelo, dejando que aquel viento silenciosamente siniestro le azotara el cuerpo, mientras se veía a si mismo de niño deteniendo su paso de pies descalzos frente a el, estirando unos pálidos y delgados brazos, cerrando los ojos y se aferrándose a su cintura.

“Volvamos”-dijo en un perfecto Ruso, y no supo exactamente a que se refería. Bajó la cabeza para ver el brillo de aquellos ojos mirándole, sin rastro alguno de abatimiento- “Ya no tenemos que estar aquí. No tenemos que estar solos...Volvamos con ellos”

Y nada mas terminar esa frase, el tiempo pareció volver a fluir. El fuerte silbar del viento y la incómoda aguanieve le obligó a volverse a cubrir. Y como si fuese parte de aquella fría atmósfera, el pequeño había desaparecido.

“Aquí no debería haber nadie...” -susurró. Antes de que el frío le abandonase de golpe, y todo lo que le rodeaba comenzase a desvanecerse.


-¿Decías algo? -Un rostro de melena rubia se le puso delante. Su vestimenta era tan extravagante que le hizo parpadear.

Miró tras de si y vio a unas caras familiares salir de la sala donde minutos antes estaban reunidos. Luego volvió la vista hacia el frente, ubicándose.

-Nada, Francia-san -Le dijo, sin perder la calma. El rubio, tras sonreír levemente, se alejó por el pasillo junto a Inglaterra y China, que iba gritando algo de ir a comer.

-¡Señor Rusia!-La voz de Lituania le llegó por la espalda, y sus pasos apresurados lo llevaron hasta su lado-. Ha estado muy callado durante la reunión...¿Dónde está su bufanda?

Ante la pregunta, Rusia se palpó el cuello. Efectivamente, no la tenía puesta. Metió las manos en los bolsillos de su grueso abrigo y tampoco halló sus guantes.

-¿Se la ha dejado en la sala? -preguntó Lituania, dispuesto a volver atrás.

-No...-Y como si fuera un espejismo de su propia subconsciencia, vio a aquel joven descalzo y con toga correr delante suyo, con sus complementos faltantes expuestos, dando una vuelta completa hacia él para sonreírle antes de desintegrarse de nuevo, como una voluta de humo transparente.

-No hace falta- repitió, echando a andar. Lituania le siguió algo confuso.

-¿Está seguro? Porque puedo...

-¿En serio tienes tiempo de preocuparte por esas cosas? Aún estoy esperando que supliques y vuelvas a mi regazo para unirnos...

Lituania se puso pálido y se estremeció, ya no manteniendo tanta distancia con el otro.

-Eso es...

-Vamos, se uno conmigo-dijo con convicción, saliendo del edificio y sintiendo el suave viento en el rostro y aquel olor a flores propia de la primavera.

Y mientras Lituania se deshacía en torpes excusas para negarse, sintió que aquel espejismo y el compartían el mismo pensamiento simultaneo. Complacido con ello, se puso en marcha de nuevo.


“Tan cálido...”

miércoles, 24 de junio de 2009

Cinematic Record

- Cinematic Record -
.
Pareja: William x Sebastian.
Género: Hard Yaoi.
.
.


La situación era rara...
Más que rara, se pasaba de surrealista, y eso podían constatarlo tanto los implicados como los dos mirones (y, lo mas seguro, instigadores de todo aquello) de la escena.

Que a Sebatian Michaels le temblara una ceja no auguraba un buen comienzo...y menos si le temblaban las dos.

-Bocchan... -Su mirada de reojo y su tono de voz fingidamente pasivo daba a entender que la paciencia se le acababa.

-No toleraré ser partícipe de una broma de tan mal gusto -William T. Spears tampoco estaba por la labor de ser paciente; más aún cuando el mal bicho vestido de mayordomo había pasado los límites de su espacio personal.

Cruzado de piernas y cómodamente sentado en uno de sus sillones, Ciel Phantomhive alargaba una sonrisa arrogante y manipuladora; justo la misma que tenía el hombre tras él, vestido con sus habituales ropas largas y oscuras y siseando con su extraña risa.

-Vamos, Sebastian... hay que acabar el cuento -dijo el joven en un susurro antes de garabatear sobre el grueso libro que descansaba sobre su regazo, unido a otro similar, que sostenía el hombre de pié junto a él, mediante una cinta roja.
Dos de los presentes observaron como los otros dos, aunque con reticencia y esfuerzo por impedirlo, se besaban apasionadamente, haciendo una clara y lujuriosa exhibición de sus habilidades con la lengua.

[. . .]

Todo había empezado aquella mañana.
Sebastian, cumpliendo estrictamente con su horario había preparado el desayuno y lo había subido a la habitación de su joven amo, que ese día estaba reticente a salir de entre las sábanas.
Sirvió un apetitoso trozo de pastel y el té, mientras, después de haber acabado de pronunciar el largo nombre italiano de la tarta, decir que un nuevo comunicado de la Reina había llegado a la mansión aquella misma mañana.
Ciel se levantó ipso facto.

Tras dejarle claro a su mayordomo las prioridades primordiales acerca de dar recados mientras le vestía, se desplazaron al despacho antes de salir a resolver los malos acontecimientos en el preciado jardín de la Reina.

-Los asesinatos a agentes de la policía se han catalogado como “urgentes” por atentar hacia las autoridades de Londres -Ciel miraba por la ventanilla de su carro, ausente-. No creo que este caso lleve demasiado tiempo. Parece simplemente un homicida con ganas de llamar la atención.

-¿Y por qué va a verle a él, Bocchan? -Sebastian, en el asiento de enfrente, empezaba a alargar su sonrisita inquietante.

Ciertamente aquellos días habían sido bastante aburridos. La actividad criminal y, en aspectos sobrenatural parecía haberles abandonado, por lo que las misiones estimulantes se pararon en seco. Pero si Londres estaba pacífico y la Reina contenta, tendría que bastar...
Pero no.
Ciel pensaba que cuando regañar a sus inútiles sirvientes se volvía algo divertido es que algo pasaba...Tenía que salir a investigar algo, lo que fuese, o se volvería loco.

Y allí estaban.
En un lugar que definitivamente no visitaría nadie por propia voluntad a no ser que fuera verdaderamente importante. Su letrero siniestro y su aura acongojante.
Si querías saber algo de los bajos fondos ese era el lugar indicado.

-¡Undertaker! -Ciel fue el primero en entrar, buscando entre la oscuridad del lugar a aquel hombre aún mas siniestro que su propio negocio, lleno de ataúdes y decoraciones macabras.
Sebastian cerró la puerta tras de si, levantando una perfecta ceja mientras escudriñaba su alrededor sin moverse apenas.

-¡Under...! -Ciel se interrumpió y dio un bote hacia atrás, donde su mayordomo impidió que se tragara el polvoriento suelo. La siseante risa del aludido había emergido de entre el ataúd apoyado en la pared, y su mano pálida deslizaba la tapa hasta dejarla caer.

-Vaya, vaya, Conde. ¿Que te trae por aquí?- Se asomó con una sonrisa enorme en su cara igual de fantasmal, como si fuera normal meterse en un ataúd porque si.

Ciel, intentando que el corazón le bajara de la garganta, se enderezó y que quitó el sombrero de copa que traía.

-Undertaker. Es sobre el caso de los...

-Si, si -Salió de su escondite y se deslizó hacia sus invitados, inclinándose hacia el niño y picandole la mejilla con una de sus enormes uñas-. Me extraña que el Conde se interese por un caso tan simple como este.

Después de mirarlo de reojo, el sepulturero se alejó con un contoneo torpe hacia el mostrador, hablando con su voz peculiar:

-Si quieres que te ayude, deberás darme la mejor diversión -susurró, y acto seguido soltó una risa significativa. Ciel, no dejándose amedrentar, dio un paso al frente hundiendo las cejas, mirando después a Sebastian para pedirle que saliera fuera (y advertirle que no mirase).
Una vez solos, el Conde se dispuso a empezar...

-Esta vez quiero la ayuda del Conde -dijo inesperadamente Undertaker, rebuscando entre un gran baúl que tenía a una esquina.

-¿Que?

-Es algo que podrá divertirme mas adelante si sale bien. Puede que al Conde también le interese... -le lanzó una mirada bajo su tupido flequillo antes de continuar buscando y sacar lo que quería.

-Lo dudo...-Ciel casi se resignó a aguantar otra de las excentricidades de aquel hombre. Y más aún cuando le dejó en las manos un lazo rojo y largo y sacudió el polvo de dos libros en su cara. Ciel estalló en toses mientras intentaba articular su reprimenda, siendo interrumpido inmediatamente por el sepulturero:

-¿Que me dices?

-¿Sobre que? -intentó apartar la nube de polvo de su alrededor, mirando la cinta roja que sostenía- No pienso ponerme esto...

Undertaker siseó con su risa.

-Esa cinta es un mecanismo tan útil como el marcapaginas. Sirve para conectar dos Cinematic Record y reescribir sus historias de forma similar. Usando el lazo, se pueden controlar a los dueños de estos libros...

-¿Quieres decir que esos libros que tienes ahí son Cinematic Record? ¿De quién? Te aviso que no me prestaré para tus raros experimentos. Hay un caso que resolver y...

-Uno de ellos es el de “un simple mayordomo”...-Undertaker canturreó, haciendo malabares con uno de los libros. Ciel borró cualquier cosa relacionada con el caso de su mente y le prestó plena atención a su interlocutor.

-¿Sebastian?

-Mmn, te veo interesado...-sonrió de nuevo, abriendo el otro libro-.El otro es de William T. Spears. Para probar la eficacia de este supuesto control, necesitaba un Shinigami difícil de manipular. Por eso se descarta a ese pelirrojo sin forma- y volvió a soltar una carcajada parecida a un susurro-.Es lo que ibas a preguntar, ¿no, Conde?

Ciel asintió internamente, manteniendo su mirada fija en el libro de Sebastian. Le rondaba por la cabeza una pregunta, una que ya se había hecho otras veces antes. ¿Los Demonios tenían Cinematic Record? Suponía que si porque también tenían experiencias; y suponía que no porque...eran Demonios. Sin embargo no sabía si preguntarle a Undertaker, un antiguo Shinigami, y delatar que su mayordomo no era tan “simple”(eso si no lo sabía ya).

-¿Y que quieres hacer con eso? -Preguntó.

El mayor se acarició la tapa de uno de los libros, extendió su sonrisa y habló:

-Usarlo...

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Después de aquello (Y olvidando casi por completo las muertes de los oficiales y que Sebastian estaba esperando fuera), se dedicaron a decidir como podrían probar aquel método que parecía tan absurdo; sobretodo teniendo a un sepulturero riéndose siniestramente por todo.
En el Cinematic Record de Will, tras haber cortado su historia con el llamativo marca páginas, inventaron una orden de ida a Londres aprovechando el caso de las muertes.

-Como Shinigami, tiene sentido que recoja almas, pero no sabía que un Shinigami tuviese un Cinematic...- Ciel no dejaba de sorprenderse aquella mañana, aunque no lo demostrase.

-¿Mm? Claro que lo tiene. Toda cosa que pueda recoger experiencias de vida tiene uno. Y un Shinigami no va a ser menos.

