La popularidad no sirve para nada.
A mi modo de ver, solo es algo que fomenta una conducta arrogante, egocéntrica y malcriada. Las personas sobradas de autoestima, que pretenden ser el centro del mundo...Las odio.
Son superficiales, y no consideran los sentimientos de otras personas.
Lo sé, porque desde que uno de mis amigos de la infancia entró en el instituto y se hizo, de algún modo “popular”, se ha olvidado de todo lo demás. Siempre aparentando ser genial, ser perfecto.
No es que me molestara que de la noche a la mañana me tratase como un conocido mas, sino la forma tan falsa en la que lo hacía.
Será el famoso “precio del éxito”. Menuda estupidez.
Por eso, topandome con mas y mas populares, en mi segundo año no esperaba conocerle a él.
Ukyo Tomohiko era el novato del año. Era delgado, pero con una silueta llamativa; firme y grácil. Tenía ojos grandes y brillantes y el pelo castaño, cayéndole sobre los hombros. Caminaba por los pasillos con otro chico, ignorando la cantidad de miradas que se posaban en el...
Creo que no fui el único en enamorarse a primera vista de Ukyo, y no sería el último.
Pero claro, si hay algo que tengo y me sobra es orgullo. Y que soy inmensamente testarudo (lo reconozco, nunca cedo hasta conseguir lo que quiero).
Viéndolo ascender rangos en el llamado “Ranking de popularidad” (otra chorrada creada por mentes superficiales), me fui apartando. No quería ser uno de sus súbditos o fingir ser amigo suyo, cuando en realidad lo estaba idolatrando y envidiando por dentro, como hacen muchos.
Me dio mucha rabia que alguien como él cayera en eso... y comencé a ignorarle.
Al principio me pareció un plan muy tonto. Que te ignore una persona no basta para que alguien cambie (pero recordemos, soy tozudo hasta la médula), pero ahí estaba yo, dos años después, volviendo a compartir clase con él, acostumbrado a ignorarle completamente hasta que se volviera mas honrado...Joder, que paciencia.
De esa manera pasaron otros dos años, e incluso en preparatoria seguía siendo el centro de atención. Por suerte yo ya había echo mi grupo de amigos y me resultaba muy fácil pasar de él. Incluso me aficioné a un deporte poco conocido por estos lugares. Seguía negándome a ser otro de sus perritos falderos, y se convirtió en una costumbre no mirarle, a pesar de que muchas veces sentía su mirada sobre mi.
Torpe, date cuenta de una vez...
En estos tiempos, a estado muy encima mio (no literalmente...aún), y se dirige a mi con tonos condescendientes y fingiendo ser amable.
-¿Puedo sentarme aquí, Toshiro-kun?
-Adelante -Paré de leer un segundo, sin despegar la vista de la revista, para luego oír su brusca y frustrada manera de sentarse. Ahí fue cuando comprendí que mi indiferencia estaba comenzando a cabrearle.
Mira por donde...que lento eres, Tomohiko. Pero actuando como un crío en una rabieta no conseguirás nada, después de todo tengo una paciencia infinita y sé fingir mejor que tu.
Tras seguir con la lectura (porque de verdad me había metido de lleno en este deporte), le oí decir algo de los turnos de limpieza. Contestando un escueto “Lo sé” seguí a lo mio.
No pretendo enfadarle, tampoco cambiar su forma de ser. Sólo quiero que sea el mismo. Fingir por los demás le traerá problemas a la larga, y no quiero que eso le pase a él. El Ukyo Tomohiko “natural” es el que me gusta, no su máscara llena de mentiras.
A veces he deseado darte un puñetazo, en serio...
-Toshiro-kun, ¿puedes ayudarme? No alcanzo a limpiar las partes altas...
Su voz me llega desde el frente de la clase, y lo veo mirándome con el borrador en la mano.
Ahí va otra vez, intentando llamar la atención.
Cuando no se llega a las partes altas, se coge una silla. Suspirando internamente voy hacia allí y agarro el borrador...Pero parece que no quiere soltarlo, y le vuelvo a mirar, pidiéndole una muda explicación.
Es cuando vuelve a intentar que me rinda a sus encantos (que los tiene, eso no lo puedo negar), poniendo esa mirada inocente con trasfondo lujurioso con la que ha engatusado a todo el mundo (¿No se da cuenta de que haciendo eso solo consigue que se le sigan declarando mas hombres?).
