domingo, 7 de junio de 2009

¡Hazme caso!

La popularidad lo es todo.
La sensación de ser el centro de atención, que otros te miren con respeto, que accedan a tus peticiones cuando las adornas refinadamente y con inteligencia.
Maravillosa popularidad...

-Ukyo-san, he preparado esto para ti...- Con esta van tres las chicas que se me han acercado esta mañana para darme un Bento, ruborizadas y nerviosas ante mi presencia, marchándose satisfechas cuando los acepto y sonrío.
Es tal el nivel de mi popularidad en este instituto, que mas de un chico se me ha acercado con mas de una intención, es impresionante...Mejor dicho, ¡soy impresionante! Aunque espero que el que se me declaren hombres no se convierta en una costumbre, o sería un problema.

-Hoy serán las votaciones para elegir a un nuevo vicepresidente del consejo, ¿vas a presentarte, Ukyo? -Makoto, uno de mis compañeros de clase y fiel amigo. Es casi inmune a mi “aura popular”, aunque no puede decir que no cuando le pido algo.

-Ser vicepresidente implica estar bajo las órdenes del presidente, lo cual no me hace la menor gracia. ¿Por que simplemente no soy presidente? Todos seríamos mas felices...

-...Es posible. Pero el puesto vacante es el de vicepresidente, así que no le des mas vueltas.

Arrugo la frente en señal de disgusto mientras chasco la lengua, entrando a la diminuta cafetería que tenemos en el instituto. Es imposible pillar algún sitio libre (y decente) si no llegas el primero, pero por suerte soy uno de los alumnos mas destacados, por lo que me ceden asientos nada mas verme entrar.

-¡Ukyo-san, por aquí!

-¿Te presentarás a vicepresidente, Ukyo-san? ¡Te estaré animando!

Gritos y mas gritos. Miradas hacia mi persona y mentes creando fantasías que mejor no me imagino...¿Hay algo mejor que ser el centro de atención? Te hace sentir como un ídolo en la cumbre de su trayectoria profesional.
El mundo te sonríe...
...bueno, no todo.

Me dirijo con mi bento casero y Makoto a la mesa que hace esquina, junto a la ventana, donde está la única cara que no ha despegado la vista de una revista de piragüismo mientras come.

-¿Puedo sentarme aquí, Toshiro-kun? -Pongo un tono algo condescendiente para obligarle a mirarme, pero al parecer los tipos forrados en traje de neopreno son mas interesantes que yo.

-Adelante -me dice escuetamente antes de pasar la página.

Frunzo el ceño y de un golpe deposito la bandeja en la mesa, frente a él, haciendo lo propio con la silla en la que luego me senté. Menos agresivo, Makoto ocupó el lugar junto a mi.

-Toshiro-kun, hoy tenemos turno de limpieza -suavizo la voz, de nuevo.

-Lo sé -¿Como puede comer, hablar y leer al mismo tiempo? Este tío me pone nervioso...
Mas enfadado aún, comienzo mi almuerzo.
Este tipo, Kato Toshiro, lleva asistiendo a la misma clase que yo cuatro años desde secundaria. Es como una maldición que se me echó encima en mis mejores años de instituto, cuando ya tenía muy asumida mi popularidad.

¿Y que pasa con él? ¡Pues nada, ese es el problema!
Al principio pensé que el hecho de que me ignorase o me tratase como la persona mas simple y común del mundo se debía a su mal gusto y su poco nivel para juzgar, pero resulta llevarse bien con otros chicos casi tan populares como yo. ¿¡Entonces cual es su problema conmigo!?

Llevo media hora fingiendo que limpio la pizarra de nuestra clase, mientras él deja las mesas relucientes. Se me han pasado las horas de estudio pensando en cuanto te odio, Toshiro, espero que estés alagado.
Suelto el borrador y me giro hacia él. Puede que no vea bien...O que no haya sentido mi despliegue de feromonas “populares”. Si es así tranquilo, ingenuo mortal. El gran Ukyo Tomohiko te mostrará sus encantos.