Aclarada la duda, lo siguiente fue alejar a Sebastian. Para eso solo bastó la orden de “atrapa al asesino”, con lo que tendrían un poco tiempo para experimentar con la fiabilidad de aquel “plan”.
Salieron a la calle, marchando al punto donde aparecería William para encargarse de los fallecidos tal y como se había escrito.

Impecable y puntual, allí estaba, saliendo del tumulto de personas que rodeaban el último crimen.
Su expresión les daba un adelanto de que no se fiaba del todo de aquella supuesta “repentina orden” que lo había arrastrado hasta un caso tan ordinario.
Ojeando su grueso libro y pasando las páginas con su peculiar arma, frunció mas el ceño ante la interrupción es escena de dos individuos que reconoció perfectamente de tantas veces que se habían visto involucrados en asuntos que no les concernían. Solo que aquella vez había una pequeña diferencia.

-¿No traes al perro contigo? Me sorprende que le hayas soltado la correa-dijo, despectivo, antes de colocarse el libro bajo el brazo y echar a andar al siguiente callejón, tieso como una tabla y no muy interesado en la respuesta de Ciel.

El joven Conde miró a Undertaker, quien solo se limitó a seguirle mientras abría aquel grueso cinematic y continuaba escribiendo.

Unas calles mas allá, William dio con otro cuerpo. Pero mas allá de hacerle caso, arqueó la nariz y se paró en seco junto al cadáver de la mujer que yacía a sus pies, desangrada. En el mismo callejón, contra la pared, un hombre con mirada perdida murmuraba incoherencias. Junto a el, el perro sin correa que, según Will, acaparaba el poco buen aire que se respiraba en aquella ciudad.

-Bocchan, como me pidió-señaló con un gesto señorial al hombre que babeaba a un lado-.El asesino. Como se pensaba, era un caso muy simple.

Will lo miró tan mal como su cara le permitió expresar. Luego se subió las gafas con la punta del arma antes de fijarse en la asesinada. Volvió a mirar su libro y al cerrarlo de un golpe, este desapareció. Quería terminar aquel trabajo absurdo cuanto antes. Aunque estuvieran faltos de personal, mandarle a el realizar una tarea que hasta el idiota de Grell podía hacer era indignante.

Undertaker seguía escribiendo, como hundiéndose en sus propias fantasías a cada segundo. Ciel dio dos pasos lejos de el, solo por precaución, antes de querer volver a concentrarse en la escena por si pasaba algo inusual, algo que Undertaker hubiera escrito.
Se dio cuenta de que así era cuando, contra toda lógica, William se había acercado a menos de un paso de Sebastian, poniendo una mueca de asco donde se leían sus profundas ganas de alejarse.

-¿En que puedo ayudarle?-Preguntó Sebastian con su tono servicial después de un segundo de estupefacción y con las mismas ganas de alejarse un par de metros.

Pareciendo contrariado por su propia acción, Will mantuvo la dignidad.

-No corromperás esa alma con tus artes, Demonio-miró al asesino-.Debe ser juzgados por un Dios, aunque sea el de la muerte.

Sebastian sonrió con esa sonrisa que utilizaba para amenazar a los empleados de la mansión.

-Corromper almas, sin duda los Shinigami saben mas de eso que yo.

Will frunció mas el ceño. Dentro de su falsa expresión, Sebastian también, antes de continuar echándose en cara sutilezas como perdigones.
Ciel miró a Undertaker, que en ese momento parecía un niño con un juguete nuevo.

-¿Que has escrito?-Preguntó. El siniestro hombre sacó de sus ropas largas el otro libro grueso, conectado al primero con la cinta roja, y se lo dio. Dudando un momento, Ciel acabó abriéndolo, y un viento inexistente pasó las páginas hasta donde acababa la lectura. No entendiendo lo que quería que viese, volvió a mirar a su interlocutor, mientras el aura asesina de aquellos dos era asfixiante.

-Un cuento no puede funcionar con solo un personaje. Debes dar vida a otro para poder continuar, Conde-dijo, muy sugerente-.Mi personaje ahora mismo tendría que estar confesandole a tu personaje lo mucho que desea tenerle en su alcoba.

Ciel miró a aquellos dos “personajes”, lanzándose de todo menos indirectas de ir a retozar. Enarcó una ceja y volvió la vista al sepulturero, como obviando que no estaba pasando nada de eso.

-Eso es porque el cinematic conectado tiene la capacidad de controlar las acciones; mientras no sea físicamente imposible, no los pensamientos, sentimientos o diálogos de los personajes del cuento, ¿me entiendes?

-Claro que lo entiendo.

-Entonces Conde... ¿Pondrás en escena a tu títere? -se le acercó mas de lo que Ciel desearía-.Hagamos una buena obra juntos.

Dejando a un lado los pensamientos perturbados de Undertaker, Phantomhive observó el libro que sostenía. Por primera vez fue consciente del poder que le otorgaba tener entre las manos el Cinematic Record de Sebastian, y eso solo consiguió alimentar el deseo de ver esa buena obra realizada de su puño y letra.

[…]

-Es curioso como el Conde quiere seguir con esto si ya el caso de los asesinatos que asediaban a la Reina se ha resuelto-dejó caer Undertaker en un susurro-.Debe de estar muy interesado en ver la actuación...

-Cállate, ¿quieres? No me dejas concentrarme-Ciel ignoró la risita triunfante de su visita mientras su atención era absorbida tanto por el gran libro que tenía apoyado en las piernas como en la escena que se sucedía frente a sus ojos.

Aquellos dos hombres, enemigos silenciosamente jurados, seguían besándose como si no hubiese mañana, compartiendo saliva y técnica, como si ya con eso estuvieran peleándose a su manera.
Sin embargo, el hecho de que Sebastian estuviese sobre Will le daba a Ciel la sensación de que, aún obligándolo a hacer todo aquello, su mayordomo aún conservaba ese aire de tranquilidad y liderazgo. Y precisamente eso (entre otras cosas), es lo que deseaba arrebatarle.
Por eso, colocando el libro en su regazo, escribió a la par que Undertaker ojeaba sobre su hombro y preparaba una puesta en escena digna del paladar del Conde.

Will cogió a Sebastian por las solapas de su impecable Frac y lo empujó a un lado tan fuerte que se escuchó el doloroso golpe de su costado dando contra el suelo. Pasandole un pié por encima, Will quedó sentado bajo su vientre, aún sin soltarle, mientras su mirada de ira intentaba taladrarle.

-Esto es impensable, ¿que es lo que pretende tu amo? ¿A caso no le das ya suficiente diversión?-habló el Shinigami que, aunque lleno de repudio ante la situación, mantenía la compostura.

-Me ofende. Soy un mayordomo, no un asistente sexual-Sebastian ya no sonreía tanto, y estaba igual de conforme que Will con aquella escenita. Antes de volver a hablar, el Shinigami se vio a si mismo arrancando los botones de la camisa del Demonio, dejando visible una piel blanca y aterciopelada.

-Da igual lo que seas. Si estás bajo un pacto, harás cualquier cosa que tu amo te diga. Como un perro bien entrenado- le mencionó antes de verse obligado a bajar la cabeza y lamer la curvatura de sus clavículas. Así mismo, Sebastian levantó los brazos y le rodeó la cabeza, desordenandole el perfecto peinado de ejecutivo que traía mientras miraba como las gafas de montura cuadrada se deslizaban hasta la punta de su nariz.

-No está mal-apreció el gesto Undertaker por como Ciel llevaba la situación.

Este se limitó a soltar un gruñido de autosuficiencia antes de continuar alternando la vista entre sus letras y lo real.
Sebastian no movía las manos del cuello de William, mientras el continuaba entre besos suaves y mordiscos, recorriendo su cuello.

-Aunque sea un Demonio, un pacto no se puede romper-respondió a la provocación de antes-.Un buen perro no muerte la mano del humano que le dará de comer un banquete en el futuro.

-Por eso los Demonios me dais asco-reiteró Will, apretando la mandíbula sobre la piel suave de la curva del cuello y el hombro, marcando los dientes en aquel lienzo inmaculado que fingía ser puro hasta hacerlo sangrar y teñirlo de rojo. Luego se volvió a lanzar a sus labios, mientras las escurridizas y hábiles manos del Shinigami lidiaban con el cinturón, sacándolo y llevándolo hacia sus brazos.

Ciel observaba pasmado como el otro actor de aquel escenario ataba al suyo entre besos, mordiscos y frotamientos indecentes. Se permitió mirar a Undertaker.

-¿Que haces?-preguntó.

-Solo complaciendo mi curiosidad y ansias de diversión. El Conde se prestó para ello, ¿no es verdad?

Ciel volvió a bufar y comenzó a escribir.

En medio de aquel despacho, Sebastian volvió a moverse, empujando con sus manos atadas a William hacia sus bajos semidesnudos, mientras continuaba ensañándose con su pelo. William, guiado por el sentido de “diversión” de Undertaker, bajó del todo, llevándose consigo el pantalón, que fue olvidado al alguna parte de la moqueta.

-No puedo creer que esté haciendo esto-masculló Will antes de acariciar la elegante ropa interior de Sebastian, sintiendo como su contenido se endurecía a cada vaivén de su mano-.¿A que viene esta reacción?

-Lo siento, pero está fuera de mi control, por si no te habías dado cuenta-Sebastian dejó de ser formal en cuanto la barrera de la ropa desapareció. Realmente no sabía a ciencia cierta que esperaba conseguir su Lord con aquello, pero presumía de tener cierta idea divagandole por la cabeza.

La expresión de Will al estar encarado con el miembro del Demonio no tenía nombre. Y desde luego, tampoco lo tenía lo que le iba a hacer a aquel par de depravados después... Pero su mayor problema en aquel momento era sin duda la hombría recta de aquel chucho asqueroso que le miraba desde arriba con sus ojos rojos entrecerrados, como advirtiéndole que no hiciese nada raro.
Sin poder controlar su cuerpo, Will palpó toda aquella dura base con la lengua de abajo hasta la punta, depositando un beso suave en ella, mientras su pensamientos homicidas de venganza no eran nada suaves.

Sebastian arqueó la espalda en contra de su voluntad y abrió la boca, pero ningún sonido salió de ella.

-No le va a resultar fácil hacerme gemir, Bocchan- Le dijo a Ciel, que en ese momento se lamentaba de no poder controlar también sus palabras.

Sin embargo, Undertaker parecía conocer muy bien como sacárselos. Con un trazo veloz y elegante, escribió con su pluma en el Cinematic record de William, que comenzó a moverse ajeno a los planes que le tenían preparados. Solo veía a su cuerpo moverse sin el guiarlo, volviendo a lamer la hombría de Sebastian y luego engullirla hasta la mitad.

Ciel también se puso manos a la obra, y, con frases cortas y palabras precisas, dio su aporte a su “personaje”, viendo como Sebastian alzaba las manos y las depositaba en la cabeza de Will para empujarle en un afán de que tragara toda su erección, tal y como había dispuesto en el libro.

Como si fuese una comedia teatral, Undertaker soltó una risita siseante, viendo como el Shinigami subía y bajaba del todo, atragantándose, mientras el demonio se encorvaba hasta sentarse, mordiendose el labio inferior y cerrando los ojos.