-¿Que haces? -Dije antes de que terminase con su ritual de miraditas indiscretas. Que le hayas mostrado esos ojos a todo el mundo ya me molesta...
Y es ahí cuando, dejando de lado su “yo falso”, estalló. Algo que llevaba esperando mucho tiempo.
-¡Oh, venga ya! ¿¡Se puede saber que te pasa!? - me gusta oírle gritar.
-Pues vaya cambio de carácter...- dije en voz alta, aunque pretendía solo pensarlo. Y como acompañamiento se me escapó una sonrisa de satisfacción.
-Tsk. Eres una molestia, Toshiro -Se cruzó de brazos y siguió desahogándose. Y como siempre hay un momento y un lugar para todo, también expuse abiertamente (y con algo de ensañamiento también, para que ese idiota reaccionase de una maldita vez)lo que pensaba.
-Lo que te pasa es que estás enfadado porque no caigo a tus pies, como la mayoría – fui a por el borrador que había lanzado con toda su ira. Así de paso evitaba volver a mirarle-.Quién iba a decir que el afable Tomo-chan fuera una persona tan arrogante...
-¡Cuida tus palabras, Kato! ¡Todo esto se resume a tu pésimo gusto!
-Claro, todo es culpa mía- Le ignoro. Tengo que ignorarle, porque de verdad se está mereciendo un puñetazo bien fuerte en su perfecta cara.
-Ya veo. Lo que te pasa es que tienes envidia...- ...¿envidia? ¿Envidia de ser lo que no soy? ¿De pasearme por ahí creyéndome el Rey del mundo? Has el favor de callarte, Tomohiko-...Que pena me das.
Escuché un chasquido dentro de mi, como si algo se rompiese.
Cuando me quise dar cuenta, lo estaba agarrando y empujando contra el pizarrón. Fue como un acto involuntario, pero cuando lo tuve frente a mi, con esa cara vulnerable suya, no pude pararme.
-Verás, en la vida no solo existe el “ser popular”. Aquellas personas que solo quieren agradar a los demás, ser admirado y querido, solo demuestran su falta de autoestima. Disculpa por no querer fomentar algo tan ridículo, “Ukyo-sama” -Eso último lo he dicho con saña, sin cambiar expresión.
Y no es que fingiese estar tranquilo, o que no me importase como se lo pudiese tomar. Es que de verdad no me importaba. Después de estos años con él, nada de lo que dijese o hiciese podía turbarme. Había creado mi propia indiferencia solo para él, para que viese que no es tan especial y que, aunque fuese una sola persona no todos le admiraban.
Antes de golpearle de verdad para hacerle despertar, me marché.
Ser paciente no significa que no pueda frustrarme. Lo estaba y mucho, aunque no soy alguien que se hunde en sus pensamientos mucho tiempo, y gracias a mi grupo de amigos pude despejarme esa tarde.
Después de aquella pelea pasó el tiempo (no sé exactamente cuanto), y todo seguía como siempre. Tomohiko se seguía paseando por los pasillos seguido de todos sus “amigos”, lanzándome alguna que otra mirada discreta y llena de algo que no supe descifrar. Por mi parte, seguía sin hacerle caso.
Ya no lo hago por mi o mis objetivos,es por ti...Así que no lo hagas mas difícil.
Poco después me enteré que, de hecho, mi nombre también constaba en el ranking de populares, estando entre los veinte. También se me acercó una chica de primero bastante mona a darme un bento casero (que estaba bastante bueno, sobretodo porque ese día solo traía un bollo para comer...) y pude distraerme bastante con los chicos del club de natación y sus campeonatos improvisados en la piscina.
Tampoco me esperaba que el chico que iba siempre pegado a Tomohiko fuera fan del Piragüismo, por lo que mantuvimos una larga charla a la hora de la comida después de que me dijese de forma casual que había ascendido dos puestos (como si me importara realmente).
Ese día estaba siendo algo diferente al resto. Y terminé de confirmarlo cuando, en mitad de la clase después del almuerzo se escuchó un grito. Y esa voz solo podía ser de él...
Giré un poco la cabeza y lo vi en su asiento, llorando a moco tendido, sin parecer importarle mucho que lo tratasen como un mocoso llorón después. Sólo estaba ahí pasando de la profesora de historia que le prestaba su ayuda, y gritando que todo era culpa mía (con las consiguientes miradas acusadoras de todo el curso).
¿Que es lo que había echo? Yo no tengo culpa de nada...