-Toshiro-kun, ¿puedes ayudarme? No alcanzo a limpiar las parte altas... -sonrisa amable al canto. Desde la tercera mesa de la segunda fila se endereza y me mira. Luego sacude el trapo con el que limpiaba y camina hacia mi, coge el borrador que le extiendo y tira de él....y me vuelve a mirar, interrogante, al no querer soltarlo.
Es ahí cuando, lentamente, levanto el rostro, con una expresión sexy cuidadosamente planeada, innata y especial, para que al fin vea cuanta belleza se...

-¿Que haces?

¿Huh?
Su expresión si que no tiene nada de especial. De hecho, es la misma cara de aburrido que me muestra siempre. Parece haberla reservado solo para mi.
Y pasa lo inevitable...
Frunzo el ceño, el pulso me tiembla, y al final el borrador sale disparado a alguna parte de la clase, mientras le dedico una mirada rencorosa.

-¡Oh, venga ya! ¿¡Se puede saber que te pasa!?

-Pues vaya cambio de carácter...-Dice, y extiende una sonrisita satisfecha, como si sacarme de quicio fuese su objetivo cumplido.

-Tsk. Eres una molestia, Toshiro -me cruzo de brazos-. Las personas sin clase como tu me molestan.

-Lo que te pasa es que estás enfadado porque no caigo a tus pies, como la mayoría -Se atreve a decirme, yendo a recoger el borrador-. Quién iba a decir que el afable Tomo-chan fuera una persona tan arrogante...

-¡Cuida tus palabras, Kato! ¡Todo esto se resume a tu pésimo gusto!

-Claro, todo es culpa mía- regresa, borrador en mano, y continúa limpiando las partes altas de la pizarra. Este bastardo sigue ignorándome.

-Ya veo. Lo que te pasa es que tienes envidia. Alguien como tu, que no destaca en nada y tiene aficiones tan estúpidas nunca llegará al nivel de los verdaderamente populares. Es eso, ¿no? Que pena me das...

No pude seguir despotricando. Aunque la verdad, he sacado mi peor lado, no quería decir todo aquello. Pero Toshiro ya me había empujado contra el pizarrón y me sostenía por la chaqueta del uniforme violentamente, como si estuviera a punto de darme la paliza de mi vida por hablar de mas.
Sin embargo, su cara no parecía querer cambiar por algo dicho por mi.
Seguía tranquilo, sereno y serio.

-Verás, en la vida no solo existe el “ser popular”. Aquellas personas que solo quieren agradar a los demás, ser admirado y querido, solo demuestran su falta de autoestima. Disculpa por no querer fomentar algo tan ridículo, “Ukyo-sama”.

Me soltó, como si de deshiciera de algo muy por debajo de él, de algo inferior y sin sentido. Luego fue hasta su asiento al fondo, cogió su maleta y salió por la puerta de atrás, dando por terminada su parte de la limpieza.
Sentí tal debilidad en las piernas que acabé cayendo al suelo, notando mi corazón retumbando en mis oídos. No me ha pegado, no me ha gritado. Ni siquiera me ha mirado mal, pero se me ha formado un nudo en la garganta insoportable.

Escucho voces fuera, en el patio, seguido de algún grito con su nombre. Me levanto y me asomo a la ventana, queriendo gritarle que no tenía ningún derecho a decirme algo así, que él era el engreído prepotente. Pero no pude hacerlo. En la puerta, un gran grupo de chicos le esperaba, entre ellos el secretario del presidente (que estaba el tercero en el ranking de popularidad), algunos miembros del equipo de natación y otros pocos del club de boxeo.
Todos personas destacables, de buena apariencia y expertos en sus campos.
Y Toshiro sonreía sinceramente. Los saludaba, hacía bromas con todos ellos y se permitían algún que otro roce amistoso.