-Una garganta tan estrecha que hace daño. Aunque con tu aspecto no me esperaba otra cosa-Susurró Sebastian cerca de su oído, mientras embestía en su boca. Will se vio respirando de nuevo un momento para levantar una mano y hacerle aceptar esta vez al Demonio dos de sus dedos en la boca.

-Cierra el pico, manipulador-dijo, viendo la saliva de Sebastian escurrir entre sus dedos y caer por la comisura de sus labios. Y aunque no pudiese controlar las expresiones de su cara, sus ojos emitían un brillo de asco profundo, como si aquella saliva fuese un mortal ácido tóxico-.Tienes una asquerosa lengua de víbora. ¿A cuánta gente habrá engañado hasta hoy? No quiero ni saber cuantas almas nos has robado...

-Deja de ser un mártir tan pomposo-le mordisqueó los dedos antes de que los sacase-. Yo ofrezco a los humanos la capacidad de realizar su última voluntad antes de morir.

-Eso es solo propaganda adornada. Lo que tu ofreces es como un mal regalo bien envuelto; eres un estafador. ¿Que ayudas a conceder sus últimas voluntades? No me hagas reír. Los atrapas en tu red como si fueran animales y luego los devoras, como a ese crío de ahí.

Mientras hablaba había deslizado los dedos lubricados en los bajos de Sebastian, había ignorado su miembro y ahora palpaba el aro de su entrada, metiendo la punta de su dedo mas largo y hurgar dentro de él describiendo círculos antes de meter el otro.

Por lo bajo, el mayordomo soltó un gemido ronco y casi inaudible, algo incómodo.

-Bocchan...-dijo, como en tono de aviso sin parecer demasiado amenazador.

Ciel se limitó a descruzar las piernas y volverlas a cruzar a la inversa, colocando de nuevo el libro en su regazo.

-Ya te lo he dicho, Sebastian-habló con su habitual tono-.Hay que acabar el cuento.

El pequeño Señor se estaba divirtiendo con todo aquello; después de todo someter a Sebastian siempre resultaba divertido.
Undertaker seguía escribiendo, mientras Will atendía a su imaginación hundiendo los dedos con mas fuerza, pasando de nuevo la lengua por la erección incontrolada y preparada de Sebastian.
Cuando cesó todo movimiento, el Demonio vio con una ceja fruncida como el otro se quedaba de rodillas y se sacaba la chaqueta. Tras dejarla en el suelo se llevó las manos al botón y cremallera de su pantalón aristocrático, sacando su también lista erección para frotarla y ajustarse de nuevo entre sus piernas.

El tic de su ceja estaba en la escala ocho de terremotos... Todo aquello empezaba a resultarle algo humillante.

-Y entonces...-susurró Undertaker antes de acabar la frase que escribía casi sin mirar. Ciel no tuvo tiempo de mirarle y preguntarle con la mirada que tramaba, porque vio como William hacía un movimiento contundente con todo el cuerpo y Sebastian se arqueaba soltando un gruñido de sorpresa mientras apretaba los dientes.

El Shinigami entrecerró los ojos, apoyando las manos a ambos lados del cuerpo del mayordomo antes de continuar moviéndose. Lentamente, sugerente e impasible...Hipnótico y elegante, con un vaivén de atrás a delante.

Ciel se quedó traspuesto los minutos previos al cambio de postura impuesto por su compañero de faenas. Escuchaba los sonidos guturales de ambos hombres, que se negaban a alzar la voz o quejarse; por consiguiente ante aquel terco silencio, los sonidos obscenos de los movimientos de William se oían por toda la habitación.

Ciel tragó saliva y se le escapó un jadeo, mientras volvía la vista al libro e intentaba escribir algo. Pero solo sujetó la pluma a ras de hoja y alzó la vista a la escena, con ojos abnegados de algún tipo de sentimiento oscuro.

-Es tu sirviente...-escuchó entonces la voz susurrante de Undertaker en su oído, y se quedó helado-.Tendrías que ser capaz de obligarle a gemir.

Volvió a atender a la escena, viendo como Will desataba las manos de Sebastian antes de salir de él, cogerle del pelo y darle la vuelta, pegandole de un golpe la mejilla a la cara alfombra de la habitación. Tras cogerle de la cadera, volvía a penetrarle de un envite.

Ciel abrió la boca, como si fuese a hablar...Pero no lo hizo. Bajó la vista al libro y continuó escribiendo.

El Demonio se aferró con una mano al suelo, mientras que con la otra buscaba la de William y la guiaba a su pecho. Al seguir las intenciones de las acciones de Ciel, Undertaker respondió a la provocación, y Will se pegó a la espalda de Sebastian, pellizcándole los pezones y mordiéndole la nuca hasta marcarla de nuevo.
La piel blanca de aquel hombre era un deleite para la vista, y si Ciel se lo imaginaba gimiendo ya era el culmine de su propio placer.

-Uh...Ahh...

Tres de los presentes miraron casi atónitos al cuarto que gemía, como inconsciente de que lo estaba haciendo. Otro de los presentes frunció las cejas tanto que parecía querer juntarlas y otro se llevó una larga manga a la boca para ahogar una risita macabra.

-¿Que te crees que haces?-dijo Will con voz queda ante las embestidas cortas y fuertes que le estaba propinando al cuerpo pálido bajo el.

El otro se limitó a volver a gemir contra el suelo.

-¡Ya vale! Deja de fingir que esto te está gustando solo para agradar a tu amo, perro complaciente-protestó de nuevo, viendo una de las manos de Sebastian desaparecer para luego comenzar con gemidos mas contundentes. Supuso que se estaba masturbando-.Mas te vale que no estés disfrutando esto en serio, Demonio, o te mataré...

Esta vez la risita salió de los labios de Sebastian, y fue la única respuesta que le dio antes de gemir mas alto, con aquella voz ronca que parecía a punto de suplicar por mas.

-Eres un desgraciado...-proclamó Will con voz llena de odio, enderezándose y acelerando sus arremetidas, arañándole la espalda y hundiendose en su interior todo lo que podía, apretando los dientes y cerrando los ojos, con su entrecejo aún arrugado.

-Que termine dentro de él será poco humillante, ¿no cree Conde?-opinó Undertaker, como sospesando una posibilidad que le había venido a la cabeza al ver la expresión de placer mal escondida de Will.

Ciel soltó un gruñido que sonó como un si, sin dejar de mirar aquella escena imposible de imaginar.

-Si, lo creo-contestó mas claramente-.Terminemos la historia de una manera satisfactoria.

Y como si aquella fuera una orden inquebrantable, Undetaker dio rienda suelta a su imaginación y su pluma; escribiendo tan rápido que parecía haber esperado aquella frase con ganas. Su risa siseante daba un adelanto de sus perversos pensamientos.

William salió de Sebastian. Y tan pronto como lo hizo lo cogió del brazo y se levantó, arrastrándolo hasta arrodillarle frente a él, frente a un miembro hinchado que comenzó a frotar al tiempo que le sujetaba el mentón y le alzaba el rostro.

-Esto es asqueroso...-la opinión de Will pareció no ser atendida por nadie. El Demonio estiró los labios en una sonrisita, mientras sus ojos rojos parecían brillar insanamente. Instantes después, y tras un garabato de Ciel en su Cinematic, se vio abriendo la boca al mismo tiempo que el Shinigami se corría sobre su rostro, soltando un gruñido y cerrando fuertemente los ojos.

Ciel se removió en su asiento. Undertaker se reía solo antes de agacharse a un lado del pequeño sofá para susurrar, sin dejar de mirar la escena.

-¿No quieres hacer terminar a tu servicial mayordomo?-preguntó, viendo como Sebastian sujetaba el pantalón de William mientras este le daba a probar su miembro de nuevo, haciendole tragar la parte de su semilla que había caído en su boca.

-No-dijo rotundamente Ciel-. Así está bien.

-¿Ha sido el final de su agrado, Conde?-se enderezó Undertaker.

Ciel se limitó a sonreír de medio lado, teniendo que descruzar las piernas de nuevo...

[…]

-Pues entonces yo me llevo a este-se despidió Undertaker, mientras se contoneaba con su larga capa hasta el vestíbulo de la mansión, aún con el libro abierto entre sus manos y William tras el.

-Aunque esté jubilado, no le perdonaré estas osadías...-le venía diciendo.

-¡Que majo eres! -le contestaba siempre Undertaker-. Dile adiós al Conde, y que gracias por colaborar-después de una risita, se subió al carruaje.

Will le lanzó una mirada venenosa a Sebastian, ya vestido y adecentado, haciéndoles una inclinación de despedida desde la puerta.

-Eres una bestia repugnante.

-Si, también le deseo un buen día-dijo antes de cerrar de un portazo, marchando inmediatamente al salón donde se encontraba su amo aún sentado, ya sin el Cinematic entre sus rodillas.

-¿Se han ido?

-Si, los acabo de despedir. El sepulturero le agrade...

-¿A que venían los gemidos?-le cortó, mirándolo fijamente.

Sebastian, tras la seriedad de la interrupción, sonrió como de costumbre, emitiendo aquel aura manipuladora que parecía acompañarle siempre.

-El amo quería que gimiese. Pude leerlo en sus ojos. Yo solo me limité a obedecer esa orden muda de mi señor.

Ciel abrió los ojos de par en par para luego fruncir el ceño con sospecha.

-Dime...¿Estabas siendo controlado en serio? Porque es posible que un Demonio como tu pudiese romper fácilmente las brujerías de los Shinigami, ¿verdad?

-Quién sabe...-enigmático y esquivo, Sebastian se acercó hasta quedar frente a Ciel y, llevándose una mano al pecho, reverenciarle-. Tenemos un contrato. Los deseos de mi Lord son mi ordenes. No hay nada imposible para mi, ya que a cambio tendré un banquete de reyes. Pero ahora tengo la osadía de preguntar porque Bocchan aún no se ha levantado de su asiento.

Ciel pareció ruborizarse. Y mientras inventaba una excusa, Sebastian volvió a hablar.

-¿Ha sido demasiado grotesca la vista? ¿O es que ha reaccionado favorablemente ante la visión de su mayordomo siendo violado? Que mente mas perversa tiene, Bocchan...

-Callate. Aquí el pervertido eres tu-cerró el tema-.Ve a preparar té. También me apetece algo dulce...

-Si, y a mi...-susurró, mirando el bulto sospechoso de la entrepierna de su joven señor antes de erguirse- ¿Está seguro que no necesita...?

-¡Largate! -le gritó, bufando como un gato furioso.

Sebastian, sonriendo satisfecho, salió del cuarto. En su paso por el pasillo, sus ojos volvieron a brillar, y su pupila se estrechó hasta crear un arco finísimo y sobrenatural.

-Solo soy un simple mayordomo. Pero en algunos aspectos, usted también es un simple crío, Bocchan-murmuró, dispuesto a meterse en la cocina y preparar el té y un pastel de chocolate francés con calma, para dar tiempo de su amo de asimilar y descargar los efectos de aquella “reacción favorable ante la visión”.

martes, 23 de junio de 2009

Scars

Pareja: China/Japón.
Género: Drama.
.
.

