- Jeg elsker dig -
Fandom: Hetalia.
Pareja: Danmark x Sverige.
Género: Yaoi/drama.
(Traducciones al final)
I
El destello del frío acero que cortó el aire fue rápido.
El chirriar inquietante de dos armas del mismo material chocando llenó el lugar con un eco siniestro, mientras uno de los testigos mudos de la pelea miraba al cielo, deduciendo acertadamente que empezaría a llover dentro de nada. Levantándose del suelo, se sacudió el pantalón y miró con expresión aburrida a la escena que no dejaba de moverse ante sus ojos. Luego le lanzó una mirada al frailecillo que estaba a sus pies.
-Vamos a comer -dijo, simple, antes de echar a andar con la peculiar mascota siguiéndole con su paso incierto.
-¡Ah! Espe-... No puedes... ellos... -otro joven, de pelo claro y ojos llorosos imploraba un poco de ayuda para detener la situación antes de que fuera a mas.
-Dejales, ya se cansarán -dijo con voz seca su interlocutor, abriendo la puerta de la casa-. Vamos con Noruega antes de que se ponga a llover -dicho aquello se perdió dentro de la casa, dejando la puerta del recibidor abierta.
Finlandia miró alternativamente el punto donde había desaparecido su hermano y a los otros dos, que parecían absortos en su propia pelea.
Y es que, desde hacía mas de hora y media, el llamado Rey de los Nórdicos y el Antiguo León del Norte de Europa habían cruzado mas que armas. Las miradas de odio profundo y los insultos habían llenado aquella pacífica casa durante mucho tiempo. Aquel día la cosa había empezado como cualquier otro: con una simple mirada y una sobrepasada confianza de parte del danés, que había visto frustrado una vez mas su intento por “llevarse bien” con el Sueco.
Ahora, mostrando su sonrisa torcida, no daba tregua al hombre que tenía delante, el cual sangraba por un corte de hacha en el brazo izquierdo y tenía la cara magullada de los golpes que le habían llegado. Pensándolo bien, comparado con el estado de Dinamarca, Suecia parecía haberse llevado la peor parte; aunque aquello no era nada nuevo...
-
Denne gang vil jeg dræbe dig, Sverige!! -rugió, apartando con el hacha la lanza de su contrincante, apretando el puño para hundirlo en su estómago con una brutalidad capaz de partirle los huesos a alguien.
Suecia apretó los dientes, soltando el poco aire que le quedaba en un jadeo, cayendo al suelo de rodillas junto con su arma. Las primeras gotas de lluvia cayeron sutilmente, mientras las nubes oscuras tapaban el sol de aquel atardecer intenso.
-¡Su...! -Finlandia, que se negaba a entrar en casa como si aquella pelea no tuviera importancia, estiró la mano desde su lugar a unos metros de los guerreros, pálido, mientras poco a poco se mojaba ante la llovizna, que se convertía en lluvia intensa. Sin embargo se quedó clavado al suelo ante la mirada y la expresión de uno de sus hermanos mayores.
Dinamarca, aún sujetando el hacha llena de sangre y desgastes de tantas batallas, levantó la mano enguantada hasta la cabeza de Suecia, al cual obligó a encararle de un tirón violento del pelo.
-No puedes conmigo y lo sabes. ¿Por que sigues insistiendo? Deja de caer tan bajo,
Sverige.El sueco le lanzó una mirada envenenada por encima de las gafas quebradas, mientras el agua arrastraba la sangre que emanaba de su nariz. Su mano buscó a tientas a su lado la lanza en un último intento por contraatacar, pero ambas fueron pisoteadas sin consideración por el danés, que volvió a golpearle con el dorso de la mano, tumbándolo a un lado.
-Eres patético -fue lo último que dijo ante el retumbar de un trueno tras las nubes. Se echó el hacha al hombro, escupiendo ante el sabor metálico que se le había quedado en el paladar. Luego dio media vuelta, como si desvalorara por completo a su adversario y desapareció dentro de la casa.
Finlandia pareció reaccionar ante la ausencia del aura asesina de Dinamarca, porque tan pronto se fue corrió en ayuda de Suecia, el cual se incorporaba, presionando la herida de su brazo mientras el uniforme se le adhería al cuerpo.