Entonces, solo era yo.
Sólo conmigo no puede llevarse bien.
Me he dado cuenta de que, diga lo que le diga, Kato Toshiro no se dignará a mostrarme una expresión distinta.
….
Y eso me cabrea.

-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-

Por supuesto, no soy del tipo de persona que se deprime fácilmente. Después de todo, al día siguiente seguía siendo igual de popular. Y al siguiente. Y al siguiente también.
Así pues pasaron dos semanas. Toshiro me ignoraba, yo a él también (aunque debo admitir que no he desistido en eso de hacer que me note, por lo que he estado desplegando mas feromonas que de costumbre) y todo sigue su curso.
No dejo de preguntarme como es que, con su cara de palo, puede hacer tantos amigos. Y no amigos frikis con sus mismos (y raros) gustos, sino tipos de altas esferas como el secretario del presidente del consejo, o el manager del club de tiro con arco, o todos los demás del club de boxeo.

-¿Kato Toshiro? Él está entre los veinte mas populares del instituto, a pesar de ser tan poco hablador.

-Si, está en el puesto diecinueve, justo detrás de Sakaki, ¿no lo sabías?

Las chicas son muy raras. Durante el almuerzo (donde recibí otro montón de bentos para comer) me enteré de que llevaba todos estos años estando entre los veinte mejores. No es que fuese un rango muy bueno, pero eso significaba que mucha gente si que le notaba. ¿Por qué le da igual entonces?
Ese idiota mentiroso y su discurso de la “poca autoestima”...

Aún le faltaba mucho para poder llegar a mi puesto y ser una auténtica amenaza. Y mas si mantiene esa actitud de “Soy genial tal como soy”.

Aunque parece que al día siguiente no todo brillaba tras de mi.
Empecé con la desagradable visión de Kato recibiendo un bento de una chica de primero, el cual aceptó con una sonrisa de compromiso; luego una nueva visión de Kato nadando en la piscina (ese día nos tocaba usarla a la clase de segundo), con el consiguiente pique entre algunos miembros del equipo de natación (todos amigos suyos), poniéndose a competir a ver quien nadaba más rápido, entre las bromas y fiestas que tenían (nota mental: Kato tiene una sonrisa muy bonita...).
Por alguna razón, pasó del puesto diecinueve al diecisiete...
Tengo ganas de gritarle a alguien.

Pero como hoy no era mi día, Makoto (mi aguantaquejas personal) estaba sentado junto a Kato en la cafetería, ojeando la maldita revista de piragüismo mientras compartían opiniones y risas...¡Lo que me faltaba! ¿¡Con Makoto también!? ¡Este tío me odia, se está vengando de mi, fijo!
Dando una discreta patada al suelo, me marché a la azotea.

¡Vale, soy caprichoso! Pero ese defecto no es nada si lo comparamos con todas mis virtudes.
Desde pequeño me han elogiado, me han recordado infinitamente lo lindo e inteligente que soy, han accedido a mis peticiones por lo obediente que era. ¡Tengo mucho autoestima!
Soy una persona honrada, amable, cariñosa...No hay nada de malo en mí.
Solo eres tu, Kato, el que quiere sacarme algo negativo para usarlo en mi contra. ¡Es por tu culpa que tengo ganas de gritar y de llorar!

-¡Eres un insensible! -Dí un golpe a mi mesa con los puños y me eché a llorar de verdad, sin tener en cuenta que estaba en mitad de la clase de historia (de la cual no he pillado nada, por cierto) y sin importarme mucho que mis compañeros se volvieran a mirarme, con mis ojos rojos y mi cara llorosa y patética.

-¿Ukyo-kun? -se me acercó la profesora- ¿Estás bien, Ukyo-kun? ¿Te duele algo?

-¡Todo es culpa de Kato! -Grité, con mi voz temblando, sin poder parar de llorar.

Todas las cabezas se dirigieron al asiento de Toshiro, culpándole con la mirada. Él solo levantó las manos en son de paz y me miró de reojo.