Pudo sentir la katana clavándose con tanta facilidad, que el cuerpo ante el parecía de mantequilla. Su piel y su ropa se tiñeron de rojo, y cuando volvió a blandirla su filo metálico y antes reluciente goteaba sangre el suelo, justo a sus pies.
Bajó las vista, y su tupido pelo tapó unos ojos solitarios y llenos de disgusto y contrariedades. Su ropa blanca albergaba las secuelas de una turbulenta pelea, mientras él permanecía casi inmutable...

El cuerpo arrodillado tosió, como exhalando sus últimos momentos de vida. A través de su pelo largo, pudo mirar a su adversario de reojo, pálido como la cera, mientras su propia sangre se extendía bajo él.

-¿Por qué no acabas conmigo?-preguntó con voz seca, mientras fruncía el ceño y trataba de no desfallecer.

La katana osciló en las manos del otro, pero nunca con intención de volver a atravesar aquella carne. Kiku se dio la vuelta, obligándose a alzar el rostro.

-No tengo el derecho de hacerte caer... - dijo, ocultando sus verdaderos motivos. Apretando la empuñadura de su espada, emprendió la marcha y se alejó de China, sin volver la vista atrás.

-¡Espera! -gritó sin fuerzas, y el otro se detuvo sin atreverse a mirarle-. Espera, Kiku... Por favor, mírame...

El cuerpo del aludido tembló durante un segundo, durante aquella súplica agonizante que le trepaba sin compasión por la espalda...

-Mira...me... -Pidió una vez mas, fracasando estrepitosamente en su intento de levantarse.

Kiku apretó los dientes y retomó sus pasos, aferrado a la idea de marcharse sin tener que afrontar aquella escena que el solo había causado. Solo por un bien político...

-¡Hermano! -gritó entonces Yao, con aquella desgarradora voz que parecía estar a punto de apagarse para siempre, logrando que Kiku diera un salto y se quedara de nuevo en su sitio, escuchándole-.No te vayas... volvamos...Aún estamos a tiempo de volver al tiempo donde vivíamos juntos, donde dormías...conmigo y sonreías...-se interrumpió para toser, llevándose una mano al hombro para soportar el dolor de la herida profunda de su espalda.

Entre el silencio, mencionó una vez mas el nombre de Japón...

-¡Es imposible!-gritó entonces este-Todo eso ya...ahora...es imposible-fueron sus últimas palabras antes de avanzar a zancadas y perderse de vista.

El caído intentó alzar el brazo y gritarle, pero la espalda de Kiku perdió nitidez, hasta que quedó sumido en la oscuridad.

No podía matarle... No podía dejar de temblar ante la idea de ser él el causante de su caída.
De alguna manera, se sentía un traidor...
Y nunca podría borrar las cicatrices de ese día.

sábado, 20 de junio de 2009

Distance

Distance
.
.
Me llamo Kousuke Miura. Soy un novelista de veinticuatro años amante de su trabajo, de la buena literatura y de los paseos nocturnos. Vivo en un bloque de apartamentos bastante decente, donde los vecinos mas mayores son extremadamente paternales conmigo y se respira un aura afable que no cambiaría por nada.
Los días en el hogar eran tranquilos, y podía dedicarme a escribir si ninguna interrupción durante horas, haciendo pausas muy cortas para comer lo que amablemente me habían preparado las señoras del piso de abajo.

En cierto modo, no puedo quejarme de la vida que llevo. Es productiva, satisfactoria y tranquila...O lo era.

-¿¡Como has podido hacerme esto!? ¿¡Cuanto tiempo me has estado engañando!? ¡Eres un idiota!

Los gritos me llegaron mucho antes de que terminase de subir la escalera. Insultos de una mujer enfurecida, seguido de golpes y mas gritos coléricos. Con un tono mas desinteresado, la vocecilla de un hombre se escuchaba entre medias.
Suspiré y me coloqué mis gafas cuadradas de montura negra, resignándome a pasar por esto otra vez mas, llegando por fin a mi piso y viendo la puerta contigua a la mía abierta de par en par, mientras una chica pelirroja en ropa interior se vestía en medio del pasillo, gritando a su interlocutor.

Maldecí profundamente que mi puerta quedara la segunda junto a las escaleras, porque tendría que pasar por delante de aquella incómoda escena; y cuando al fin saqué la llave para poder entrar, la mujer se había desahogado y, dejando perdido el pasillo de zapatos y ropa, marchado a zancadas.
Y volví a suspirar. Últimamente es lo que mas hago.
Hace seis meses y medio tenía unos vecinos muy agradables. Un matrimonio que tenía un hijo encantador y muy educado. Pero a causa del trabajo del esposo tuvieron que mudarse; y es cuando los problemas comenzaron, ya que el siguiente vecino no fue tan encantador...

Caminé a la puerta de al lado, recogiendo las cosas que estaban esparcidas por todos lados (entre ellas un lubricante) y me asomé. El salón se veía perfectamente desde la puerta, donde podía apreciarse el caro sillón italiano y la inmensa televisión de última generación a un lado. Sería una visión agradable, pero perdiéndose por un pasillo de la izquierda había un caminito de trastos, ropa, mas zapatos y mas juguetitos puramente sexuales.
Era algo para hacerte subir los colores...

-¿Morinaga? -Me aventuré a poner un pié dentro del recibidor. Al poco, salia mi vecino, desnudo y rascándose la cabeza, como si estuviera mortalmente aburrido.

-Ah, que fallo, esta es la segunda vez que me pasa...-Murmuraba, hasta que se detuvo y me vio-. Eh, ¿que pasa, Koi?

Y aquí está, señores. El tipo mas desvergonzado y mujeriego que jamás he conocido. En estos meses he aprendido que para Morinaga Ren no hay nada que no se pueda sortear. Es un chico dos años menor que yo, con una visión de la vida que se resume a “Diviértete y disfruta” ; donde al parecer viene incluido el no sorprenderse por nada, mantener siempre una calma abrumadora y tener menos vergüenza que nadie.

-No me llames Koi-. Dije, desviando un poco la vista de su cuerpo bronceado y escultural, o de esos ojos teñidos de lujuria que siempre tiene-.¿Te han vuelto a dejar? ¿Que has hecho esta vez? -me quité los zapatos, cerré la puerta y entré para dejar todo lo que había recogido sobre la mesa del salón. Morinaga seguía ahí en medio, sin ropa y con cara de resignado. Siempre tiene cara de resignado.

-Nada importante. Solo se me escapó el nombre de Emi mientras follaba con...con ella- señaló la entrada para aclarar que se refería a la mujer que se acababa de ir.

¿Y eso no era importante?

-No sabes su nombre, ¿verdad?-lo miré con sospecha-.¿Estabas saliendo con ella y no sabías su nombre?

-Eh, que empecé a salir con ella hace dos meses. Keiko...Reiko...algo así-dijo, como si con eso pudiera exculparse.

-Oh, pero hace dos días estabas con una que no era esa -le recordé.

-¡Esa era Emi! -sonrió. ¡No sonrías, tonto!

-¿Y la de la semana pasada? -insistí, para ver si se daba cuenta de a donde quería llegar.

-Miki...creo. ¿O era Yoko? -se quedó pensativo, mientras yo ya lo daba por perdido y recogía la sábana que colgaba del sillón para echársela por encima.

-Siempre lo mismo. No quiero ni preguntar que ha pasado con todas esas pobres mujeres...

-La mayoría se ha enterado que me lío con otras. ¿Que quieres que haga con esto? -me mostró la sábana.

-¡Que te tapes, obviamente! -Dios, a veces agota mi paciencia- Morinaga, debes dejar de hacer esto o saldrás mal parado. Ya te lo he dicho las otras veces que los gritos de una mujer me han hecho venir hasta aquí. Un día de estos te encontraré con una bala atravesando tu frente.

-¡No te preocupes, Koi! -Se colgó la sábana al hombro, sin dignarse a hacerme caso- Estoy bien, a cada fallo aprendo cosas nuevas. Iré a darme una ducha, ¿te importa recoger todo esto?

Se le veía venir...que predecible.

-No, tengo trabajo. La fecha de entrega es...

-¡Venga! -ronroneó como un infante, mientras me daba la espalda y me guiñaba un ojo- Es el precio que tienes que pagar por verme desnudo. ¿O quieres irte a casa porque se te ha levantado? Oh, que dura es la soledad del gay...

-Que si, que si, ya lo hago. Lárgate de una vez.

Sonrió triunfante y se metió en el baño.
Pues si, soy gay. Y normalmente lo suelo esconder a la gente con la que no tengo confianza. Pero Morinaga me pilló in fraganti besando en el recibidor a un chico con el que salía; y que por culpa de su profesión tuvo que viajar lejos de Japón. Recuerdo que fue el momento mas incómodo de toda mi vida, y cuando por fin nos quedamos solos, no podía ni mirarle a la cara, deseando que desapareciera y no tuviera que volver a verle. Por desgracia, me quedé helado cuando lo vi entrar en el apartamento de al lado; viniendo poco después para “saludar”.

“¿Eres gay? Soy Morinaga Ren y viviré aquí a partir de ahora, así que intenta no enamorarte de mi porque soy completamente hetero, ¿vale? ¡Un placer!”

Por su forma de hablar y de comportarse, se veía al instante que no decía nada con mala intención. Aún así, fue la presentación mas rara que me habían hecho. Menos de una semana después, pasé de “Kousuke” a “Koi”. Un juego de palabras bastante provocador...
Desde que llegó mis momentos tranquilos se han reducido considerablemente. Para colmo, solo yo tengo que aguantarle, ya que soy su único vecino por ser la suya la última puerta.
Gemidos, quejidos, frases obscenas, los gritos de una pelea, mas gemidos...Este chico no para, es un Sex symbol.

Considero que la mayor estupidez que puede cometer un gay es enamorarse de un hetero; es algo que tengo presente todos los días de mi vida, sobre todo en los momentos en los que Morinaga decide que “no es problema andar desnudo delante de las visitas”. También tengo solucionado lo de los gemidos...Bueno, me cuesta acostumbrarme a sus horarios tan impredecibles, pero nada que un largo paseo o unos auriculares bien altos no solucione.
Pero aún con todo, se dan este tipo de situaciones...

> ¡Ahh, Ren! ¡Reen!

> ¿Que tal? ¿Te gusta por aquí...?

...Morinaga es un pervertido. Un pervertido de los grandes; de esos que te atan a la cama y te torturan con pecaminoso placer hasta que le tienes que suplicar.
Son las doce de la noche pasadas, y empezaron a las nueve... Y seguramente será otra chica distinta, como si lo viera.
Cuando empezaron a escucharse ruidos sospechosos tras las paredes salí a dar un paseo. Cené fuera y volví. Subiendo la escalera ya los podía oír retozando, así que me volví a marchar. Bebí una copa en el bar de ambiente donde conocí a mi último amante y regresé de nuevo. Cuando entré en casa los escuché...¿Cuanta energía tiene Morinaga? Y ya no digamos Morinaga, ¿que pasa con esa mujer? Me pregunto quién de los dos será el insaciable...

El caso es que, después de que los paseos y los auriculares no funcionases, me fui a dar una ducha...Y ahora estoy sentado dentro de la bañera con el agua al cuello y una erección que ya me está doliendo...

