Advertencia: Shota.
I Sorveglianti sono...
Los mayordomos son...
Dedicato ai loro padroni.
Devotos a sus amos.
Desideri,ambizioni gli ordini. Tutto deve essere affrontata con sucesso e con eleganza.
Deseos,ambiciones,órdenes. Todo debe cumplirse satisfactoriamente y con elegancia.
Avere una buona presenza e buone maniere.
Tener buena presencia y buenos modales.
Vivere al tuo padrone.
Vivir para tu señor.
E non mai vacillare.
Y no flaquear jamás.
Los mayordomos son...
Dedicato ai loro padroni.
Devotos a sus amos.
Desideri,ambizioni gli ordini. Tutto deve essere affrontata con sucesso e con eleganza.
Deseos,ambiciones,órdenes. Todo debe cumplirse satisfactoriamente y con elegancia.
Avere una buona presenza e buone maniere.
Tener buena presencia y buenos modales.
Vivere al tuo padrone.
Vivir para tu señor.
E non mai vacillare.
Y no flaquear jamás.
Apagué la televisión cuando la última palabra de aquel recital que se había convertido en mi biblia finalizaba, dando paso a un tema de música clásica que no me interesó reconocer.
Me quedé mirando un buen rato lo que me rodeaba,que no era mas que un salón ordinario en una casa ordinaria.
En otro caso hubiera chasqueado la lengua,furioso y me hubiera levantado dándole una patada al sofá de al lado,pero esta vez no.
Esta vez había plan...
Takezawa Hikaru,15 años. (Segundo hijo) Obsesionado con una sola cosa desde que su familia se mudara hace siete años muy cerca del barrio rico de Tokyo. Y no era el dinero...
Aún recuerdo la primera vez que vi a uno.
Debió de ser a mis nueve o diez años,mientras jugaba en el jardín de mi ordinaria casa cuando pasó un hombre de pelo entrecano,erguido como una tabla y cargando las bolsas del supermercado.
-Mamá, ¿por qué ese señor se viste así?
-Es un sirviente,cariño. Es alguien que hace favores a los dueños de la casa.
-¿Y por qué nosotros no tenemos uno?
Y en ese punto de la conversación intervino mi padre,claro,con su insuperable:
-Hay que trabajar mucho para poder permitírselo,hijo. Pero recuerda que tener a alguien que haga las cosas por ti no te solucionará nada.
Cinco años han pasado,y siguiendo el consejo he trabajado duro. Respecto a la otra parte de la frase...me pareció una chorrada,así que olvidada.
Los mayordomos...
Tras haber leído e investigado sobre ellos; ganándome de paso el sobrenombre poco original de “empollón”,llego a la conclusión de que son seres perfectos que si que te solucionan la vida (por mucho que diga mi padre),por lo que a consecuencia tomo la determinación de querer tener uno.
Pero,¿dónde? No he visto ninguna tienda que venda mayordomos...Y creo que he conseguido el dinero suficiente para tener uno.
Tengo que encontrar a la persona indicada...Es en lo único en lo que pienso, distrayéndome durante todo el recorrido de vuelta a casa, resaltando las habilidades que desearía que tuviera mi mayordomo.
-Debería ser alto y con cierto atractivo, no quiero que sea un viejo que asuste...Elegante como los que salen en la tele. De carácter tranquilo en apariencia, pero que sepa defenderme; pero también que me haga caso en todo lo que pida...
Acabo de darme cuenta que llevo un rato hablando solo...Y también que llevo un buen rato andando y no he llegado al último tramo del camino que me lleva directo a casa.
Levanté la cabeza para verme en un lugar completamente desconocido.
¿¡Hasta dónde demonios había llegado mientras hablaba conmigo mismo!?
Había salido de la zona residencial y estaba en medio de la ciudad por algún motivo...
Hikaru, mantén la calma. Tranquilo. Es cuestión de preguntarle a algún adulto responsable...¡No! ¡No quiero que crean que soy un crío desorientado y asustado!
…
Cogí por una calle cercana a dónde había aparecido, mientras el cielo se coloreaba de naranja por la puesta de sol. Tengo que llegar antes de que anochezca o mamá montará un drama. ¿Y si voy por esta calle ahora? Este lugar no me suena de nada , está increíblemente abarrotado de gente.
Estúpido país poco organizado, no tiene nada de clase...
Abrumado y asfixiado, me pegué a una pared, mientras un grupo inmenso de personas pasaban sin mirar siquiera si pisaban a alguien. Mirándolos bien, todos me resultan mediocres para ser mayordomos...Tal vez sirvientes para cosas como limpiar los aseos...
-No contéis conmigo para hoy, estoy en mis días libres...
Genial, se me a pegado algún empresario. ¡Esta pared está ocupada, no importa si soy un niño!
-...No,acabo de despedirme de mi último cliente. Si,con el que salí anoche, ahora mismo lo he dejado en su casa.
¡Vete!
-Prácticamente mis vacaciones han empezado, así que siento rechazar la invitación.
...Tiene un tono extraño al hablar. Y huele bien, como esas colonias que usan los jefes de papá.
Levanté la vista un poco... Woow, lleva mocasines y pantalón negro. Seguí hacia arriba con curiosidad y me encontré con la chaqueta que complementaba el traje, abrochada hasta el tercer botón. Umm, tampoco tenía la camisa abrochada del todo, dejando al descubierto un colgante de oro en forma de cruz.
Solo era elegante de cintura para abajo. Seguro que es un pandillero.
Suspiré, preguntándome que hora era. El cielo se oscurecía cada vez más. Fue cuando dejé de oír al chico que estaba junto a mi para sentir a continuación un empujón que me tiró al suelo.