-Su, ¿estás bien...? -preguntó con voz queda, agachándose mientras dudaba si posar una mano en su espalda.
-Fin... -levantó la vista, pareciendo tan malhumorado como siempre- Te vas a mojar.
El chapoteo que se escuchaba en la moqueta al caminar sobre ella le dio a Noruega una idea muy precisa de quien caminaba por el pasillo del segundo piso.
De pié junto a la ventana, veía como Finlandia trataba de ayudar a Suecia a entrar en casa ofreciéndose como punto de apoyo. Otro trueno hizo brillar el cielo tras las nubes grises, mientras la lluvia se encargaba de imposibilitar la vista mas allá de la cerca del camino.
-¿Estás satisfecho? -preguntó con voz monótona, perdiendo de vista a los dos de fuera y mirando de reojo a Dinamarca, que se había parado frente a la puerta de aquella segunda sala de descanso. Con la cabeza gacha, el hacha sujeta a un lado de su cuerpo y la ropa goteandole, no se molestó en dedicarle una mirada a otro de sus hermanos menores. Siguió de largo hasta la habitación del fondo tras pasar el corto pasillo, cerrando una vez estuvo dentro.
El golpe estridente del hacha cayendo al suelo perduró unos largos segundos. Seguido del arma, las rodillas de Dinamarca chocaron contra el suelo, a la vez que sus puños golpeaban con violencia el parqué. Fue una manera de desahogar la frustración que parecía apretarle la garganta cada vez que una pelea con él terminaba...
-Imbécil... -masculló, y de su expresión orgullosa y cruel ya no quedaba nada.
Apretando los dientes y frunciendo las cejas, daba la sensación de que se echaría a llorar de un momento a otro. Levantó otra vez uno de los puños con la intención de volver a estamparlo contra el suelo, pero se quedó en el aire hasta que alzó la vista y lo miró.
Tenía los guantes llenos de tierra y sangre. Extendió los dedos, observando la palma de su mano mientras se incorporaba sobre sus rodillas. La misma mano con la que luego se cubrió un rostro completamente afligido.
-Berwald... -solo en la intimidad de su habitación podía decir ese nombre.
II
-El día que temíamos nos ha alcanzado por fin...
La gran sala, repleta de cuadros renacentistas, era iluminada por una gran araña de oro calada de piedras preciosas. Bajo ella, una gran mesa ovalada, donde solo habían sentadas tres personas. La lluvia, que no había dado tregua en toda la semana, seguía cayendo tras los cristales de la ventana, custodiada por cortinas de terciopelo rojas.
-El 78% de la población está en contra de una guerra -miraba los documentos el hombre que parecía mas viejo de los tres, rascándose apuradamente el mentón-. No les importa a quien pertenezca, solo quieren ser “Suecia”.
-Desgraciadamente eso no será posible si Suecia deja de existir -apeló con rudeza el hombre sentado dos sillas mas lejos, quitándose en monóculo para limpiarlo-. La gente no quiere cambios, pero al mismo tiempo quiere cambiar. Esto no tiene sentido.
-Finlandia está en una situación precaria ante las demandas Rusas -el hombre mas mayor, conocido como el primer ministro de Suecia, Göran Persson tras treinta y cuatro nombramientos al puesto, se ajustó las gafas, mirando sobre los gruesos documentos al chico de poco mas de veinte años que estaba sentado en la otra punta de la mesa.
Berwald Oxenstierna, Reino de Suecia, miraba ausentemente a algún punto de los papeles que tenia delante. Las estadísticas sobre encuestas en contra de los planes políticos le bajaban el poco ánimo que había aprendido a tener.
Lanzó una mirada feroz a la parte que mas le concernía de todo aquello. Se decía que Rusia quería el territorio de Finlandia, y no estaba dispuesto a permitir que ningún ejército Ruso pasara aquellas fronteras con intenciones hostiles. Por otra parte, se estaba elaborando un plan de emergencia en caso de que todo aquello fuera inevitable, y para eso el tendría que quitarse de en medio.
Otras posibilidades eran apaciguar a los altos cargos de Rusia (en caso de que fuera verdad) y evitar una guerra absurda y dejarse llevar por las leyes de los países nórdicos. En cualquier caso, desaparecería. Sería simplemente la caída de un Antiguo imperio mas.