¿¡Que demonios me puede atraer de escuchar a una pareja heterosexual haciéndolo!?

> ¿La quieres mas adentro? No creo que quepa toda...

...Vale, ese es un ejemplo de lo que me atrae. Bastante gráfico, Morinaga...
La última vez que lo hice fue la noche anterior a que mi amante me dejara. Fue una noche increíblemente pasional, pero después de tantos meses, siento que las necesidades me abordan de nuevo...¡No, no! ¿Por que con Morinaga?

Hundí la mano en la agua y la posé en mi muslo derecho...

Ya había decidido que él estaba muy fuera de mi alcance. No soy tan idiota como para enamorarme, es sólo que necesito descargarme para no cometer locuras.

Deslicé esa mano haciendo zig zags hasta mi bajo vientre...

¿Descargarme? ¡Sueno como alguien que se lo monta con cualquiera! O peor...¡Sueno como Morinaga! ¡Vuelve en ti, Kousuke!

-¡Ah...! -Temblé cuando aquella mano con vida propia había envuelto mi miembro despierto; y solo me faltó la varonil voz de Morinaga tras la pared para empezar a moverla, frotando despacio e incrementando el vaivén mientras abría las piernas todo lo que la bañera me permitía. Me llevé un dedo a la boca para no gemir mas de la cuenta, ya que las paredes son finas para ambos lados.

La voz de Morinaga me venía a la mente como si estuviese hablándome desde la puerta del baño...

“¿Te gusta, Koi? ¿Que tal por aquí?”

-Mhfu...Ah... -Cerré fuertemente los ojos para recrear esa imagen de un Morinaga completamente sexy, entregado a esas cosas que nunca me haría...

“¿Quieres que te la meta? Seré delicado para no romperte...”

-Hum...Si... -Imaginando esa sonrisa y esos ojos que pone, llenos de incansable lujuria y poder de convicción. El dedo que antes mordía se a escabullido también debajo del agua para entrar en mi en un pobre simulacro de sexo con Morinaga.

“Kousuke, voy a...”

-Mori... Ah, ¡Ahh! -Me estremecí y me arqueé hacia delante, casi tocando la superficie del agua con la nariz. Me acababa de sacudir un orgasmo increíble...Supongo que será por estar tanto sin hacer absolutamente nada.
Ah, no podré mirar a Morinaga a la cara en un tiempo... Espero que esto no se repita...

Dicho y hecho. Allí estaba Morinaga.
Al principio pensé que aún estaba fantaseando, ya que estaba sin camisa y tenía una expresión increíblemente adorable. Luego me dije que era una grandísima tontería que las fantasías fuesen tan realistas, sobretodo cuando el calentón del momento había pasado.

-Vaya, lo siento, Koi...-Se llevó la mano a la nuca y se rascó la cabeza, mirando al suelo-. Es que cuando salí a despedir a...a una chica, escuché un grito y pensé que te había pasado algo.

Puso los brazos en jarras y avanzó hasta la bañera para agacharse junto a ella y mirarme, como si nada acabase de pasar...Espera, ¿desde cuando estaba ahí? Me parece que se me escapó su nombre...Ah, creo que me estoy mareando...

-Koi, ¿tienes cerveza? En casa no queda y...¿Koi?

Lo último que vi fue la superficie del agua estampándose contra mis narices...

Mientras estaba (tontamente) desmayado por la impresión, me vinieron a la cabeza muchas cosas... Una de ellas era el por qué tenía tan poco aguante y me había desmayado así, por las buenas. Lo otro eran reproches por haberme masturbado pensando en un vecino que, curiosamente, se había convertido en uno de mis mejores amigos. Después me preguntaba incesantemente por qué no había cerrado la puerta con llave...
Y ya por último todo se volvió confuso. Lo sé porque unos consoladores con forma de Morinaga me perseguían hasta arrinconarme en un callejón oscuro...

-¡Eh! -me zarandearon- ¡Tío, despierta!-me volvieron a zarandear hasta que tuve que despertarme, temiendo marearme mas con tanto movimiento.

Nada mas verme, completamente desnudo sobre el sofá del salón, cogí uno de los cojines y me tapé, encogiéndome en una esquina mientras Morinaga sonreía con esa expresión infantil.

-¡Hombre, que mal rato! Casi te me ahogas en la bañera, ¿estás bien?

-Bien...si. Gracias... -Como suponía, no puedo mirarle. ¿Me habrá oído?

Contrario de lo que me esperaba, posó su gran mano en mi cabeza y me despeinó el pelo aún mojado, como si aquí el mayor fuese él.

-¡Venga, no le des tanta importancia! Todos nos masturbamos alguna vez, ¡es sano!

-¿Ah? -¿a que viene ese sermón? Ni que fuera un adolescente virgen...

-Si tanto te preocupa, te diré que no vi nada. Llegué cuando terminabas -Y lo dice así, sonriendo como si el hecho de encontrar a un vecino gay haciéndoselo en la bañera fuese parte de su rutina diaria.

Espero seriamente que no una cabos y descubra por qué lo estaba haciendo...Pero el saber que no escuchó nada comprometedor de alguna forma me ha quitado un peso de encima.

-Vale, olvidemoslo -dije, aún hecho una bola en un costado del sillón y tapándome con el cojín. Empiezo a tener frío.

Morinaga extendió mas su sonrisa, se coló en mi cocina y asaltó la nevera.

-Entonces, ¿tienes cervezas?

-Al fondo tienes un pack de seis, puedes llevártelas-me levanté, ya sin ningún complejo importante y me fui al baño a por el albornoz. No es que sea como Morinaga respecto a exhibirme, pero si ambos somos hombres no hay que preocuparse demasiado (claro que Morinaga tiene este concepto mucho mas suelto).

-¿Por qué compras cervezas si apenas bebes? -me preguntó, con el pack de latas bajo el brazo.

-Porque sé que vendrás a pedírmelas -me sequé el pelo con la toalla.

-¡Pues gracias, Koi! -volvió a sonreír, dándome una palmada en la espalda tan fuerte que casi me voy de narices. Me sorprende que, con la nula capacidad que tiene de controlar su fuerza, las mujeres quieran seguir acostándose con él...

¿Como de salvaje será en la cama?


Maldita conciencia, ¡cállate!


A la mañana siguiente recibí la visita inesperada de mi editor, el cual se solía pasar por mi casa una vez cada dos semanas para ver la evolución del trabajo. Pero por las nefastas circunstancias sexuales de mi actual vecino, no suelo dejarle pasar mas de cinco minutos. Simplemente cuando viene, recojo todo lo hecho hasta ahora de la novela y vamos a una cafetería.

El editor es extremadamente estricto en cuanto se refiere a el lugar de trabajo y las condiciones de los escritores. A causa de ello, unos cuantos novelistas a su cargo tuvieron que mudarse a lugares mas tranquilos porque, según el editor, “un escenario en malas condiciones hacía que la mente del escritor se distrajera”...O algo así.
Por nada del mundo quiero que escuche a mi vecino y a una mujer desconocida retozando como conejos...Me mandaría a una isla desierta con la excusa de “buscar la tranquilidad”.

-Noto mucha pasión en esta escena -dijo, ojeando una de las paginas mientras sorbía algo de café-. ¿En que estabas pensando ese día? ¿Algún ser querido? ¿Alguien del pasado? -Me miró por encima del folio, escrutándome.

-¿Por qué lo dice?-Me empezó un tic en la ceja que me encargué de detener antes de que se diera cuenta. Nos habíamos metido en la pastelería francesa dos calles mas abajo.

El editor volvió la vista a la hoja, dejó su café sobre el plato y leyó:

-”Entrelazaron las manos, sintiendo el pulso desenfrenado en la punta de sus dedos. Se miraron, como si no tuvieran futuras ocasiones para hacerlo, demandando silenciosamente el amor del otro entre las ráfagas tibias de otoño. Quizás aquel día quedase grabado como una página mas de un diario; un día en el que sentir tristeza y nostalgia por un amor que has perdido.”

Me limité a escucharle mientras pinchaba con el tenedor la fresa sobre mi trozo de pastel. Esa era la escena que tenía pensada para el final de la novela, pero la escribí antes porque me vino a la mente y me resultó buena.

-¿Aún piensas en Kakei? -me preguntó, y a mi se me resbaló el tenedor de entre los dedos.

-No...-volví a recogerlo y lo coloqué a un lado-. Es decir, han pasado casi ocho meses desde que se fue, estoy bien.

Si, mi editor sabía de mis inclinaciones, y al parecer eso le hacía ser mas sobreprotector. Cuando mi último amante se fue por trabajo, él fue quien me apoyó en todo momento.

-Se que lo estás. Tus historias siempre reflejan tu estado de ánimo en cada momento. Miura-sensei, sé por ellos que nada te perturba, pero...aquí parece que te sentiste muy solo -me mostró la página que acababa de leer-. Si el sensei quiere compañía, yo puedo intentar dársela.

Este chico, a pesar de tener solo cuatro años mas que yo, es realmente maduro.

-¡Vamos, vamos! -sonreí para aligerar la tensión- ¡No tienes que preocuparte! Voy bien para el plazo de entrega, ¿no?

-En realidad no tanto -Ah, acaba de pasar de modo “hermano mayor” al de “trabajo” en un segundo. Se acabó lo que se daba...-. El horario de hoy le exige desplazarse hasta el centro comercial central para una firma de libros, luego tenemos que ir a la editorial, ya que el presidente personalmente quiere reunirse con usted. Además tiene que revisar las ilustraciones de esta novela y elegir el encuadernado; a parte de que el plazo de entrega se le está viniendo encima y tiene el lujo de permitirse estar aquí comiendo dulces.

-Me...¡Me das miedo...! -me encogí.

-Lo siento, pero tenga miedo en su tiempo libre. Ahora hay que irse- y con la misma me cogió de la camisa y me arrastró fuera, mientras la camarera nos recordaba que no habíamos pagado la cuenta.

Normalmente, los días de trabajo de cara el público suelen ser así de ajetreados. Sobretodo si hablamos de una firma de libros. Los de la editorial suelen hacer dos eventos por novela (cuando sale a la venta y tres meses después), y el número de fans parece que se incrementa de uno a otro.
Estar sentado en una mesa en medio de una multitud de seguidores no es cosa de broma...

También están las reuniones con el presidente. Es un hombre sabio, bueno, alegre...vamos, un prototipo de padre perfecto. Pero es tan indiscreto preguntando cosas personales que no hay ni una sola ocasión en la que no salga sonrojado de su despacho.
Luego mas de lo mismo; encuadernado, ilustraciones (la chica que las hace está en mi misma acera y me gusta mucho hablar con ella, porque es un sol) y ya, completamente desfallecido, puedo volver a casa arrastrándome, mientras el cielo se tiñe de naranja y los cuervos parecen insultarme con sus graznidos.

-No puedo mas... Necesito tumbarme y no moverme hasta mañana... -me dije, casi terminando de subir el último tramo de escaleras (¿Por qué sigo subiendo por aquí habiendo ascensor?).

-¡Eres un cerdo machista! ¿¡Te diviertes haciendo esto!?