¡Que maldita poca consideración!
-¡Lo siento, no te había visto pequeño!
¿No me habías visto, idiota? ¿¡Y cómo que pequeño!? Modera tu lenguaje delante de...
-¿Estás bien?
De...¿De donde ha salido?
Me dejé levantar por él, recogió mi mochila del suelo y la sacudió para extendermela, con el claro propósito de que yo la cogiera. Pero yo hacía rato que me había quedado embelesado por su cara.
Si quitábamos el hecho de los botones desabrochados y el colgante hortera, su aspecto era de lo más distinguido.
Su rostro era perfecto y su estilo de pelo me recordó al que llevaba mi hermano años atrás, con sus mechones castaños cayendo hasta rozar su cuello tras colocarlos tras las orejas.
En sus ojos tenía algo que los hacía resaltar...Tal vez sus pestañas largas y...¿¡Cuando se me había acercado tanto!?
Dí un paso hacia atrás y por fin fui consciente de que me estaba hablando, aún con la mochila en la mano. Me puse recto, carraspeé para parecer sereno y serio y cogí la maleta.
-Estoy bien.
-¿Estás perdido? -Se enderezó- ¿Dónde vives?
Era alto. Era altísimo y atractivo. Sus ojos rebozaban serenidad y desprendía eso que mamá llamaba “adolescencia madura” . Y recordando el monólogo que hizo perderme, lo decidí en ese mismo instante.
Si pasaba mi última prueba sería él...
-En la nueva zona residencial del este -Le respondí, esperando escuchar lo que venía.
-¿Y que haces tan lejos y a esta hora? -miró su reloj de mano-. Vamos, te acompañaré a casa.
Y sonrió amablemente, pero sin ser del todo empalagoso. Echó a andar, esperando que fuera tras él sin necesidad de cogerme de la mano como hacían la mayoría de los adultos.
Prueba superada. Fui tras su fragancia, recto y orgulloso por alguna razón.
Al fin te encuentro, llevo cinco años de mi vida esperándote, si que has tardado.
-¿Y cómo te llamas? -Le pregunté en el camino, cuando los ruidos de la ciudad dejaron de ser tan intensos.
-Yasuhiko Yuki. -Genial, hasta su nombre es perfecto.
-Estás trabajando, ¿no? ¿A que te dedicas? ¿Que edad tienes?
Me miró durante un momento y volvió a alargar una sonrisa despreocupada.
-Trabajo, pero en que lugar es un secreto. Tengo veintidós, ¿me veo mayor?
-Te ves bien.
-Vaya, muchas gracias. ¿y por qué te interesa?
Me detuve. Serio, sereno, tranquilo y conciso respondí:
-Porque vas a ser mío a partir de mañana.
Él también se detuvo. Y volvió la cabeza a mi con expresión algo confusa, aunque no todo lo que hubiera imaginado. A lo lejos el bullicio de la ciudad. Ni siquiera me había dado cuenta de que al final de la calle ya se encontraba mi casa.
Yuki giró todo su cuerpo y me miró mas detenidamente, supongo que buscando algún tipo de broma infantil en mis ojos.
-¿Perdón?
-Que vas a ser mío. Te pagaré y serás mi mayordomo.
Entonces volvió a sonreír, como restándole importancia a mis palabras.
-Pero ya tengo un trabajo, ¿sabes? Además no creo que tengas la cantidad necesaria de dinero para contratar un criado, ¿o me equivoco?
-No quiero un criado, eso es vulgar. Quiero un mayordomo -volví a retomar mis pasos, acercándome a él y pasándolo de largo, lanzándole una mirada que recalcaba que iba en serio -He ahorrado durante años para poder tener uno propio, y quiero que seas tú.
Después de un corto silencio donde nada más se oían mis pasos, escuché los suyos seguirme.
-¿Un niño de diez años quiere que un adulto le sirva? Suena a argumento de película para pervertidos...
-Piensa lo que quieras. Y tengo quince.
Llegamos a casa, donde como me esperaba mi madre estaba armando escándalo innecesario. Llevaba un abrigo grueso y estaba esperando en la puerta. Traspasó la verja del jardín y corrió a abrazarme, repitiendo lo preocupada que estaba por mi una y otra vez.
Eso ya era exagerado para alguien de mi edad, por Dios.
Luego recordé que Yuki estaba también en escena y la separé, inventándome cualquier cosa para cambiar de tema. Fue cuando ella reparó en el invitado.
-Es un profesor en pruebas -Mentí antes de que Yuki abriese la boca -He tardado porque estábamos repasando una de las lecciones de inglés.
-¡Oh, entiendo! -se acercó a él y le hizo una reverencia -Gracias por cuidar de mi hijo y acompañarlo a casa. ¿Desea pasar?
Me miró disimuladamente mientras yo ya soltaba otra excusa preparada sobre la marcha.
-Tiene que hacerme una lista de ejercicios de repaso para poder estudiar en casa y no tener que quedarme después de clase -Dije,pasando la verja mientras escuchaba a mi madre decir algo de esforzarme en mis estudios.
Yuki pareció dejarse llevar, y al cabo de un rato estaba sentado en la silla de mi escritorio. Como cortesía de mi madre, subí dos tazas de té para poder despegarnos el frío de estos días del cuerpo.
-Una buena actuación, estoy impresionado -Dijo antes de sorber algo de té.
Yo baje mi taza a la altura de los labios y ladeé una sonrisa muy parecida a la suya.
-¿Cuánto tiempo crees que he estado preparando esto? -Y volví a ponerme serio instintivamente cuando soltó una risita, dejando la taza en el escritorio.