-Finlandia conoce las intenciones de Rusia, pero quizás Rusia solo esté provocando -el otro hombre volvió a ponerse el monóculo-. Si rememoramos como acabaron los Rusos tras la batalla contra Finlandia...
-Iré hasta allí para comprobarlo – Berwald se levantó de la silla, ahogando el sonido sobre la gran alfombra que cubría parte de la sala. Se irguió, frunciendo el entrecejo mientras su vista se perdía en el incierto paisaje tras los cristales de la ventana.
-Lo mejor es concertar una reunión para terminar con los rumores que asedian este tema -Persson colocó los folios dando leves golpecitos en la mesa para fijarlos-. Después de eso es de máxima prioridad ver que es lo que hacemos respecto al futuro de Suecia. Esto se nos va de las manos cada vez mas.
-... -Berwald se inclinó hacia delante en una reverencia poco pronunciada. Luego dio media vuelta, esquivó la silla y salió por las grandes puertas de madera de la sala, cerrándolas para desaparecer de la vista de los dos hombres, que se miraron entre si.
-Comprendo como debe sentirse...
-Es imposible comprender algo así -saltó el hombre del monóculo, que suspiró, mirando también a la ventana-. Ellos no son “personas”, después de todo. Cosas como “morir” o símiles parecidos no les preocupa, aunque quizás si que tengan el orgullo que querer mantenerse en pié.
La citación con la Federación Rusa no había sido amena, tal y como esperaba. Tratar con el Ruso nunca resultaba del todo agradable, incluso teniendo buenas intenciones.
Miraba por la ventanilla del coche la capa de niebla que la lluvia había dejado tras parar por fin, recordando algunos retazos de un encuentro que al menos le confirmaba que los planes contra Finlandia no eran del todo verdad...
-Solo quería aumentar el comercio con Finlandia, no hay que alarmarse tan pronto. Aunque seamos vecinos son hay que desconfiar solo porque se esparzan rumores tan tontos.”- Que pareciera tan confiado indicaba que podría haber sido el mismo el que comenzó tal rumor intimidando a Finlandia en alguna reunión mundial.-Respecto a el tema que solicité abordar...-Sin embargo, he oído que estás al borde del precipicio, Suecia~ -se le había acercado en algún momento, con aquella sonrisita infantil que te hacía desconfiar mas de el, ignorando por completo la conversación-. ¿Quieres que Rusia te preste ayuda? Si no acabarás cayendo en picado~Aquella no era una buena idea... Ni siquiera para alguien desesperado.-Mi situación no es tan precaria como piensas. Volvamos al tema...-Vas a desaparecer~ -seguía insistiendo, sin separarse-. Y he oído que no lo sabe mucha gente, ¿es verdad? Aunque quizás salgas de esta con una suspensión temporal. ¿Estás seguro de que no quieres mi apoyo? Puedo respaldarte~Suecia le había mirado con su acostumbrada aura antipática, frunciendo cada vez mas el ceño a cada interrupción. Sin embargo; antes de abrir la boca para seguir con los temas de importancia, Rusia se le adelantó.-Un imperio que ha pasado a ser un lugar turístico no merece ser llamado “país” -tras aquellas palabras habían ganas enfermizas de diversión a costa de alguien-. Tu gente seguirá perfectamente sin sin, ya sabes~-...Ya lo sabía. Su punto fuerte era el turismo, su neutralidad y su economía ascendente, capaz de ayudar a países como Dinamarca. Pero igualmente, todo aquello funcionaría incluso no siendo un “país”. Recordaba que alguien dijo una vez que “el pueblo hace el reino, y de ahí emergía el Rey”. Pero incluso sin el Rey, el pueblo entero era capar de formar un Reino...
Quizás estaba pensando demasiado en ello...
Cuando atravesó los pasillos de la mansión y llegó a la sala de conferencias, repleta de personas, entre ellas los mas altos cargos de las veintiún provincias administrativas, los ministros, los inferiores a ellos, los Coroneles de las fuerzas armadas y miembros VIP de la prensa internacional, no pudo mas que suspirar internamente y afrontar la situación con estoicismo.
Hacía mas de medio mes que no veía a ninguno de sus hermanos entre viajes, reuniones y demás cosas que le tenían fatigado. Aún así ocupó su lugar en la tribuna, entre medio del ministro, los secretarios de estado y los demás de un rango moderadamente alto. Los flashes de las cámaras llenaron la sala una vez se dio el visto bueno para comenzar la rueda de prensa.