Oh, no...Hoy no, por favor...
Después de un par de gritos mas, el sonido de una bofetada. Luego una carrerilla de tacones y la mujer en cuestión bajando de dos en dos los escalones.
Cuando por fin desapareció, me despegué de la pared y llegué a mi piso, donde por suerte esta vez no había nada regado por el pasillo.
Me iba a asomar a la puerta cuando una segunda figura se levantó frente a la mía, después de haber estado sentado junto a una gran maleta de viaje.

Sentí a mi corazón golpearme tan fuerte que pensé que se pararía. El cansancio de mi cuerpo me abandono, al igual que las ganas de “consolar” a Morinaga por su nueva ruptura. El tiempo avanzaba demasiado lento para mi gusto...

-Ah, Koi...-la voz de Morinaga me traspasó como una brisa de viento repentina. Di unos pasos torpes hacia el frente, mientras aquella otra persona avanzaba a pasos largos hasta a mi, no frenándose hasta abrazarme fuertemente entre unos brazos que había echado demasiado de menos...

-He vuelto, Kousuke -Una voz que añoraba mas que a otra cosa, una calidez que reavivaba estos fríos sentimientos abandonados. Sentí un nudo en la garganta que me impedía decir algo, preguntar o gritarle.
Aferrándome a él, solo me salió la frase que había esperado decir durante toda aquella espera:

-Bienvenido a casa...Kakei.

El concepto de tiempo fue lo que menos me preocupó esa noche. Y mucho menos todo lo que había a mi alrededor. Un anhelado peso me oprimía el cuerpo contra la cama, las sutiles caricias impregnadas de deseo paseándose por mi piel receptiva y aquel ritmo enérgico y gentil, mientras ahogaba mis gemidos entre besos desesperados por mostrar amor.
Sin tregua, susurrando, gritando mutuos sentimientos; mi cuerpo se estremecía mientras le abrazaba, como si todo aquello fuese un espejismo mas de mi subconsciente.
La noche se hizo día, y mis lágrimas lograron expresar todo aquello que con palabras no podía.

[…]

Abrí los ojos al día siguiente con un extraño sentimiento de satisfacción. Miré a la ventana, por donde entraba el sol y tuve una nítida reconstrucción de la noche anterior. Rápidamente, miré a mi lado, esperando estar compartiendo la cama con Kakei.
Pero estaba vacío.
¿Es posible que hubiese sido un sueño?

-¿Kakei? -me levanté, y me vi a mi mismo sin ropa, con marcas claras que lo acontecido había sido real. Pero aún me inquietaba. ¿Y si se había vuelto a ir?

Apreté las sábanas que parcialmente me cubrían, intentando no derrumbarme ante esa posibilidad; y cuando quise volver a llamarle apareció en la puerta, vestido solo con sus vaqueros de ayer y cargando una bandeja.

-Buenos días, Kousuke. ¿Te he despertado? -Avanzó hacia mi, dejando la bandeja a mi lado para luego acercarse y besarme la frente.
Sin mayor miramiento, le rodeé el cuello con mis brazos y le besé, como si aún no me creyera que fuese real. Kakei imitó mi gesto y compartimos caricias superficiales un rato mas antes de desayunar.

Mientras comía me contó sobre sus trabajos y los últimos destinos visitados. Kakei es un fotógrafo bastante reconocido por sus capturas de paisajes y su extenso repertorio de “las maravillas del mundo”. De alguna forma al ver sus fotos tienes una extraña sensación de humildad...

-Te hubiese encantado Roma, Kousuke -contó con entusiasmo-.Tiene mucha historia e infinidad de obras de arte. Hice una foto del Vaticano solo para ti, tienes que verla.

-¿Entonces tenías la intención de volver? -pregunté, con al mente menos nublada que anoche-¿Por qué no me lo dijiste?

-¿Me hubieras esperado?-sonrió amargamente. Yo boqueé y no dije nada- No quería que te restringieras esperando a un hombre que ni siquiera sabías si volvería. Pero en este último viaje me ha dado tiempo a pensar en algo...

-Te quiero, Kakei -bajé la cabeza de nuevo a las sábanas-. Te hubiese esperado el tiempo que hiciera falta si me jurases que al volver sería para siempre.

-Kousuke...-susurró, casi amargamente, antes de continuar con algo que me hizo recordar cierta escena en el baño-.Entonces, ¿no has vuelto a salir con nadie?

¿Es normal preguntar eso después de hacer el amor por horas?

-Claro que no...

-¿Y que hay de ese chico de al lado? -preguntó, y mi gesto de alzar el rostro para mirarle se congeló al notarme las mejillas ardiendo. La maldita escenita del baño era demasiado reciente...

-Es solo un chico que...se mudó hace poco. Además, es un hetero adorador de las mujeres.

-¿Y a que venía lo de “Koi”? -Oh, así que escuchó eso...Que raro, porque yo apenas me acuerdo.

Algo mas calmado, le miré. Kakei era increíblemente atractivo. Tenía el pelo corto y negro azabache, con unas facciones adultas y bien proporcionadas. Era casi tan alto como Morinaga, pero no tenía tanta musculatura como él. Siendo así, lo que me extraña es que él no haya salido con nadie desde que me dejó.

-Es solo un apodo-aclaré antes de preguntar:- ¿Y tu? ¿Has salido con alguien?

-He hecho mucho el idiota, pero nunca era nada serio. Al único que quiero de verdad eres tu, Kousuke-me atrajo hacia él y me abrazó, como pidiéndome perdón por sofocar sus necesidades masculinas con otros.
...De hecho, no puedo reprocharle nada, porque en primer lugar en ese tiempo no éramos amantes y en segundo lugar yo también he fantaseado con alguien que no era él, así que estamos a mano.

Volvió a besarme, y se me quedó mirando mientras pegaba su frente a la mía y me acariciaba el pelo. En esos momentos poseía esa mirada de determinación que me indicaba que tenía algo serio entre manos. Y cuando quiere decir algo serio, siempre me coge de los hombros antes, como creyendo que voy a escapar...Justo como lo está haciendo ahora.

-Kousuke, lo he estado pensando mucho y...

Me quedé quieto, sin apartar mis ojos de él, escuchando hasta el final su propuesta.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

-No sé como lo llamareis vosotras, pero para mi está claro.

-Es un auténtico machista presumido.

La música resonaba tan alto que a penas podían oír las palabras de quien tenían en frente. De modo confidencial, apartaron las bebidas de la mesa para apiñarse y poder seguir con la conversación.

-¿Cuándo empezó contigo?

-El mes pasado.

-¡Conmigo hace dos meses! -dijo con un tono mas duro que el resto, a lo que su interlocutora respondió con una mirada de rencor.

-¡Eh, de nada servirá que nos peleemos entre nosotras! ¡El culpable es él! ¿Vais a perder el tiempo discutiendo por quién se lo queda o vais a uniros a esto? Pensé que estábamos todas de acuerdo con el plan...

Ambas mujeres se miraron antes de asentir, como si se hubiesen dado cuenta del motivo que las había impulsado a reunirse.
La mujer que había logrado radicar la paz, sacó de su bolso de piel una agenda y la dejó en el centro de la mesa, abierta por los inicios del año.

-Según he revisado, desde que comenzó el año ha estado saliendo con ocho mujeres. Si sumamos los ligues de una noche y demases, hacen un total demasiado grande como para perdonarle.

-¿Ocho? ¿Dónde están las otras tres?-preguntó una al ver que solo eran cinco sentadas a la mesa.

-Una de ellas trabajando. Y a las otras dos como que no les interesaba mucho todo esto.

-Pasando de ellas pues, ¿como lo haremos? No puede sospechar...

-No habrá ningún error. Os contaré lo que he pensado... -La mujer que había expuesto la agenda comenzó a hablar, mientras las otras se esforzaban por oírla entre la música del Club.

[…]

Morinaga Ren era un chico liberal, sin prejuicios. No tenía ningún problema con aquellas personas que no fueran iguales que el resto, o que no fueran del todo normales. Le gustaba tener amigos de todo tipo, llevarse bien con mucha gente diferente...

Por eso no entendía aquel sentimiento de abandono que le invadió cuando su vecino pasó de largo su puerta por primera vez en seis meses para ir a encontrarse con aquel hombre que le esperaba con los brazos abiertos.
Es verdad, su vecino era de “ese tipo”, y no iba a ser menos que él... También tendría sus ligues y sus amantes; lo cual estaba bien. Claro que estaba bien. Y le parecía justo no interrumpir aquella noche de pasión desenfrenada, ya que era su vecino el que le aguantaba todas las suyas sin quejarse.
Así que había salido a dar un largo y grato paseo, para luego meterse en el primer Club que vio y engatusar a una chica cualquiera para poder pasar la noche en otra parte que no fuese su casa.

Era lo justo.
Pero de eso había pasado ya una semana, y dicho vecino no daba señales de vida. Incluso después de ir a su casa, ya preocupado, y verse de frente con el que se suponía era su amante, siguió sin poder tener constancia de que estaba bien.

“Kousuke está muy ocupado trabajando” -Le decía siempre.

Morinaga se había acostumbrado a verle aparecer por la puerta cada vez que una chica le abandonaba entre gritos e insultos, y ahora solo podía oírle a través de las paredes de salón.
De hecho, ese día estaba sentado en su sofá cubierto de ropa, esperando a su cita de la tarde. Mientras observaba la tele enmudecida, trataba de recordar el nombre de la chica en cuestión. A todas las llamaba por el mismo mote, así que muchas veces le resultaba difícil llevar la lista de nombres...

Divagando en esa cuestión estaba cuando llamaron a la puerta.
Al abrir, vio que era aquella mujer, unos años mayor que él, y que le recordaba la gran técnica que poseía. La dejó pasar y, mirando discretamente a la puerta de al lado, entró también.
Yoko (como descubrió que se llamaba un rato después) era una mujer detallista y hermosa, con gran elegancia, pero muy impredecible. Cosa que descubrió después de terminar la botella de champán que había traído especialmente para aquella noche.

Con su cuerpo pesado y su mente obnubilada, se dejó caer en la cama mientras se dejaba hacer por Yoko. Estremeciéndose cada vez mas por cada pequeño roce, notando la piel ardiendo y su entrepierna reaccionando antes que de costumbre. ¿Su técnica era tan buena?

Escuchó un chasquido que no debería estar en la escena, y al entreabrir sus párpados pesados, la mujer terminaba de colocarle unos grilletes de cuero a modo de pulseras, mostrandole la llave luego con sonrisa juguetona antes de dejarla sobre la mesa de noche.

-¿Que haces? -preguntó, y los labios le temblaron, como ansiosos por atrapar algo entre ellos. Notaba el aliento caliente y la sangre agolpándose en niveles alternativos entre su cara y sus bajos.

-Estaba pensando en un juego-dijo la chica, y se bajó de encima suya, cogiendo su bolso dejado en la cómoda y sacando lo que parecía una cinta del pelo blanca y una caja púrpura-.Te gustan los juegos, ¿verdad? Sobre todo los que implican a muchas concursantes.

-¿De que estás hablando? -Morinaga comenzó a sudar, y el cuerpo le pesaba tanto que no podía ni siquiera pretender liberarse-.¿Que has hecho?