-Ya que estoy aquí sería muy adecuado que te presentases.
-Un mayordomo no llama a sus amos por su nombre, así que eso no importa -volví a beber té antes de dejar la taza en la bandeja e ir al estante junto a la ventana, buscando entre las cajas lo que sería su sueldo.
-Eres muy interesante, chico. Y aún a riesgo de parecer descortés te diré que no pareces un niño de familia adinerada, por lo que insisto que no tendrás suficiente dinero para costearte un servicio como el que deseas.
Por fin doy con la caja. Es una manualidad que hice para ocultar mis ahorros por estos cinco años, similar a un grueso y aburrido libro de diplomacias que no destaca entre los demás libros reales.
Lo abrí por la mitad y saqué un sobre. Luego lo volví a colocar en su sitio y me giré a Yuki, mostrandole el sobre.
-Te daré todo lo que tengo. A cambio deberás obedecerme, diga lo que te diga.
-Primero tengo que ver los honorarios -Me sonrió de una manera que me resultó cruel, pero al mismo tiempo juguetona, estirando la mano para aceptar el sobre; que le dí.
Lo abrió sin dejar de mirarme, sacando los billetes y plegandolos como un abanico muy corto. Los miró, y luego dio la vuelta al sobre para verificar que era todo. Y de nuevo volvió a mirarme por encima del dinero; aunque no lo pude ver, sé que estiró los labios en otra sonrisa.
-¿Estás bromeando? ¿Piensas comprar a alguien para toda una vida con doce mil? Incluso es muy poco para haber estado ahorrando durante tanto tiempo – Volvió a hacer un montoncito y los guardó en el sobre -Intentalo dentro de diez años mas.
-No -Me crucé de brazos. Sabía que sería poco, pero mi decisión sigue siendo la misma – Te quiero ahora. Hazte responsable.
No despegó su vista de mi, y me mantuve firme ante su mirada escrutadora, pasando por una burlona y terminando con la misma expresión que al principio.
-Por este dinero solo puedo servirte por tres días. Y si en ese tiempo puedes conseguir mas de mil yenes te serviré otro día más.
-¿Tres días? - Me sorprendí - ¿Que clase de trato es ese?
-Si no te gusta me retiraré ahora -Se levantó.
Dudé. Sé que no tendré mas oportunidades así, ya que otros simplemente se limitarán a ignorarme y a tratarme aún más como un crío caprichoso. Él era perfecto para el puesto, y mientras pueda conseguir mas dinero podría seguir estando a mi servicio.
El chasquido de la puerta abriéndose me despertó de mis cavilaciones.
-Espera -se detuvo y me miró por encima de su hombro-.Muy bien. Tres días empezando desde mañana. Pero a cambio tendrás que cumplirlo todo, sin poner quejas y siendo siempre fiel.
Volvió a reírse de forma siniestra. Volvió al escritorio,cogió el sobre y lo guardó dentro de su chaqueta antes de volver a sentase y cruzarse de piernas.
-Acepto -estiró la mano. Me acerqué y se la estreché.
-¿Sabes al menos como se comporta un mayordomo?
-Por favor,ten un poco de confianza en mí. Aunque no lo parezca he recibido buenas clases de conducta -Y como para resaltar sus palabras, se llevó mi mano a los labios y depositó y beso suave -Con esto cerramos el trato. Tratame bien.
Que bien a sonado eso.
-Um. Empecemos por quitarte ese colgante...
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Ni que decir que a la mañana siguiente me levanté sin necesidad de despertador. Me vestí rápidamente y me fui temprano y sin desayunar, diciendo a mi madre que me tocaba el turno de reposiciones en la escuela.
Esperando a las afueras de mi casa estaba él. Incluso mejor que la primera vez que lo vi.
Llevaba un traje negro bien abotonado, unos zapatos de vestir relucientes y una larga gabardina que el daba un toque muy aristocrático. Además había cambiado su peinado de tipo cool por la raya a medio lado, cayendo parte de los mechones sobre su ojo izquierdo.
Con el agradable sonido de los zapatos al tocar el suelo al ritmo de los pasos se acercó, juntó los pies y se llevó una mano al pecho, reverenciandome exactamente como lo hacían los mayordomos de mis documentales televisivos.
-Buenos días, mi señor -dijo suave pero claramente, con una sonrisa sin segundas intenciones en el rostro. Sus largas pestañas resaltaban mas al cerrar los ojos en una expresión nada forzada.
Estuve flotando en una nube durante un momento, lo admito. Pero volví en mi cuando oí un “Permitame llevarle la maleta”. Se la dí e inmediatamente eché a andar por el mismo camino que siempre cogía para ir a clase.
-He dejado el coche en el lado contrario, señor -Oí. Dí media vuelta y Yuki me sonreía amablemente,esperando que tomase primero el camino que había indicado. ¿También tenía coche? ¡Era mas que perfecto!
-No me habías dicho que tenías coche -dije, como algo sin importancia- ¿Has encontrado algún sitio para desayunar?
-Me he tomado la libertad de encargar dos de sus pasteles favoritos en una buena pastelería a las afueras -Llegamos a la calle por la parte de atrás, donde nos esperaba un deportivo gris metálico-.Tras recogerlos puedo llevarle a donde guste.
Me abrió la puerta trasera del coche. Entré y me acomodé dentro, donde toda la esencia de su perfume me envolvió. Luego cerró y fue a ocupar el asiento del conductor.
Anoche estuve anotando todas sus tareas como mayordomo; aunque las intuyó casi todas. También le dí algunas pistas sobre mis comidas, lecturas y demás favoritos ya que iba a trabajar para mi poco tiempo y no iba a sobrarle para averiguar por sí mismo mis gustos.