-...Sólo...¡Tienes que hacerme caso, Toshiro!
...¿Es por eso? No jodas...
Suspiré, resignado a sus tonterías y me levanté antes de dudar un poco. Me acerqué a su sitio ante mas miradas interrogantes, mientras él seguía y seguía con sus insultos infantiles hasta colmar mi paciencia en ese momento. Tampoco quería que se siguiera humillando de esa manera, por lo que lo cargué y lo saqué de la clase con la excusa de ir a la enfermería.
Dejando que gritase y patalease hasta cansarse, llegamos a la azotea, donde le solté y me senté, relajándome un poco con la brisa fresca y reconfortante.
Ah, necesito unas vacaciones o algo...O quizás debería golpearle y acabar con esto...No, no creo que pudiese hacerlo...Mi paciencia me traerá problemas un día de estos.
-Estoy...Toshiro, estoy... -Balbuceaba algo con voz temblorosa. Parecía querer echarse a llorar otra vez.
-¿Que? -Le apremié antes de que el llanto volviese y no pudiese hablar.
-Estoy enamorado de ti.
…
¿¡Que!?
Un momento...respira Toshiro. ¡Y deja de mirarle como si fuese algo sobrenatural que ha aparecido de repente!
Sé perfectamente que Tomohiko sería capaz de cualquier cosa para ganarse a la gente (dignamente, digo...), pero aquello era pasarse. ¿Estaba dispuesto a rebajarse tanto para que le hiciera caso o le tratase como el “tipo genial” que decían que era?
Eso es imposible.
Cuando me levanté, evitando su mirada, empecé a exponerle un punto de vista psicológico muy acertado para esta ocasión. Sólo ansiaba aquello que estaba fuera de su alcance, como un niño...Y no podía permitir ilusionarme con un sentimiento así.
Tras eso comenzó a disculparse (cosa que no me esperé), y a admitir sus celos y su envidia, recalcando que estaba enamorado de mi...Y yo, cabezota, seguía rebatiéndoselo, probandolo hasta el punto de darle una imagen muy gráfica de lo que haríamos si comenzábamos una relación.
Sobra decir que mi compostura se hizo pedazos cuando fue el primero en dar el paso y aceptar todo aquello con un beso, instándome a seguir y hacer realidad uno de mis muchos sueños.
Tomohiko se estaba dejando llevar, estaba siendo él mismo y actuando por impulso, guiado por sus verdaderos pensamientos y sin esconderse en ninguna máscara.
Y eso me hizo pensar que todo este tiempo de indiferencia y frustración había valido la pena; tanto como cuando consumamos allí mismo nuestra relación (sigue gustándome oírle gritar...y de esta forma mas aún), como cuando apareció a la mañana siguiente con un comportamiento natural, disfrutando del trato común de los demás.
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-Oye, Toshiro...
-¿Que?
-¿Yo te gusto?
Vaya pregunta mas tonta a estar horas del partido...
-Claro.
-¿Por qué?
¿Que por qué? Tomo está muy hablador hoy.
Esa mañana de domingo íbamos a ir a clases de piragüismo para novatos, mas que nada para tener esa experiencia. Tomo a querido venir conmigo y mis amigos (que ahora son los suyos también) y Makoto por alguna razón. Creo que está siguiendo sus impulsos otra vez, y eso me gusta.
-Dime, Toshiro. ¿Por qué te gusto?
-Me pregunto por que... -extendí una sonrisa, mientras él hacía un puchero y se me colgaba del brazo, exigiendo una respuesta.
-¡Toshi, Tomo-chan! -Sakaki, el capitán del club de natación, nos hacía señas desde la parada del autobús, rodeado de todos los demás. Nada más llegar, Tomohiko fue apresado por un abrazo en grupo.
-¡No me llames Tomo-chan! Parece de chica...
-Pero Tomo-chan parece una chica-dijo Sakaki, acariciándole la cabeza hasta despeinarlo.
-¡Llora para nosotros, Tomo-chan!
-¿Ya puedes sentarte, Tomo-chan?
-¡Ahh, ya vale!
No creo que le disguste nada de esto, aunque finja que así es. Sólo debe acostumbrarse un poco mas a mostrar sus verdaderos sentimientos.
No sé si se habrá percatado, pero me gusta el Tomohiko simple y natural. El que llora y se enfada por nimiedades o el que se ruboriza cuando le beso.
Pero eso es algo que no le diré...Después de todo, puedo esperar pacientemente hasta que se de cuenta.
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