La sonrisa de la mujer no le auguró una respuesta amable. Y menos cuando salió de la habitación y al momento escuchó mas voces en su salón. Al poco, cinco de sus novias le observaban, cruzadas de brazos o haciéndose crujir los nudillos con miradas vengativas.
Una vez más quiso preguntar que estaba pasando, pero la chica pelirroja al frente de su cama le mostró una cápsula gruesa y azul.

-Acabas de ingerir cinco de estas. Una por cada una de nosotras.

-También había estimulante en el champán. Sumado a los afrodisíacos...¿Como te sientes, Ren?

Morigana cerró los ojos, intentando despejarse y sobrellevar la situación fríamente.

-Que...¿Que queréis? ¿Una disculpa? Pues vale, lo siento, pero gran parte de la responsabilidad la tenéis vosotras...

Dadas las expresiones de las cinco mujeres, aquello no debió haber salido de sus pensamientos.

-Sigues siendo un imbécil. No cambiarás nunca; no habrá mujer que te soporte.

Dos de las mujeres forcejearon con su pantalón hasta que fue abandonado en el suelo. De la caja púrpura salió algo parecido a una pelota de pin pong unido por un cable a un aparato. Yoko lo zarandeó con sonrisa socarrona antes de acercarse peligrosamente a él, siendo respaldada por el grupo.

No sabía que es lo que pretendían; y con lo que fuera que le habían hecho tomar ralentizandole, solo pudo esperar y sentir toda aquella tortura durante un momento que le pareció muy largo. La necesidad de descargarse, de poder descargarse, se bloqueó tan de repente que se quedó un aire. Algo frío y viscoso resbalaba por lugares prohibidos, y un punzante dolor le hizo arquearse.
Pero aquel estupor no se iba.

Cuando aquel mar de chicas se alejó de la cama, vio fuertemente atada a su hinchada erección la cinta del pelo blanca de Yoko. También el cable con el aparato, con la pelota de pin pong desaparecida en su interior.

-El problema es que te crees mas listo que las mujeres, capullo -fue la última frase que escuchó antes de que el controlador de intensidad de las vibraciones pasara de cero a diez de golpe.

Gritó al techo, con una sensación incómoda agitándole el cuerpo, mientras aquel grupo de demonios vengadores hacían planes de usar su casa durante toda la noche, cerrando la puerta de la habitación y olvidándose completamente de él.


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*


Aquella mañana hacía mas calor que de costumbre. Las temperaturas subían a un ritmo alarmante y eso, a la hora de estar sentado en tu casa escribiendo, era muy incómodo.
Ahora mismo no recuerdo si mi aire acondicionado estaba en óptimas condiciones...

Salí de la pastelería con mi desayuno en la bolsa y me marché a casa. Hacía unas pocas horas que me había levantado con el antojo de un buen trozo de pastel de moras, así que salí a por el antes de empezar mi próximo manuscrito.
Creo que tengo las emociones necesarias para ello, así que aprovecharé esta inspiración mientras pueda. Así, yo...

-¡Ah, discúlpeme!-dijo una chica al chocarse contra mi al terminar de subir las escaleras. Aseguré mi bolsa y sonreí, mientras tres mujeres más salían del apartamento de Morinaga y se apiñaban en torno a la escalera.

-¿Donde está Yoko?

-En seguida viene, estaba “despidiéndose”-carcajearon, antes de ponerse a mirarme y regalarme piropos de borracho. Apuesto a que han estado de juerga toda la noche.

-¡Yoko, nos vamos! -gritó una, y la mujer en cuestión salió poniéndose un zapato también del apartamento de Morinaga. Después de despedirse y lanzarme besos como si fuera algún tipo de celebridad, se marcharon armando alboroto por las escaleras.

Me encogí de hombros, decidido a ignorar los hábitos sexuales de Morinaga, cuando me detuve en medio del pasillo y fruncí las cejas.

-¿Yoko? -me dije a mi mismo, recordándola como la mujer que en su día dejó a Morinaga. Lo recuerdo, porque fue el día en el que volvió Kakei...

Suspiré, tratando de centrarme en este tema, y también recordando a algunas de las mujeres del grupo como otras que también habían dejado a Morinaga entre insultos y gritos.
¿Habían vuelto con él? ¿La dignidad era algo desconocido para las mujeres de hoy o que?
...Como voy a saberlo, no me gustan las mujeres.

La puerta de Morinaga estaba entreabierta a causa del cuello largo de una botella de vino. Imaginándome como iba a encontrar la casa, me resigné, me acerqué y empujé la puerta. El tintineo de las botellas fue solo el principio del desastre.
Toda una colección de botellas y latas iban desde la entrada al salón. Sobre la mesa del centro y el sillón habían cajas de comida rápida y ropa por todas partes.
Cogiendo unas zapatillas prestadas de la zapatera, avancé entre aquel océano de inmundicia. La televisión estaba encendida, el equipo de música también y la estantería de los CDs estaba tan desordenada que preferí no seguir mirándola.

-¿Morinaga? -le llamé. Hasta era posible que estuviera enterrado debajo de toda esta basura.

Tras decidir que era mejor no mirar el estado de la cocina, y cerrando la puerta de un baño que no parecía un baño, toqué en la habitación de Morinaga. Tras un rato sin escuchar nada, me tomé la libertad de entrar.

Lo que vi no se pudo comparar con el resto de la casa.
Morinaga estaba tumbado en su cama, atado de manos a la cabecera y sudando tanto que asustaba. Tenía las mejillas encendidas y una mueca carente de raciocinio, mientras se mordía el labio inferior,ya hinchado. Y no era lo único...
Su desnudez me permitió ver el doloroso estado de su miembro. Se veía tan duro y marcado que pensé que explotaría de un momento a otro. De entre sus piernas, salía el cable de un vibrador.

Agradecí haber dejado la tarta en la entrada, o de la impresión se me hubiera caído al suelo.

-Mo... Mori... naga... -Balbuceé, notando también como la sangre se agolpaba en mi cara. Intentando superar aquel primer golpe, me acerqué a zancadas y le aparté el flequillo adherido al rostro por el sudor.

En su pecho, pintado con un lápiz de labios se leía “Soy una puta”, y la imagen de la tal Yoko me vino a la mente.

-¡Morinaga! ¡Eh, reacciona! -le dí unos golpes en la cara antes de lidiar con los grilletes.

-Kou-suke...-oí su débil voz entonces, ronca y seca.

-Si, soy yo. ¿Estás bien? ¿Que te ha...?

-Antes de eso... quítame...quítame esa cosa... Rápido.

“¿Esa cosa?” Miré hacia abajo y di con el problema. Respiré hondo y le miré una vez mas, como pidiendo permiso o disculpas por si tocaba mas de la cuenta. Agarré el controlador de intensidad y lo apagué; luego tiré del cable y aquella bola blanca salió.
Escuché a Morinaga soltar un suspiro de alivio y un quejido cuando deshice el nudo que le aprisionaba aquella enorme erección.
...Mierda, no es el momento de quedarse embobado, ¡concentrate!

Miré en derredor y dí con la llave. Terminé con un grillete y me puse con el otro. Morinada soltó una risita ahogada y carente de ganas.

-Ah...que mierda. No quería que Koi... me viera así.

-¿Eso tienes que decir? Suerte que fui yo y no algún familiar o conocido, se hubieran estado riendo de ti mas de un año-le solté el otro grillete-.Te dije que tuvieras cuidado con las mujeres. Entre todo el destrozo de fuera vi los botes de afrodisíaco vacíos, estas loco...

-Esas jodidas...zorras...

-Si, claro. Ahora es su culpa. Vamos, tienes que enfriarte un poco para que se te pase el efecto, levanta...

Es increíblemente vergonzoso estar en una situación así, por mas que ambos seamos hombres. Salí fuera y traje un balde con agua y un paño, dado que no podía llevarle al baño por como estaba. Una vez pudo sentarse en la cama, empecé por limpiarle las pintadas del pecho... Pero repito, esto es... Teniéndolo “apuntándome” con eso no ayudaba a que me diera prisa...

Mojé el paño y le empapé la cara. Abrió unos ojos brillantes y dilatados y me miró.

-Kousuke...

-¿Que? -ya me resultaba extraño que no me llamase por el mote.

-Hueles bien.

-¿Eh? -volví a empapar el paño y seguí con sus brazos-.Huelo a sudor, hoy a hecho un calor horrible...

-No...-lo escuché insistir, y de un movimiento firme me agarró la muñeca tan fuerte que me hizo soltar el trapo-.Es el olor de Kousuke...

-¿Morinaga? ¿Estás delirando? -Lo demás que fuera a decir se atascó en mi garganta. Sus ojos me miraban ahora con un brillo insano, desesperado, agresivo y lujurioso... Me arrastró por el brazo hasta que caí sobre el, cogiéndome por el pelo para llevarme hasta sus labios y besarme con una demanda que me asfixió. Podía notar el calor de su cuerpo incluso a través de mi ropa y sus violentos agarres me arrastraron boca abajo a la cama donde antes estaba tumbado, dejándome arrodillado en el suelo.

-¡Morinaga! ¡Espera, esto...! -me inmovilizó los brazos tras la espalda dolorosamente con una de sus grandes manos, no dignándose a controlar su fuerza mientras me aplastaba contra el colchón. Con la otra mano, me bajó el pantalón y la ropa interior de una vez lo justo para exponerle lo que estaba buscando: un lugar para desfogarse.

Cuando pude liberar uno de mis brazos, supe que no tendría ocasión para utilizarlo. Su dureza me atravesaba tan despiadadamente que solté un alarido de dolor y se me empañaron los ojos en lágrimas. Apreté las sábanas con mi mano libre, intentando hacer disminuir aquel dolor abrasador que me dejaba sin aliento...

-¡Mori-naga! ¡No...!-me embestía sin escuchar mis quejas, dejando caer su peso en mi espalda,
sujetándome las caderas para arremeter mas adentro, más rápido, antes de descargar toda su frustración líquida dentro de mi, soltando un gemido ronco y clavándome las uñas en la piel que tenía sujeta.

Cuando salió me dejé caer en el suelo. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y aquel dolor se acentuó mientras notaba su tibieza deslizarse hasta el suelo.
Pero no había terminado de reponerme cuando me volvió a empujar sin cuidado. Esta vez, mi espalda dio contra la cama mientras Morinaga se colaba entre mis piernas, sujetándome tan fuerte que temía que acabase rompiéndome.

-¿¡Qu-Que haces, Morinaga!? ¡Ya basta! -se abalanzó sobre mi y por un momento pensé que me golpearía, pero solo apoyó uno de sus gruesos y morenos brazos junto a mi rostro, haciéndome temblar igualmente.

Empapado en sudor y con aquella mirada profunda e incoherente, volvió a guiar su miembro insaciable hasta mi entrada, embistiendome de nuevo de una vez, aumentando el ritmo nada mas acostumbrarse a aquella postura.

-¡Me estás haciendo daño! ¡Morinaga! -intentaba empujarle, pero el se deshacía de mis delgados brazos de un manotazo, bajando a mi pecho para morder y sorber trozos de piel, chupando mis pezones hasta enrojecerlos dolorosamente y deslizándose hacia mi cuello para seguir mordiéndome sin compasión.

-Tienes que gemir, Kousuke...-me dijo al oído mientras sus embestidas eran cortas y profundas-. Estás acostumbrado a esto, ¿verdad? Vamos, gime para mi...