También tenía planeado decirle a mamá que se quedaría en casa los próximos tres días a causa de una remodelación en su apartamento. Podríamos usar el cuarto de mi hermano, que se convirtió en el de invitados cuando él se mudó hace cuatro años y que queda justo frente al mío.
No sé si ha sido suerte, porque a parte de hoy no tengo clase (excepto mañana por la mañana y solo hasta el medio día), y puedo amortizar hasta hartarme el dinero del contrato.
-Señor, ¿quiere té solo o con leche para acompañar los dulces?
Miré por la ventanilla. Yuki había llegado, aparcado y salido del coche en un tiempo récord. O eso o es que pienso en mis cosas por demasiado tiempo y no sé lo que pasa a mi alrededor.
-Solo. Y trae también un zumo para la tarde.
-En seguida.
Fue a por el mandato tras otra reverencia. Lo veía sonriendo tan naturalmente que me dio la impresión de que estuviera acostumbrado a servir a los demás sin protestar. Quizás su misterioso trabajo sea de ese estilo. ¡No quiero pensar en eso! Ahora Yuki es mi mayordomo. Solo será fiel a mi, aunque solo sean tres días...
Al final fuimos directamente a la escuela. Y al no haber nadie en clase a esa hora subimos a mi aula para desayunar con la calefacción agradable que habían instalado hace poco.
Me sorprendió cuando estiró un diminuto mantel de tela blanca con bordados en punta sobre mi mesa antes de sacar de su caja dos trozos de pastel muy apetecibles. Luego destapó el té y lo dejó al lado mientras yo me acomodaba en mi silla, deseando empezar.
-Cuando quiera. Que le aproveche, mi señor.
No me lo pensé. Sorbí algo de té y comencé a comer con toda la clase del mundo. Ser de familia ordinaria no significaba no tener educación de primera.
Yuki permaneció de pié frente a mi mesa durante un rato hasta que se puso a hacer las tareas que me tocaban esa mañana en el aula; como cambiar el agua del jarrón de las plantas, limpiar los borradores y apuntar la nueva fecha a un lado de la pizarra. Cuando estaba terminando de hacer esto último entró un profesor, cargando su maleta de piel de imitación y un pequeño ramo de margaritas.
-Perdón...Ah,¿Puedo saber quién es usted? -Preguntó al no recordarle durante el primer minuto. Yuki le hizo una ligera reverencia informal antes de hablar amablemente.
-Disculpe la intromisión -Y no dijo nada más.
El profesor se percató de mi presencia un instante después.
-Takezawa, has llegado muy temprano -sonrió levemente-. ¿Es un familiar tuyo?
-No se preocupe, sensei. Ya se retiraba -Dejé el vaso del té y cogí una servilleta. Yuki acudió de inmediato para recogerlo todo y dejar mi mesa tal cual estaba antes de inclinarse hacia mi y susurrarme:
-Le veré en la hora del almuerzo -Se irguió y caminó a la salida, despidiéndose del sensei y añadiendo un “Que tenga un buen día” con voz enérgica.
El profesor no preguntó nada mas.
Las horas en clase me dieron tiempo de recrearme en mi propio gozo. Era mejor de lo que pensaba, pero estaba el problema de conservarlo. Y para eso tenía que reunir mas de mil yenes por día para poder contratarlo durante mas de lo estipulado.
¿Como podría conseguir dinero extra? Hoy en día era o trabajando duro, o robando (que vulgar) o bien extorsionando a alguien. Lo último sonaba mas a un mafioso que a alguien con clase, pero tenía un “algo” que lo hacía difícil de rechazar. La pregunta era, ¿tengo a alguien a quien chantajear? Porque si no lo tenía debía buscarlo lo antes posible.
En el almuerzo me encontré con Yuki en el patio trasero, por donde se había colado a saber como (tampoco me lo quiso decir), trayendo con él un Obento casero.
No me lo esperaba. Lo destapé y vi mis comidas favoritas divididas en pequeñas porciones. También trajo consigo el zumo que compró esta mañana y otro mantel, esta vez de color azul claro.
Se sentó en cuclillas frente a mi y no dijo nada más mientras comía hasta que acabé.
Fue cuando único habló:
-Mi señor, permítame una pregunta.
-...Adelante.
-¿Se apellida usted Takezawa? -al preguntarlo vi que no sonreía tanto como antes.
-Así es. ¿Te preocupa eso?
-No, desde luego. Me preguntaba también si tenía hermanos o era hijo único -cogió el bento vacío y lo envolvió en el mantel.
-Solo he permitido una pregunta, ¿no? Y ya la he contestado.
Me miró un segundo serio para volver a sonreír con normalidad.
-¡Cierto! Disculpe la insolencia.
-Apunta en mi agenda el examen de historia para el jueves. También a la salida hay que ir a tu apartamento a por algunas mudas de ropa.
-Si, señor.
Y fue todo tal cual planeado. Al salir volvimos a recorrer las calles en su coche hasta llegar a un bloque de apartamentos que parecían bastante caros. Aparcó en una plaza justo a un lateral del edificio y miró por el retrovisor.
-Espéreme aquí, por favor.
¿Como dices? En mis planes entraba ver donde vivías, ¿y me sueltas eso? ¿Quién se supone que manda?
-¿Por qué?
-Como el señor habrá supuesto estos pisos tienen un alquiler alto. Por eso muchos de los que se alojan tienen compañeros para dividir los gastos.
-¿Me estás diciendo que vives con alguien? -alcé la voz- ¿Una mujer?
Salió del coche y me habló por la ventanilla mientras hacía una profunda reverencia.