-No es un hecho aislado el que Suecia se encuentre ahora en un problema de posición en las Naciones unidas -El primer ministro tomó la palabra- A pesar de ser un país económicamente competitivo y ser uno de los recursos principales de los armamentos para las guerras de distintos países del mundo hay poca aceptación ante el hecho de considerarnos una democracia independiente.
Berwald ignoraba las cámaras y a la gente que tenía sentada al lado. Miraba fijamente el frente, a algún punto muerto, escuchando las palabras que se oían sobre el, frunciendo el ceño ante lo que estaba seguro que vendría ahora.
-Sin embargo, se ha mostrado, por gran mayoría, que el rendimiento del país favorecería a muchos mas vecinos, e incluso a si mismo, si dejase de considerarse una potencia mundial. Así mismo muchas de las potencias principales se han visto de acuerdo con este plan de renovación. Por ello, y hasta que los líderes democráticos de Suecia avances hasta los pasos finales de este tratado, se suspenden las actividades del Reino Sueco como país.
Los flashes de la cámara brillaron tan intensamente que Berwald entrecerró los ojos, intentando mantenerse digno ante todas las preguntas a cerca de aquello que le asediaron de pronto.
III
Cuando Dinamarca se acercaba, todo el mundo era consciente de que era el. Las pesadas botas chocando contra la alfombra roja y el tintinear de las cadenas que llevaba enganchadas al cinturón indicaban que venía con prisa, a zancadas y dejando bien marcado algún tipo de molestia que pronto expresaría en forma de grito.
-¿¡Que significa todo esto!? -aporreó la puerta de la sala de juntas, entrando con el hacha en el hombro.
Muchos asientos estaban por llenarse, pero al menos había gente que pudiera responder a su pregunta, aparentemente, sin sentido.
-Que sorpresa, si tu nunca vienes a estas cosas -lo señaló América, dignándose a sacarse la hamburguesa de la boca antes de hablar.
-¿¡Como no iba a venir después de enterarme!? -rugió, golpeando el suelo con la parte superior del hacha- Es mentira que Suecia ya no es un país, ¿verdad?
Ante el golpe, Italia se había escondido tras Alemania, que se palpaba la sien. China miró al danés, parpadeando, mientras Rusia se limitaba a sonreír. Lituania y Polonia, situados cerca de uno de los ventanales, habían interrumpido su conversación ante la pregunta. Incluso España, que parecía estar perdido en un mundo lejano, se quedó serio.
-¡Contestadme algo, maldita sea!
-Ha sido suspendido. Ya no tiene derechos como país -dijo una voz que entraba por la puerta. Inglaterra apareció en la sala cargando una carpeta gruesa color pastel, mientras ocupaba su sitio al frente de la mesa.
-¿Que significa eso...? -Dinamarca parecía estar digiriendo lo escuchado.
-En el tema de hoy trataremos como afectará la suspensión de Suecia, así como las votaciones a favor y...
-¡¡Deja de ignorarme!! -Dinamarca volvió a sobresaltar a los presentes con un golpe en la mesa- ¡Esto es una ridiculez! ¿¡Por que iba a ceder
Sverige ante esta tontería!? ¡No puedo...!
-Los propios superiores de Suecia han anunciado este plan de renovación -intervino Alemania esta vez-. Solo falta que se apruebe el censo.
-Pero si se desacredita como país, entonces...
-Es obvio -interrumpió de nueva cuenta Alemania, como cansado de explicar algo que ya se sabía-. “Suecia” desaparecerá.
Aquello era lo que nadie parecía querer decir. La “desaparición” de un país solía ser bastante poco frecuente en aquella época en la que solo emergían nuevos gracias a las independencias. Cuando una “persona” tomaba consciencia de País podría considerarse que “nacía”. Sin embargo, la muerte implicaba algo mucho mas enigmático...
-¡Me niego! -se llevó el hacha al hombro, dando media vuelta- Es imposible que alguien como el se resigne a morir...
-Espera, ¿no te quedas a la reun-...? -América se quedó con la palabra en la boca, puesto que Dinamarca había vuelvo a recorrer el pasillo a zancadas, saliendo del edificio con mirada decidida.