-¡Es culpa tuya! -berreé- Me llamas arrogante y me humillas sin ni siquiera cambiar expresión, ¡tu eres el malo aquí! ¿Entonces por qué no te odio? ¡Idiota! ¡Te odio!

Me estoy contradiciendo, ¿no?...

-Uky... -La profesora intentó calmarme, pero la ignoré. Fue la primera vez que me importaba poco estropear mi imagen. Estaba llorando, gritando y comportándome como un mocoso delante de mis compañeros de clase, destrozando esa imagen que tanto me había costado crear.

-¿Por qué puedes divertirte con todo el mundo menos conmigo? ¡Eres un inmaduro! Yo sólo quería que me miraras, pero tu seguías ignorándome...-Hice una pausa para limpiarme la nariz-...No te juntes con nadie mas...Sólo...sólo...¡Tienes que hacerme caso, Toshiro!

Hipé, seguí llorando, mientras el silencio de toda la clase me confirmaba que nadie se esperaba esto de mi. De hecho, no me lo esperaba ni yo...

Toshiro se rascó la cabeza, suspiró y se levantó de su sitio. Creo que está avergonzado. No me extrañaría, la verdad. Seguro que está viniendo a mi sitio para golpearme en serio.

-¡Idiota! ¡Friki!¡Raro!

-Tomohiko, cálmate, ¿quieres? -Puso los brazos en jarras junto a mi asiento. Entre lágrimas, vi que su cara seguía siendo la misma. Y eso me dio aún mas rabia.

-¡Insensible!¡Ceñudo!

-Oe...

-¡Obsesivo de los barquitos!

-¡Ya vale!-Después de ese grito me vi en el aire, puesto que Kato me agarró y me colgó de su hombro, como si fuera un saco. Después caminó conmigo a la salida, mientras decía algo de llevarme a la enfermería para relajarme.

-¡Yo estoy muy relajado, ¿me oyes?! -Menos lágrimas salían ya de mis ojos, mientras pataleaba boca abajo por el pasillo- ¡Eres un secuestrador!

-Ah, cállate un poco. ¿A que ha venido ese numerito? Mañana estarás dos o tres puestos mas abajo en tu amado ranking.

Iba a chillarle, a decirle que no me callaría solo porque el lo dijese. Pero no dije nada, y permanecí inmóvil hasta llegar a la azotea...

-Tenía entendido que iríamos a la enfermería...-Dije cuando me soltó cuidadosamente en el suelo, frotándome los ojos y esquivando su mirada como un niño que acababa de romper algo.

-Pero no te duele nada, ¿o si? -se sentó y se apoyó en la verja que daba a la cornisa-.Relájate, toma un poco el aire y habla despacio.

Cerró los ojos, dejando que el viento suave le meciera el pelo.
Mi mayor deseo en este momento es que muestre otra expresión. Que cambie su forma de mirarme. No quiero que me devuelva una mirada vacía y sin interés. Quiero que me note...Quiero....que solo me haga caso a mi.
¿Puede ser que esto sea...?

-Tomohiko, siéntate -me dijo suavemente desde su posición. No me pareció un tono brusco, pero era una orden clara.

Me acerqué hasta quedarme frente a él. Al tener mi sombra tapándole el sol, abrió los ojos y me miró.
...No me mires así, por favor...

-¿Qué pasa?

-Estoy... Toshiro, estoy... -Me vuelve a temblar la maldita voz, y en lugar de tener la garganta obstruida era mi estómago el que se sentía nervioso. Entonces esto era...Ah, que lento soy.

-¿Que?

-Estoy enamorado de ti.

Decirlo en voz alta me a quitado un peso de encima...Pero ahora siento mi cara arder como nunca. Después de cuatro años creyendo que le odio, oírme decir esto era...
Espera, ¿que es esto?
¿Toshiro está sorprendido?
Me mira como si hubiera visto un fantasma. Ha levantado las cejas, abierto mucho los ojos y su boca formaba una perfecta “o”.
Es la primera vez que hago que cambie de expresión. Me siento tan...¿realizado? ¿Tontamente feliz?
Aunque esto no duró mucho, ya que se levantó y al quedarse frente a mi su cara volvía a ser la misma. Me desvió la mirada y se rascó al nuca. ¿Eso era que estaba nervioso? ¿O lo estoy yo?