-No, es un compañero varón, mi señor. Y dadas ciertas “circunstancias” puede tener compañía, así que es preferible que no me acompañe. Puede ser testigo de algo muy vulgar y sin nada de elegancia -Usó un tono extraño para la última frase.
Pero al final acabé cediendo. Si era un hombre entonces no iba a pasar nada...
Aunque mentiría si dijese que no me ha entrado curiosidad.
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-Oye Suzu, ¿tienes hermanos menores? -Preguntó Yuki, mientras el sonido del agua de la ducha llegaba desde el baño de la habitación donde recogía sus cosas.
-Si, si que tengo. Aunque con el trabajo hace tiempo que no le veo -El otro joven esperaba sentado en la cama, en albornoz mientras bebía de una lata de cerveza- ¿A dónde te vas?
Yuki sonrió, manipulador, como si hubiera dado con algo divertido.
-Estaré fuera pocos días -se colgó la maleta de viaje al hombro- Por cierto, ¿como se llama ese encantador hermano tuyo...?
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Nunca había visto a nadie tragarse una historia tan rápido.
Cuando llegamos a casa después de la parada al apartamento, le conté a mamá lo que ya había planeado de antemano. Un punto a favor es que papá regresaba siempre tarde del trabajo, por lo que él no tendría voto esta vez.
Solo tuve que añadir que “me sentía mal por hacerle darme lecciones extra, y que quería compensarselo” para que aceptara que Yuki se quedase.
También ayudó mucho ese carácter suyo tan abierto y educado.
Le acompañé a la habitación de invitados en la segunda planta,justo en el lado izquierdo de las escaleras. En la puerta de enfrente estaba el mío.
-Siéntete en casa, pero sin olvidar que sigues a mi servicio -Le dije mientras observaba su habitación y dejaba la maleta sobre la cama sin hacer.
-No lo olvido, mi señor -volvió a hacer una reverencia-. Recuerdo haberle dicho que soy fiel a mis palabras. -Me cogió la mano y de nuevo la besó, aunque esta vez lo hizo mirándome a los ojos directamente. Antes de poder reaccionar de alguna manera escuché a mi madre desde abajo diciendo algo de subir sábanas para la cama.
Mas tarde, sin nada que mandarle y mientras hacía los deberes, bajó a ayudar con la cena. Pienso que también es parte de su responsabilidad como mayordomo el hacer y servirme la comida, así que aunque esté “colaborando” con mamá no lo hace especialmente por ella.
Estoy pensando de forma rara otra vez...
Cuando tocaron la puerta para avisarme, no había hecho ni la mitad de la tarea. Así que lo dejé pendiente para cuando terminase de comer.
Papá había llegado, escuchado la historia inventada de Yuki y sentado a la mesa para cenar, no pareciendo molestarle nuestra generosidad con el invitado inesperado. Y mucho menos cuando parte de la deliciosa comida la había preparado él.
Cuando me fui a sentar me apartó la silla y me ayudó a acomodarme. Luego llenó mi plato y me sirvió la bebida de una manera que pareció simple agradecimiento por la cordialidad, sin dejar de parecer elegante.
Igual pasó al terminar, cuando Yuki recogió la vajilla y se dispuso a fregarla.
En ese punto ya me molestaba todo aquello, mientras mi madre insistía e insistía en que ella se encargaba de todo aquello.
-Yuki, vamos arriba -ordené mientras me dirigía a la escalera- Me ayudarás con los deberes.
-Por supuesto -me siguió apenas dos segundos después de haberme oído, dejandole la limpieza a mamá. Era lo mas normal, un mayordomo que se precie no se rebaja a fregar la vajilla. Eso es para los sirvientes de rango inferior.
Cuando llegamos a mi habitación me senté en la silla frente al escritorio. Yuki pasó y cerró la puerta.
-¿Estuvo la comida de su gusto hoy? ¿Desea algo mas de postre?
-Todo estuvo bien. Pero deja de ser tan amable con otras personas -dije mientras miraba con odio la libreta de ejercicios.
-¿Un mayordomo no es amable sea cual sea la situación? -preguntó sonriendo.
-¡Lo es cuando su amo se lo dice! -golpeé la mesa, enfadado por un momento. Bajé la cabeza algo avergonzado, esperando oirle decir algo.
Al poco sus pasos amortiguados se acercaron a mi, hincó una rodilla en el suelo y me sujetó el rostro hasta levantarlo. Me miró desde muy cerca, ¿o eran imaginaciones mías? Y seguía con su sonrisa...
-Si el amo quiere que solo lo mire a él, así se hará. Cualquier cosa que el amo quiera, el perro fiel obedecerá. Con profesionalismo y firmeza, ¿no es así?
Me senté firme en la silla y lo miré. Quise jugar con el un rato...
-Dame la pata -Le mostré mi mano. Frunció las cejas y con duda levantó su mano derecha y la puso sobre la mía-. Ahora la otra -Volví a decir, y con un gesto contraído bajó la derecha y puso la izquierda.
-¿Quiere llegar a algún sitio con esto? -preguntó, ahora si que forzando una sonrisa.
-Siéntate -Señalé el suelo, ignorando su pregunta. Resignado por la broma bajó la otra rodilla y se sentó en cuclillas- Jum. ¿Debería lanzarte una pelota? -Me reí.
Yuki frunció el ceño,se estiró cuan alto era hasta apoyarse en mi pecho y me lamió la comisura de los labios, haciendo que mi carcajada se detuviera en seco mientras me miraba fijamente.
-Los perros muestran aprecio a sus amos de esta manera. Sería mejor que no me trate tan literalmente como uno si no quiere que entre en mi época de celo y le “muestre” algo mas...Joven señor.