Como había pasado en otras ocasiones, el “Rey” tenía sus métodos para hacer las cosas; ya fuera hablar, gritar o echar en cara y sin ningún problema las cuatro verdades que parecía no poder retener solo en su mente.
Desde el momento en el que pisó territorio sueco los pelos se le pusieron de punta, como un gato rabioso que bufa para demostrar su inconformidad. Era consciente de que, con todo lo que pasaba, era imposible que estuviera jugando a las casitas con Finlandia, así que solo podía estar en un lugar...
-Disculpe Señor, no puede entrar aqu-...
-¡Apartaos! ¿Quien os creéis que soy? -se adelantó por el pasillo del segundo piso de la sede parlamentaria Sueca, donde los asistentes a reuniones se quedaban muchas veces a terminar largas reuniones o trabajos que concernían a muchísimos mas grupos.
-
Sverige!! -rugió en medio del pasillo, dando una vuelta sobre si mismo, armando escándalo suficiente como para que se interrumpieran las reuniones de las salas colindantes.
-Señor, por favor -insistía el presidente de la guardia del lugar-. Debe concertar una cita si quiere reunirse con algun-...
-
Sverige! Vis dig selv! -Volvió a ignorarle por completo, enseñando los colmillos como la bestia escandinava que era-
Sve-...!Se interrumpió al detectar por el rabillo del ojo al mencionado, que caminaba por el pasillo de la sala de enfrente, con las gafas brillandole a causa de los rayos del sol de la tarde. Llevaba el uniforme carente del gorro ceremonial, pero caminaba a zancadas sujetando la lanza a un lado. De la sala de donde había salido se asomaban su ministro de defensa y los representantes de las provincias administrativas.
-
Min herre, no se preocupe, la guardia hará algo al respecto -intentó disculparse el presidente de la guardia-. Lamento profundamente todo esto.
-
Nej -La mirada que le lanzó Suecia a Dinamarca fue una cansada y completamente oscura-. Me corresponde sacar la basura.
Hizo girar la lanza del metal con extremada agilidad en su mano antes de dar un decisivo paso, impulsándose hacia delante en una carrera dispuesto a embestir al danés. Un destello que pocos pudieron seguir con la vista cortó el aire antes de golpear con la base de acero del hacha, que había reaccionado igual de rápido ante el ataque.
-¡Por fin te muestras! ¿Estabas llorando por las esquinas, cretino? -escupió nada mas tenerlo delante, haciendo una considerable fuerza para hacer retroceder el Sueco, que se mantuvo firme, lanza al frente, sin decir una palabra.
El balanceo de las enormes armas, sumado a la envergadura de aquellos dos imparables guerreros hicieron que muchos abandonasen aquella planta. La guardia, dispuesta a reducir al no invitado, fue detenida por el primer ministro de Suecia que, lanzando una mirada a la joven personificación de su país se limitó a decir un
“Dejadle tranquilo...”.Un secretario despistado esquivó por poco la lluvia de cristales y madera de uno de los ventanales antes de salir corriendo a trompicones escaleras abajo. Dinamarca agitó la lanza, furioso, sacándola de la metralla de escombros del boquete que había abierto ante un golpe que, de haber cogido al Sueco, lo habría partido en dos; continuando parando golpes, usando sus largas piernas para desviar alguno o asestar algún que otro fuera de los modismos de una pelea decente.
Acabando al final del pasillo, frente a la sala de juntas de donde Suecia había emergido momentos antes, Dinamarca había aprovechado la curvatura sin filo de su enorme hacha para atrapar la base de la lanza, entrecruzándola de tal modo que las manos cedieran para poder arrebatársela. Una vez logrado, se sostuvo en una sola pierna, dando una vuelta sobre su eje para hundirle la que había quedado alzada en el estómago.
Suecia atravesó la puerta, golpeándose contra una de las partes sin abrir, cayendo estrepitosamente contra las sillas que rodeaban la mesa ovalada de reuniones.
-¿Te has cansado ya? -habló Dinamarca, soltando con jadeo sonoro ante la intensa acción de la pelea, cerrando la puerta con el pié para evitar miradas curiosas- Parece que estás acabado,
Sverige.Ante la poca predisposición a contestarle algo, el danés frunció las cejas, dando tres zancadas hacia el para levantarle por la pechera de la camisa, de dedicándole una mirada de algo similar al odio.