-No...esto...¡Me duele!-grité, ya no soportando las lágrimas-.Morinaga, déjame...¡Ah!

Ahogué un grito cuando me volvió a tirar del pelo y me besó, mordiéndome también el labio inferior y enroscando su lengua con la mía. Poco después volvió a coger el ritmo de arremetidas rápidas, alzándome los pies y apretando los dientes.
Antes de poder quejarme de nuevo, se corrió sobre mi, poniendo esa cara de placer extremo y gimiendo dentro de su mandíbula apretada...

[…]

No recuerdo cuanto tiempo fue. Pero si que estuve a punto de perder la conciencia entre aquella demostración de sexo tan brutal. Cuando pensaba que terminaba, todo volvía a empezar. El dolor, las embestidas, los mordiscos y los agarres... La sucesión de las mismas escenas una y otra vez, mientras seguía negándome y quejándome, incluso rogando que se detuviera.
Se me revolvió el estómago de la sensación de tener tantos orgasmos de Morinaga en mi interior...

-Lo siento...-murmuró quedamente cuando, tras una hora y media después me apoyé en una de las vigas de su cuarto tras mi inútil intento de sentarme. Había descargado mi estómago y me había dado un intenso baño (me dio igual el estado en el que se encontraba, lo necesitaba). El espejo me rebeló todas las marcas que Morinaga había dejado.

Y allí estaba el, de rodillas en el suelo y tapado con un albornoz, martirizándose y repitiendo disculpas una y otra vez.

-Morinaga...

-¡No! -me interrumpió- No digas nada. Todo es culpa mía y lo siento. Estaba desesperado, pero no tenía por qué descargarme contigo-se levantó y me miró fijamente-.De verdad que lo siento muchísimo, Ko...Kousuke-pareció rectificarse.

-Morinaga, no estoy enfadado.

-¡Pues enfádate! ¡Enfádate y pégame, solo así podré sentirme algo mejor!

-¿Que dices? No voy a pegarte...

-...Por favor. Lo prefiero antes de que actúes de un modo tan frío conmigo-apretó los puños. Era la primera vez que veía una expresión afligida en Morinaga-. Debes odiarme. Hacer todo esto cuando te has reencontrado con tu amante...

Lo miré, sorprendido.

-¿Como sabes eso?

-Solo os vi. No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que ya os conocíais. Además...-desvió la mirada-.Por las noches, se oía...

De nuevo, la cara se me tiñó de rojo por un instante. ¡Mira que no recordar a los vecinos!

-No te odio...-desvié el tema.

-Pero las marcas...Y tu amante...

-No tengo un amante-esta vez, me tocó apartar la mirada a mi. Sentí una punzada de dolor en el pecho que eclipsó mi dolor físico.

-¿Kousuke? -Morinaga se me acercó- ¿Que pasa? -insistió, buscando mi mirada esquiva. Suavemente, cogió mi mentón y me alzó el rostro para encararme. Sorprendía saber que pudiera ser tan delicado...

Sus ojos llenos de preocupación e intriga me preguntaban en silencio lo sucedido. Y, como no pudiéndolo evitar, comencé a hablar.

-Es que...


-Kousuke, lo he estado pensando mucho y creo que deberías venir conmigo.

-¿Que? ¿A que te refieres?

-Acompáñame en mis viajes. Podrás ver mundo, visitar lugares que te gusten. Podremos estar juntos.

-Pero...Espera, no... No puedo irme por las buenas...

-¿Por que?

-”¿Por qué?” Kakei, no puedo dejar mi hogar atrás. Aquí tengo mi vida, tengo mi trabajo y mis amigos. Yo no...no podría...

-¿Es que tus amigos son mas importantes que yo? Siempre decías que tu hogar estaba donde estuviese lo que amas. ¿O es que tus sentimientos hacia mi han cambiado?

-¡No! Kakei, te amo. Muchísimo, pero...este cambio...es...es imposible. Tu eres del tipo de persona que podría instalarse en un lugar durante pocos días para después marcharse a otro, pero yo no podría soportarlo...Me gusta mi rutina.

-Kousuke, quiero estar contigo.

-Lo se. De verdad que lo se. Pero lo siento, no puedo...



-...Kakei se fue anoche. Cogió todas sus cosas y me dejó una nota con su último “Adiós”. Era consciente de que no podría aguantar la espera, así que terminamos...-sin darme cuenta, silenciosamente comencé a llorar otra vez, mientras Morinaga me observaba- Supongo que estas cosas pasan...Me pregunto si debería... haberme ido con el...

-No...-habló despacio Morinaga-.No, creo que has hecho lo correcto. Además, te necesito por si mas mujeres quieren vengarse de mi-dijo, burlón, logrando sacarme una sonrisa.

Cogí la mano que me sostenía y se la aparté, limpiándome los ojos y dándole un golpecito en el pecho.

-Gracias, Morinaga. Estoy bien. Iré a descansar un rato a casa, tu deberías recoger todo esto...-me aparté de la viga dispuesto a salir del cuarto, cuando Morinaga me volvió a atrapar de la mano.

-Puedes llorar-me dijo, sin esperar que me girase a mirarlo-.Desahogate el tiempo que haga falta. Cuando te sientas mejor, saldremos a beber, ¿vale?

Sin decir nada, me apresuré hasta mi casa, olvidando por completo mi pastel o la hora que era. También que llevaba puesta ropa prestada de Morinaga. No me importó nada de eso. Me dejé caer en medio de mi salón y seguí el mejor consejo que me habían dado nunca.


Nadie en su sano juicio diría que, después de afrontar tiempos difíciles que pueden marcarte para toda una vida, podrías volver a tu rutina diaria.
Pero allí estaba yo, casi un mes después, sentado en mi escritorio con mi aire acondicionado al tope, terminando el tercer capítulo de mi novela.

Hace poco recibí una carta de Kakei, que está en Londres. El es el tipo de chico que quiere llevarse bien con todos, incluso con sus antiguos amantes. Aún no se que responderle. ¿Fue mi egoísmo el que me impidió seguirle? ¿O tal vez mi miedo al cambio? Sé que mis sentimientos por el eran auténticos, pero es posible que incluso yo tuviera un límite.

Creo que debería empezar por decirle todo lo que pienso, lo que he pensado de cuando se fue y como poco a poco podré incluso sacrificarme por la persona que ame en un futuro.

“Querido Kakei; fuiste el primer chico capaz de hacerme abrir mi corazón casi del todo. Seguro que lo has notado, pero me gusta que haya cierta distancia entre personas enamoradas, me pregunto por que será. Lo mas normal es querer ser uno, en cuerpo y alma, con tu ser querido, pero...”

Escucho alboroto fuera, seguido de un insulto y un sonido inconfundible de bofetada.
Me ajusté las gafas al puente de mi nariz y me levanté, asomándome a la puerta de entrada mientras me quitaba el pañuelo que me apartaba el flequillo de los ojos.
Una chica rubia caminaba a zancadas hasta el ascensor, enfurruñada. En la puerta de al lado, Morinaga se sobaba la mejilla enrojecida.

-¿Que has hecho esta vez?-pregunté, y Morinaga se giró hacia mi con una sonrisa despreocupada.

-¡Buenas, Koi! ¿Has merendado? Te invito, he comprado tarta de moras, se que te gusta...

Con una visión de la tarta flotando en mi cabeza, no pude negarme.
Me extrañó ver la casa de Morinaga en perfecto estado, sin desorden o juguetes indecentes tirados por el salón.

-¿Te han vuelto a dejar? Veo que no has aprendido la lección...-dije, mientras Morinaga dejaba frente a mi la taza de té y una generosa porción de pastel. Con una cerveza en la mano y un poco de tarta, se sentó frente a mi.

-No, esta vez la he...dejado yo.

Casi escupo el té.

-¿¡En serio!? ¿Como? ¿¡Por qué!?

-Pues...-se está ruborizando...-.Me ha costado un poco, pero...He localizado a todas las chicas con las que he estado saliendo y les he contado todo. Luego me he disculpado y he roto con ellas. O ellas conmigo, realmente no lo se -y soltó una carcajada.

-Me sorprendes...Buen trabajo, Morinaga. Resulta que eres un buen chico-sonreí, y pareció detenerse a medio trago, mirándome con esa intensidad tan varonil que le distinguía.

-He decidido que quiero pasar mas tiempo contigo.

Ahora si, me atraganté con el trozo de pastel que me estaba comiendo. Tosí, mientras Morinaga me golpeaba la espalda y me ofrecía su cerveza. Después de unos tragos, volví a respirar.

-Espera...¿Que? ¿A que viene eso?

-Aún no lo sé, pero... Quiero estar contigo.

Otra vez mi cara se volvió granate. Que mala costumbre, por Dios...

-Pero tu eres hetero...-recalqué, como punto muy importante.

-Si, ya, ¿y que?-puso morros, como un niño pequeño ofendido-.Solo...Es la primera vez que estoy tan convencido de algo, así que...solo déjame estar a tu lado.

De repente me sentí relajado. Como si la “distancia” que buscaba en mi relación con Kakei se hubiera complementado estando con Morinaga aquí, en este preciso momento. Fue una sensación de paz, una sensación tan cómoda que deseé por un momento que aquella merienda durase para siempre.

Sonreí, continuando con el pastel.

-Eres un tipo extraño.

-¿Eso es un si?

-Has lo que quieras. Pero no me hago responsable si te enamoras de mi-dije, divertido. No pensé que Morinaga me contestara tan seriamente, con esa sonrisita de lado:

-Si me enamoro de ti te lo haré saber. Es ahí cuando te harás responsable.

-Haber si puedes convencerme.

“...Kakei, creo que tu y yo nos conocimos en unas circunstancias poco propicias, ya que desde el primer encuentro nos entregamos el uno al otro y después, con el tiempo, nos enamoramos. Pienso que hubiera sido distinto si nuestra relación hubiera empezado desde cero, como amigos. Creo que es el tipo de distancia que estaba buscando...”

-Oye Koi, ¿puedo besarte?

-No.

“Ninguno de los dos supimos sacrificarnos por el otro. Pero no te preocupes por mi. Esta vez estoy empezando desde cero, ganando confianza poco a poco para, llegado el momento, poder entregarme por completo. Muchas gracias por todo lo que has hecho por mi, no lo olvidaré.”

Puse punto y final a la carta, pensando en alguna frase final para darle un toque personal. Morinaga estaba en el salón, preparando la cena, mientras captaba mi mirada desde la habitación y sonreía.

-Estaba pensando, Koi...¿No puedes llamarme por mi nombre de pila?

-¿Es que quieres que gima tu nombre o algo así? -reí con picardía.

Pareció temblar durante un segundo. Luego volvió a mirarme, muy serio.

-¿Lo harías?

-Pues no, ¿pero a que casi te lo crees?

-Eres un demonio...-murmuró-Venga, ven. La cena ya está.

Me giré a la carta y, sin pensarlo mucho, le dí ese toque final que estaba buscando... Luego me levanté y salí al salón.

-No te enfades, Ren-recalqué su nombre-.Lo haré en cuanto me convenzas.


“PD- Sacrificarse por el verdadero amor es increíble, ¿no crees, Kakei?”