Con eso dicho se levantó y sacudió su ropa. Bien mirado no se había cambiado, solo que ahora no llevaba chaqueta ni gabardina. Salí de mi trance al rato, ordenandole nuevamente que me ayudase con los deberes.
Muchas veces me asustó apareciendo por detrás y hablándome al oído, pegándose a mi mientras señalaba algún error en los ejercicios. Empezó a ponerme nervioso con sus idas y vueltas, y cuando por fin terminé todo me levanté sin pensarlo de la silla antes de que le diera por seguir susurrándome al oído.
Seguía sonriendo, con su cara encantadora y su postura recta e intimidante.. Siento que de alguna forma se ha vengado por lo del jueguecito del perro.
Y eso me hace querer seguir molestándole...Además, una prueba mas de fidelidad no hará daño.
-Si no se me requiere más, me retiro -Hizo una reverencia-.Si necesita algo en mitad de la noche no dude en...
-Desnúdame.
Me miró desde lo bajo de su reverencia, serio.
-¿Disculpe? -En sus ojos había algo insano que no supe descifrar.
-Tienes que desnudarme y luego cambiarme de ropa, ¿no?
Silencio. Se enderezó, mirándome desde su gran altura con una mirada intensa, casi atemorizante. Deslizó sus ojos por mi cuerpo mientras me invadía un escalofrío interno...El aire de la habitación se siente demasiado cargado para poder respirar bien.
-Como usted ordene, mi señor -No me gustó su sonrisa. Era demoníaca.
Se acercó en silencio e hincó una rodilla en el suelo,comenzando por la camisa. Botón a botón, mientras no dejaba de mirarle. Sonreía como si estar haciendo aquello fuera la cosa mas divertida del mundo. Tras sentarme en la cama me sacó el pantalón, procediendo luego a abotonarme de nuevo el pijama...
¿Soy yo o lo está haciendo mas despacio que antes?
-Debería coger algo mas de color, señor -Me dijo de repente, mirando mis piernas antes de subir el pantalón del todo -¿No acostumbra a jugar fuera?
Me ruboricé.
-No me trates como un crío.-Le dije, apartando la vista.
Sonriendo acabó la tarea, me recosté en la cama y me echó la manta por encima, dispuesto a retirarse al apagar la luz.
-Entonces, que descanse.
No quiero que se vaya...Si, y también me apetece seguir molestándolo. Es como si repentinamente mi meta primordial del día fuera borrar esa sonrisita inquietante de su cara perfecta.
Las luces se apagaron y la puerta se abrió. La silueta de Yuki me hacía una última reverencia antes de volver a cerrar.
Me quedé mirando al lugar exacto donde lo había visto antes de que desapareciera. No escuché sus pasos silenciosos llegar a la habitación de enfrente, pero escuché el susurro de su puerta cerrarse.
Maldito Yuki...No te había dado permiso para retirarte aún, insolente.
No, pero hasta los mayordomos deben descansar, así que mejor le dejo por hoy...
Pero también es verdad que me servirá durante poco tiempo, así que ¿por qué no aprovecharlo?
…...¿Aprovecharlo? Hablo como si fuera un juguete...Pero en parte lo parece...
¡Mierda, da igual! Cualquier excusa me vale con tan de hacer lo que quiera, después de todo solo estoy hablando conmigo mismo.
-¡Yuki! -Entré en la habitación, completamente despierto y con el ceño fruncido con autoridad..
Estaba cambiándose de camisa y tenía el pantalón desabrochado. Retiro lo de perfecto...¡Es perfectísimo hasta asustar!
-¿Mi señor? -Pareció sorprenderse, dejando a la mitad la acción de ponerse la camisa -¿No estaba ya acostado? Tiene clase mañana. Y debería tocar cuando entrase.
Ahí está otra vez la condenada sonrisa. Que inquietante.
-No he visto necesario tocar. Esta es mi casa y tu eres mi mayordomo -Me crucé de brazos, en espera de alguna objeción. Yuki solo rió por lo bajo y se terminó de vestir; con la consecuente vista de sus largas y morenas piernas y su ropa interior negra al cambiarse de pantalón.
-Duerme conmigo -dije cuando terminó de arreglarse para acostarse. Giró la cabeza y me miró durante un largo rato -¿Qué? No puedes negarte, debes hacer lo que te diga.
-No tenía intención de negarme. ¿Pero está seguro de que conoce el significado de “Duerme conmigo?”
-¿Uh? Pues claro. ¿Que otro significado podría tener? -Dí media vuelta y caminé a mi habitación, teniendo la certeza de que venía tras de mi.
¿Significado?¿Que significado? Si alguien te dice que duermas con el solo tienes que tumbarte a su lado y dormir, no hagas preguntas estúpidas.
Al llegar a la habitación cerró la puerta tras el. Al ver que esperaba que se acomodase primero lo hizo, pegándose a la pared y apartando las mantas en una invitación para que entrase.
En serio va a hacerlo...
Es decir, lo dije para ver si se negaba; cosa que un mayordomo nunca debe hacer. Pero de verdad no estaba evitando ninguna de mis órdenes.
Cuando me quise dar cuenta ya estaba tratando de conciliar el sueño, sintiendo en mi espalda el calor del cuerpo de Yuki. No sabía que mi cama era tan estrecha...
¿Soy yo o el sueño y el cansancio del día se ha evaporado de repente?
Acomodé mas la cabeza en la almohada, intentando no moverme de mi reducido espacio. Pero Yuki parecía estar cada vez mas cerca, por lo que ya me veía cayéndome de la cama si seguía rehuyéndolo.