-¿¡Que demonios te pasa!? -gritó- ¿A que viene que estés de acuerdo con morir? ¿Tan rápido te resignas? ¡Me da vergüenza pensar que alguien tan cobarde haya sido mi rival por siglos! -al ver que ni siquiera le miraba, añadió en un tono mas fuerte:- ¡¡Contestame!!
-No es asunto tuyo -gruño simplemente el Sueco, levantando la mano para sujetar la que le agarraba, empujándola hasta apartarla-. No me toques.
Ante la pasividad con la que se tomaba sus palabras, Dinamarca tembló de ira. Pero fue una ira retenida, como si temiera ponerse a llorar en mitad de la discusión. De repente se sintió terriblemente frustrado, y Suecia no daba signos de apaciguar su ansiedad.
-¿Que pasará con Finlandia? -su tono era mucho mas bajo, y ya no le miraba- ¿Que pasará con el orgullo de tu gente? ¿Como se te ocurre siquiera pensar en...? -se cortó, mordiéndose el labio.
Suecia se limpió la sangre que le escurría del labio, mirando al lado contrario.
-No es de tu incumbencia nada de lo que yo haga. -dejó claro una vez mas, dispuesto a finalizar con aquella pelea aunque no tuviera armas. Sin embargo, Dinamarca no le dejó moverse de su lugar. Utilizando el extremo del hacha sin la hoz, le propinó un fuerte golpe en el pómulo, dejándolo contra la mesa, sangrando.
-Ya veo, no “es de mi incumbencia” -soltó su gran arma a un lado, acercándose para sujetarle del pelo y estrellarle la cabeza contra la mesa, dejandole mareado unos instantes-. Has perdido tu propio orgullo. Te has rebajado al nivel de un vulgar perro que hace lo que dicen los demás.
Forcejeó con su uniforme arrancándole prácticamente la chaqueta, demostrando su nivel extremo de enfado, enredando las mangas a modo de retención para los brazos, siguiendo con el pantalón. No parecía tener consideración ni duda alguna alguna de lo que estaba apunto de hacer.
-Seré yo,
Sverige... -susurró con voz tan ansiosa que apenas se le entendía-. Seré yo quien te despoje de tu humanidad y de la poca dignidad que te queda.
IV
-Ahh...
La sangre que goteaba en la mesa se mezclaba con saliva. Ante el movimiento de su cuerpo, el tintinear de su cinturón al dar contra el borde de la mesa era lo único que se oía en la sala a parte de los jadeos y los gemidos ocasionales.
La situación se había tornado en algo incomprensible. Dinamarca había cogido las riendas de la acción como si solo le correspondiera a el pensar por ambas partes, propinándole mas de un golpe en la cabeza al sueco contra la superficie de la mesa antes de comenzar a violarle.
Era consciente de que le humillaba hasta un extremo peligroso, era consciente que después de aquello le odiaría, si cabe, aún mas. Pero no pudo contener sus emociones. El simple hecho de que al otro le diera igual desaparecer de su vista, dando por finalizadas tantas épocas de batallas y conflictos como si no le importase le había costado el autocontrol.
Dinamarca se hundía una y otra vez en el estrecho interior de Suecia, apoyándose en ocasiones en la mesa a ambos lados de su cuerpo o sujetándole la cintura cubierta de las marcas de sus uñas y dedos. La espalda pálida que tenia debajo, surcada por incontables cicatrices, estaba enrojecida por los mordiscos que le había propinado momentos antes, mientras el otro aún se resistía.
Ahora, con el pecho recargado en la mesa al igual que su frente, mientras tenía los brazos dolorosamente retorcidos a la espalda con su propio uniforme, estaba inmóvil.
-Si quieres una razón para sentirse vivo... -habló con voz quebrada el danés ante el silencio asfixiante de la sala-. Si necesitas una razón, entonces vive para matarme...
El sueco abrió los ojos ante aquellas palabras. Un fuerte dolor de cabeza le amenazaba con perder la consciencia, pero al parecer aún le quedaba orgullo suficiente como para resistir.
-No te lo creas tanto... -su voz también sonó ronca, como si no hubiese hablado en años-. No eres el centro de mi vida... -se retuvo un gruñido ante en envite que le propinó el otro.