-No lo estás -me contradijo de repente-.Sólo quieres monopolizar lo que no puedes tener. Es lo que hacen los críos posesivos y consentidos. Deberías madurar antes de fingir saber lo que quieres.

¿Ahora es mi psicólogo o qué?
No se molestó en mirarme. Hizo un además de marcharse y dejarme tirado, pero me puse delante de él, retorciendo el dobladillo de la chaqueta.

-¡Yo...!-Empecé, pero respiré hondo y calmé mi tono de voz- Siento todo lo que te he dicho. Si lo pienso ahora...me doy cuenta de que tenía celos de la gente con la que estabas, y también de ti por poder ser feliz siendo tu mismo. Pero yo...de verdad...estoy enamorado de ti.

-Te lo dije, te estás confundiendo...

-¡No es así! -Le miré, con el ceño fruncido y sonrojado hasta las orejas. Me voy a desmayar por la tensión de un momento a otro, idiota- ¡Tu me gustas! ¿Por qué no quieres creerme?

Él también frunció el ceño y me miró. Después de un momento que me pareció eterno, volvió a esbozar esa sonrisa de medio lado que me hizo temblar. Luego, inclinándose un poco hacia mi, me susurró:

-¿Estás seguro de lo que dices? Somos dos chicos, ¿has tenido en cuenta eso?

-Claro que si...- Me estás poniendo aún mas nervioso, no me susurres como si fueras algún tipo de pervertido, idiota...

-¿Y que crees que pasaría si empezáramos a salir? -Caminó tras de mi, y continuó susurándome al oído por la espalda, mientras se me erizaba la piel.

-¿Que...pasaría...si saliéramos?

-Tendrías que besarme, te abrazaría y luego...

Se lo que significa ese “y luego...”, no soy tan infantil. Pero por alguna razón el oírlo de su boca ha hecho que no solo mi cara esté caliente...Que dilema.

-¿Estás de acuerdo con eso? -volvió a estar frente a mi, muy cerca de mi cara.

Toshiro me estaba provocando...No sé con que propósito, pero lo hacía. Y se estaba divirtiendo.
Pero ya me da igual. Mis ganas de besarle ahora mismo supera cualquier nerviosismo que pueda estar ahora recorriendo mi cuerpo.

Al final alcé las manos y le acaricié las mejillas, subiéndolas luego a su pelo negro y rebelde (que suave), sujetándole por él para darme el último impulso y besarle.
Ah, sus labios están fríos...Pero sus ojos se han vuelto a abrir en sorpresa y a vuelto a abrir la boca de la impresión, por lo que he podido profundizar mi muestra de que voy completamente en serio.
Le abrazo por el cuello y le atraigo hacia mi, ya que es mas alto que yo...aunque el control no me dura mucho, porque Toshiro me sujeta de los hombros y me aparta.
Y lo que contemplo me encanta.

Un Kato Toshiro ruborizado, sorprendido y para nada disgustado. Fue la mejor visión de toda mi vida...No, mentira. La guinda la puso su sonrisa indescifrable.
¡Me sonreía, por fin!

-Que torpe -dijo-. ¿Es que no has besado a nadie nunca?

-Mi política de “ser popular” me dicta que “si no soy de todas, no soy de nadie”. ¡Y no te burles!

-Como para no burlarse...Eres idiota.

-Supongo...-hice un puchero. Que yo lo admita no significa que me lo puedan decir en voz alta.

Toshiro volvió a acercarse a mi, pasándome uno de sus brazos por la cintura y atrapando mi pelo con la otra mano.