Sin esperármelo, un cosquilleo en mi oído seguido de una risita.
-Desde luego es usted adorable, mi señor -un susurro con cierto sarcasmo en la ultima palabra-. Pensé que los jóvenes con quince años ya habían hecho sus cosas, lo cual no parece ser su caso, ¿o me equivoco?
Está demasiado cerca...Noto perfectamente su cuerpo envolviendo el mío desde atrás, mientras se acopla en mi hombro para hablarme.
-No se de que hablas -intenté apartarle, pero sus manos atraparon mis muñecas. Fue cuando me puse tenso.
-¿No lo sabes? Me parece que muchos desearían estar viviendo tu situación. Siempre pensé que las fantasías de “amo y señor” eran un cliché pasado de época, pero esto me está agradando mucho...
Se pegó mas haciendo un movimiento extraño. Luego sentí un cosquilleo húmedo y caliente en mi oreja. No supe que me estaba lamiendo hasta que me dio un mordisco.
-¿Que...estás haciendo? -me tiembla la voz.
No...Mi cuerpo tiembla.
-No te asustes. Como mayordomo también es mi deber que mi amo se encuentre a gusto, ¿no?
¡Pero no estoy “a gusto” para nada, idiota! En mis documentales televisivos no constaba nada sobre esta parte del deber de un mayordomo, deja de decir mentiras. Maldita sea...no me muerdas...
-¡Ahh! -...¿Que ha...?
-Oh. Voy bien.
¿Que ha sido eso? ¿Mi voz?
Yuki dejo de morderme durante un momento mientras su manos se colaban por entre mi pijama. Aún no sé a donde quiere lleg...
-¡No! -Le detuve la mano que bajaba a mi entrepierna, muerto de vergüenza- ¿¡Que haces!? ¡No puedes! ¿Que vas a tocar?
-Relajate y déjamelo todo a mi -¡No sonrías, bastardo! -.Ya verás que no da miedo cuando toque.
¿Uh? Lo que no entiendo es porque tiene que tocarme ahí. ¿Por que debería dejarle?
-No te estas portando como un mayordomo. ¡Tienes que hacerme caso,Yu...!
Me giré para enfatizar mi enfado con una mala mirada, pero se acercó hasta terminar besándome.
Era la primera vez que me besaban...Recuerdo que mi hermano lo hizo una vez, pero no se comparaba ni de lejos con lo que Yuki hacía.
Perdí las fuerzas para resistirme y su mano acabó dentro de mi pantalón.
Tenía calor, miedo y seguía temblando de pies a cabeza. Una sensación extraña me sacudió cuando comenzó a acariciarme y a morderme de nuevo, y una vez mas esa voz sofocada y rara salió de mis labios...
-Hikaru...
Todo aquello se sentía bien de alguna manera...
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-¿Estás sólo?
-Si. Hikaru está en clase y la señora Takezawa a salido de compras. Quería hacer la colada y la comida para cuando volviesen todos, ¿me ayudas?
-No me has llamado por eso, ¿verdad Yuki? -el joven se sentó en una de las sillas del comedor, sacando de entre la ropa un paquete de cigarrillos -.Para empezar no me explico por qué estás en esta casa.
-Ya te lo he dicho, Suzu. He encontrado un entretenimiento para mis días libres -Yuki hablaba mientras la tetera silbaba, avisándole para retirarla del fuego.
-¿Hikaru? ¿Estás llamando entretenimiento a mi hermano pequeño? -su voz se volvió lúgubre y tosca.
-No te imagines lo peor, ¿quieres? No le he hecho nada -Yuki apartó dos tazas y sirvió el té, sonriendo afablemente-. Sólo que se moría por cumplir un sueño y sólo le he echado un cable. Así que soy su mayordomo.
-Ja -Suzu atrapó el cigarro con los dos dedos, enarcando una ceja-.Eso tiene su gracia. Un mero chico de compañía se vuelve el mayordomo de un caprichoso niño recién salido de la primaria. Es como si estuvieras realizando la fantasía de los viejos pervertidos del Club.
-Si, yo pensé igual -soltó una carcajada, posando delicadamente la taza de té caliente en la mesa frente a Suzu -.Y de hecho ser mayordomo no se diferencia mucho de ser un Host.
-Solo que siendo Host te tienes que acostar con el cliente si este lo pide -Aplastó la colilla en el plato bajo la taza. Luego la cogió y dio un sorbo.
-Si lo pide y si paga bien. -Alargó una sonrisa siniestra Yuki -.¿No tienes clientes hoy, querido Suzu?
-No soy como tu. Cuando se acaba la noche los mando de vuelta a sus casas.
-¿Te has acostado con el último? -Le lanzó una mirada muy significativa mientras deslizaba la mano sugerentemente por la superficie de la mesa.
-¿Por que lo preguntas? ¿Quieres hacerlo? -Le devolvió la sonrisa, apartando la taza al tiempo que Yuki se sentaba a horcajadas sobre sus rodillas.
-A pesar de compartir piso hace mucho que no jugamos, Suzu-chan -Yuki imitó la voz de un infante mientas procedía. Pero no pudo llegar mas lejos, ya que de un movimiento y un sonido sordo acabó violentamente sobre la mesa del comedor, inmovilizado por las muñecas mientras Suzu le lanzaba una mirada llena de deseo.
-Yo seré el de arriba esta vez. Con los clientes siempre me toca el maldito papel de pasivo y estoy un poco cansado.
-Por hoy pase. Pero sé bueno conmigo...
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…
¿Que estaba pasando?
¿Por que sucedía todo esto de repente en mi perfecta odisea?