-¡Pues elije cualquier otra razón! -gritó, parándose al embestirle una vez mas- Ya sea por mi, o por Finlandia, o cualquier otra cosa. ¡Olvídate de una vez de la absurda idea de que vas a desaparecer sin mas!
-Que te importará a ti...
Ante aquella frase, Dinamarca no respondió. Tampoco dio signos de volver a moverse, aunque Suecia sentía perfectamente su cuerpo acoplado al suyo. Giró la cabeza a un lado, elevando la frente de la mesa para lanzarle una mirada por el rabillo del ojo. Lo que alcanzó a ver fue inmediatamente interrumpido por la mano de Dinamarca, que volvió a empujarle contra la superficie de madera, tapándole parte de la cara.
-Quiero que vivas,
Sverige -Pronunció con voz casi nasal-. Quiero... Quiero que vivas por mi. ¿Que pasa si quiero eso? ¡Me da igual lo que pienses! -las lágrimas habían acabado por ceder ante la gran pelota de su garganta, cayendo en cascada por sus mejillas- ¿Por que tienes que desaparecer? ¡No te consiento que me dejes!
Se inclinó hacia delante, pasando las manos bajo su pecho y sus hombros en un abrazo. Sabía que no tendría que estar mostrándose débil, que tenía que apelar a los sentidos del sueco y desafiarle, hacerle hervir la sangre de tal forma que tuviera el objetivo marcado de perseguirle eternamente.
Pero también sabia que él no le seguiría...
Sabía que él le detestaba...
Sabía todo eso.
-Olvídalo... -susurró, apartándose y volviendo a su tarea principal de humillación-sumisión -Si mueres despídete de tus tierras, me las quedaré yo. Todo lo que fuiste “tu” tiempo atrás me pertenecerá. Serás mío.
-¿Como dices...? -gruñó con voz fría, mientras le lanzaba una mirada de desprecio. Acto que lo costó otro golpe sobre la mesa.
-Ya no tienes derecho a decir nada... -jadeó el danés, moviendo las caderas contra las del sueco con mas violencia que antes, entrecerrando los ojos ante en inevitable placer físico que estaba sintiendo-. Ya no eres nadie. Húndete tu solo en tus propias desgracias si quieres...
Dejó de hablar, dedicándose por completo a lo que estaba haciendo. Le resultaba increíblemente duro tener que echarle las cosas en cara. Poco a poco la sala solo hizo eco a los gemidos de Dinamarca y las maldiciones y gruñidos de Suecia, que forcejeaba cuando tenía oportunidad de hacerlo. Sus pantalones cayeron al suelo con un ruido sordo tras deslizarse por sus piernas ante el incremento del ritmo, donde el Rey Nórdico clavaba las uñas en su espalda antes de descargar su orgasmo en su interior, arqueando la espalda y emitiendo un gruñido entre dientes.
Su expresión desolada y completamente abatida observó el techo alto en forma de bóveda de la sala.
VI
No es que estuviera esperando un milagro.
Había tomado por la fuerza al que consideraba su familia con la esperanza de que recapacitara y tomara consciencia de su propia existencia, aunque fuera una existencia dedicada a perseguirle para vengarse.
Dinamarca no pudo evitar pensar que todo lo que había acontecido hacía ya dos días no había sido mas que una excusa para dar rienda suelta a sus deseos mas ocultos. Tras sentir el contacto de la piel de Berwald contra la suya propia, o el calor que emanaba su cuerpo no podía evitar que el suyo reaccionase, teniendo que volver a descargarse en la soledad de su habitación. Pero aquello no le servía para sentirse mejor.
No sabía que mas hacer para terminar con todo aquello. Se sentía frustrado como nunca, incapaz de asistir a la reunión organizada para finalizar cualquier papeleo pendiente respecto a la “renovación Sueca”.
-¿Estás seguro de no querer venir? -le había preguntado uno de sus superiores antes de subirse a uno de los lujosos mercedes que esperaban tras salir del palacio de Christiansborg- Las provincias escandinavas en las que se convertirá Suecia serán en parte responsabilidad de Dinamarca. Al ser los únicos que no compartimos fronteras nos han puesto como país de apoyo. ¿No es lo que siempre has querido ver?