-Te arrepentirás de esto -y volvió a besarme. Y por mucho que me duela, su beso era muchísimo mejor que el mío. Su lengua caliente hacía lo que quería con la mía y no podía seguir su ritmo hambriento y frenético. Lamió mi labio inferior y luego lo mordió, sosteniéndome antes de que volviera a caer al suelo.

Mi vista se nubla y el aire a mi alrededor se vuelve denso y caliente. Es como si me hubiese metido en una sauna, tan insoportable.

-Vaya...-escuché a Toshiro, y nuevo una risita-. O se me da muy bien besar o es cierto que estás colado por mi.

¿Uh?
Cuando deje de flotar en mi nube de vapor imaginaria me encontré pegado a Toshiro, con su rodilla entre mis piernas...y el fatal y vergonzoso desenlace de su fantástico beso golpeando contra su muslo.

¡Ahg, mierda!

-¡No, yo...!-intenté justificarme, y ya de paso separarme de él, pero Toshiro me atrajo aún mas, sin dejar de mirarme directamente a los ojos, haciendo mas presión en mi entrepierna.
Sin duda se estaba divirtiendo, que capullo...

-¡Ahh...! -me mordí el labio. ¡Esto es tan...! ¡Que vergüenza!

Incluso su cara no puede mantener ese deje de burla pasiva. Cogiéndome de nuevo (y mas bruscamente, además) del pelo, me reclina la cabeza hasta volver a besarme. Esta vez fue algo desesperado, agresivo y lujurioso, mientras su otra mano se deslizaba hacia el cinturón de mi pantalón y lo deshacía, seguido del botón y la cremallera...

Fue cuando quise respirar y le empujé todo lo que pude, pero de nueva cuenta me arrastró hacia la verja, donde me apoyé mientras él me miraba, inclinado frente a mi, sujetando las rejas por encima de mi hombro, respirando a bocanadas...

-¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

-¿Estás seguro tu? -me llevé las manos discretamente a mi entrepierna para taparme, y un escalofrío me sacudió todo el cuerpo.

-¿Te has visto? -alargó su sonrisita- Ahora mismo estás completamente adorable. Me hace querer poseerte hasta hacerte llorar.

-Sa...¡Sádico! ¡Uwaa!

Me apartó las manos y terminó de quitarme el pantalón, colando la mano por mi ropa interior. Cuando envolvió mi miembro tuve que taparme la boca con las manos para no gritar, y tuve que hacer otro esfuerzo inhumano para no acabar allí mismo.
Aquello era...¡Era fantástico!
Su mano comenzó a moverse, lenta, rápida, alternando ritmos mientras me besaba, o mordía mi cuello hasta seguramente dejarme marcas; sacándome la chaqueta y rebuscando entre la camisa hasta pellizcarme los pezones...
Todo aquello me hacía temblar. Creo que de no estar apoyado en la verja ya me habría desplomado hace mucho.

-Tomohiko, aquí...- Me cogió la mano y la guió a su entrepierna, expuesta e igual de dura que la mía. Terminé de ponerme granate al tenerla en mi mano, notándola palpitar...Tragué en seco e imité sus movimientos torpemente, mientras lamía unos dedos que luego llevó a mis cuartos traseros.

-¡Uh...ahh! -me mordí el labio al tener uno trazando círculos dentro de mi, seguido de otro.

No se que me movió a hacerlo, si la necesidad de avanzar o mi cabeza recalentada por la situación; me incliné hacia Toshiro, pasando su pecho y deslizándome a su entrepierna, pasando la lengua con miedo por la punta de su miembro, como temiendo que no le gustara mi iniciativa.
Pero al contrario de mis pensamientos, Toshiro emitió un gemido ronco y me instó a continuar, mientas se inclinaba para seguir preparándome.
Buscando silenciar mis gemidos por al intromisión y su buena técnica, me la llevé a la boca, continuando el mismo ritmo que mi mano había impuesto antes.