¿No se suponía que esto iba a durar dos días mas,sin molestias ni salidas de rutina?
Porque desde luego, era lo que yo tenía en mente.
Entonces, ¿a que viene esta broma de mal gusto?
Esta mañana había ido todo bien. Yuki había realizado todos sus deberes sin ningún fallo y me había llevado a la escuela en su coche.
Y aunque cuando se canceló la última clase por estar de baja el profesor pensé en llamarle, al final acabé caminando a casa con uno de mis compañeros.
Y allí estaba mi hermano. Hace tiempo que no lo veía por casa desde que se fue hace cuatro años, al conseguir un trabajo que a papá no le gustó. ¿Y por que hablaba tan familiarmente con Yuki?
Aunque lo mas importante ahora mismo es lo que están haciendo en la mesa de nuestro salón...
-¡Ahh, Suzu...!
-¿Es por aquí? Gritas fácilmente cuando tocan tus puntos, Yuki.
-Sólo...cállate...¡Waaah, espera! Suzu, es demasiado...
-Ahora eres tú el que debería callarse. Limítate a gemir.
La mesa crujía. Yuki seguía gritando, desnudo, aferrándose a la espalda de mi hermano mientras este no dejaba de moverse.
No soy tan ignorante. Ya dimos esto en una clase hace un tiempo, pero si mal no recuerdo era con una mujer.
-¡Ahh, no...! ¡Suzu!
Yuki parece que va a llorar...Está sufriendo.
Siento un nudo en la garganta que no había sentido nunca. Es una sensación horrible.
Quiero que pare...Hermano, le haces daño.
Quiero...Debo...
Es la primera vez que quiero golpear a mi hermano mayor.
Al final no sé que me empujó a abrir la puerta que daba al comedor y gritar, mientras la presión en mi pecho no se iba a pesar de haberme echado a llorar.
-¡Ya basta hermano! -Esto no funciona. Siento que me ahogo...
-¿Hikaru? -Mi hermano voltea la cabeza y me mira de reojo, sudando y parando cualquier movimiento que molestase a Yuki.
Yuki por su parte apoyó los codos en la mesa y se apartó el pelo de la cara, mirando a otro lado.
-De...-tengo hipo y me tiemblan las piernas. Que poco maduro.- ¡Dejale...! ¿Que estás...? ¡No hagas daño a Yuki!
Suzuki se enderezó un poco mientras seguía mirándome por el rabillo del ojo. Es como si se estuviera burlando de mi.
-¿Hacerle daño? -repitió- No te preocupes por eso, Hika-chan. A Yuki le gusta que se lo haga.
-¡Suzu...! -Parece que Yuki quiso negarlo, pero mi hermano lo tomó del pelo y le besó. Fue como el beso que me dio anoche, solo que el sentimiento no parecía ser el mismo.
Luego volvió a moverse, haciendo que Yuki volviera a clavarle las uñas en la espalda.
-¡Ahh, espera! ¿En que estás pensan...? Uhh...
-Atento hermanito. Ya estás en la etapa de conocer el sexo, así que ya que estamos a ello...
Yuki no dijo nada. Solo siguió gritando, besando a mi hermano y pidiendo mas...
Era algo tan grotesco.
Tan agresivo.
Tan...poco elegante.
Pensando esto salí de casa, aunque no sé como pude correr tan rápido con mis pies adormecidos como los tenía. ¿Y porque a pesar de todo me empeño en recordar los gritos de Yuki? Al mismo tiempo me vino a la cabeza lo que sucedió la noche anterior.
En ese momento noté mi voz extraña...y poco después una sensación indescifrablemente buena.
¿Sería eso lo que Yuki estaba sintiendo? Pero, ¿por que con mi hermano? ¿Hacía todo aquello con la gente de su trabajo?
Sigo sin comprender.
Mi carrera me llevó al parque del otro vecindario. Me senté en uno de los columpios hasta que aquella bola en mi garganta bajara y me dejara respirar con normalidad.
Los minutos me parecieron horas, y al final entre despierto y dormido tuve un pensamiento. Fue algo irracional, como si un adulto me estuviese hablando.
“Eres un crío” Eso ya lo sé. Me falta crecer y madurar para que todos me tomen en serio.
“No puedes hacer nada por ti mismo” Si que puedo, es solo que nadie se ha parado a darme una oportunidad. Pero visto lo visto al final no hay mas remedio que volverse adulto...
-Así que estabas aquí. Llevo toda la tarde buscándote.
Esa voz no era un sueño.
Abrí los ojos para ver un paisaje anaranjado y tranquilo. En el suelo una larga sombra que seguí hasta dar con el cuerpo escultural de Yuki...Ahora no sé si se vé mejor con ropa o sin ella.
Aparté la vista, ruborizado.
-Hikaru, siento que hayas...
-¡No! -me levanté del columpio con la mirada fija en el suelo -. He aprendido la lección. Sé que pido imposibles para alguien de mi edad, y que soy demasiado inocente a la hora de sacar conclusiones. ¡Pero ya sé que hacer al respecto!
-Ah...¿Si? ¿El qué?
Levanté la vista con una sonrisa infantil en la cara, guiñándole un ojo.
-¡Secreto! ¡Tu solo espera, Yuki!
Y me fui corriendo.
Espero que entendiese que su contrato conmigo terminaba ese día. Después de todo algo he comprendido: Los niños se comportan como niños y los adultos como adultos. Así que hasta llegar a mi etapa de “adulto respetable” pienso disfrutar todo lo que pueda de esta y prepararme para volver a reclamar un día lo que me pertenece.
-Sólo mira como me convierto en alguien elegante.
Entonces ya no tendrás excusas para huir.
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