La verdad, perdí la noción del tiempo. Y solo me enteré cuando Toshiro me volvió a apartar de el, se quito su chaqueta e improvisó una “cama” en el suelo, donde me tumbó.
Cuando estás en una situación así no te enteras mucho de lo que pasa a tu alrededor. Es como si estuvieras ido...Felizmente ido...

-¡¡Ahh!! -Hasta que te despierta un dolor agudo en tus bajos y maldices al cabrón que tienes encima.

-Tienes que relajarte.

¿¡Sólo eso tienes que decir!? ¡Disculpate al menos, eso ha dolido....!

-¡Ugh...! -Mierda, duele...- To...shiro...

-Tomohiko, mírame -me sujetó el rostro y me hizo encararle, mientras yo apretaba los ojos con fuerza. Notaba su hombría entrar en mi, y no podía dejar de pensar que esa cosa no cabría por mucho que la empujara.

-Duele...

-Mírame- repitió, acariciándome la mejilla y volviéndome a besar. Abrí los ojos e intenté dejar de tensar el cuerpo-. Respira hondo.

Fue lo último que me dijo antes de empujar (¡a traición!) y terminar de llenarme, mientras continuaba besándome y acariciando mi erección en una ayuda para relajarme.
Lo único que me gusta en este momento es su cara de impaciencia y dolor...Aunque no debí reírme de él, puesto que comenzó a moverse, aumentando sus ritmos hasta conseguir que me olvidase del dolor por completo.

[. . .]

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Sobra decir que a la mañana siguiente me dolía todo; mas el tener que desayunar de pié. Tenía una puntada molesta en el trasero que me impedía inclinarse siquiera. Tentado estuve de llevar los tres cojines del sofá a la escuela. Eso y un pasamontañas, para taparme la cara después de la escenita que monté en clase...

¡Tierra trágame!

Traspasé la puerta del instituto cabizbajo. No quería mirar a nadie, estoy deprimido socialmente y tengo agujetas...y otras cosas que no voy a mencionar.
Cuando entré a clase el ambiente estaba...¿Como decirlo? No era normal, tampoco era como siempre...Era mejor.
Mis compañeros de clase me saludaron como si fuera uno mas. Es decir, antes me trataban bien, era respetado y todo eso. Pero esa mañana fue...tan agradable. Habían dejado un poco de lado todos los sufijos de respeto excesivo y actuaban mas naturalmente a mi alrededor, como lo hacían con Toshiro.

Fue algo realmente inesperado y...satisfactorio.

-Buenos días -su voz grave sonó tras mi espalda. Me giré y alcé la vista hacia la sonrisa mañanera de Toshiro, que parecía brillar. Aunque no me extraña, después de hacerlo tres veces en la azotea ayer, sin tener en cuenta mi pobre cuerpo.

Le lancé una mirada envenenada, hice un puchero y me fui a sentar...cuando claro, no pude, soltando improperios contra él y su poco control.

-¿Estás bien, Ukyo? -se acercó Makoto, y tras él uno de los amigos de Toshiro, del club de boxeo.

-No te pongas a llorar otra vez, ¿eh?- y se echó a reír después de acariciarme la cabeza, como si estuviera consolando a un niño pequeño.

-¿No puedes sentarte?- preguntó Toshiro en un tono poco confidencial, y sin quererlo yo terminé de delatarme:

-¿¡De quién crees que es la culpa!?

Ahí empezó el rumor de que estábamos saliendo...
Aunque no iban muy desencaminados, así que, ¿que más da?

Respecto al ranking...no sé porque, pero no bajé de rango hasta unos meses después (Makoto dijo que las chicas encontraban adorable que un chico llorase y que por eso seguían votándome....que cosa mas rara). Después no volví a consultarlo mas.
Y no creo que vuelva a preocuparme.

-¿Vienes a mi casa?

-¿Otra vez?

-Pues voy a la tuya...

-¡Ni hablar!

No me preocupa ser popular o no, pero por el amor de dios, ¡quiero sentarme!

No hay comentarios:

Publicar un comentario