Pensándolo, era verdad. Siempre quiso que Suecia fuera suyo, aunque con el paso del tiempo hubiera cambiado el modo en el que quería que lo fuera. Había cometido el error de no sincerarse del todo hace dos días...
Los cascotes de dos caballos le sacaron de su ensimismamiento, seguido de las sonoras voces de los policías montados. La guardia real, que custodiaba parte del edificio le pasaron con su peculiar formación, alzando los fusiles M16 ante todo aquel tumulto.
Dinamarca se echó el hacha al hombro, caminando hacia el semicírculo que habían creado los hombres uniformados para cumplir con parte de su trabajo.
-No ha venido.
-Era de vital importancia para los presentes que asistiera a esta última reunión. Aunque no le culpo -el ministro, Göran Persson, hablaba con su secretario en voz baja en pié frente a la tribuna principal de las naciones unidas. Su lugar entre los demás países estaba completamente vacío. Los últimos representantes ocupaban sus asientos, mientras el Presidente de Estados Unidos daba comienzo con la reunión.
Cuando Persson tuvo la palabra, colocó con un golpecito sus informes y se acercó al micro.
-Como ya se sabe, esta reunión se ha llevado a cabo con motivo de la aprobación para la disolución del Reino Sueco -carraspeó-. Se ha acordado que el mando de las nuevas provincias corra a cargo de los representantes de las veintiún provincias administrativas, así como de un alcalde para llevar la palabra del pueblo.
Se interrumpió y miró a sus oyentes, que murmuraban ante el primer punto del día. Persson se pasó la lengua por los labios y cogió aire.
-Dinamarca se ha ofrecido como País representante, y tras la votación se ha aceptado el acuerdo. Así mismo recordar que la completa neutralidad de Suecia se sigue manteniendo en las provincias que emergerán de él.
La disolución de un país por voluntad propia era algo digno de verse. Y muchos de los presentes vieron en ello un trozo de tierra mas que poder conquistar.
-¡No disparéis!
Muchos curiosos se habían detenido a mirar, desde la distancia, el revuelo que había frente al palacio. Ante el grito del danés, uno de los caballos retrocedió, siendo controlado por el hombre que tenía encima mediante tirones de riendas.
La guardia real apuntaba, todos a una a la supuesta amenaza que había aparecido, armada con una lanza, frente al edificio, amenazando claramente al País. Tras haber ignorado los dos primeros avisos de depositar las armas en el suelo y entregarse pacíficamente, continuó donde mismo estaba, mientras Dinamarca lo enfrentaba, sin creerse aún que lo tenía delante.
-¿Por que has venido aquí,
Sverige? -torció la boca en una sonrisa, a pesar de que no tenía ganas de reírse- ¿No deberías estar lamiendo los zapatos de alguien para rogarle que no te desaparezca del mapa?
Berwald no dijo nada. Solo se quedó en su sitio, vestido con ropa de ciudadano común mientras le miraba, desafiante como siempre.
-Me gustan esos ojos -dijo, desbotonándose la larga gabardina para quitársela y tirarla un lado, cogiendo el hacha con las dos manos- ¿Vienes a que te mate? Admítelo, solo estar conmigo te hace sentir vivo...
El sueco levantó la lanza, y fue cuando incluso la policía montada sacó de las carcasas sus pistolas reglamentarias para apuntarle.
-¡Que nadie dispare! -miró en derredor antes de volver la vista al frente- Que nadie interrumpa este momento...
Berwald afirmó su lanza antes pretender correr hacia el. No pudo dar dos pasos antes de que la bala le alcanzase la pierna, atravesándola y haciéndole caer de rodillas al suelo con un quejido de dolor.
-¡Alto el fuego! -gritó, furioso, Dinamarca, mirando a la guardia real, que formaba un perfecto y mortal muro ante la amenaza que se les presentaba- ¡He dicho que no disparéis!
Volvió a mirar al otro, que aún sangrando y mascullando entre dientes, clavó la punta de la lanza en el suelo y la utilizó de apoyo para levantarse. La mirada correspondiente a un vikingo salvaje adornaba en todo su esplendor su rostro.
-Te demostraré que incluso a las puertas de la muerte... soy capaz de vencerte -dijo entre gruñidos, apoyando al pierna en el suelo para hacer un segundo intento de embestir contra su némesis, dejando un reguero de sangre a su espalda.
-¡Espera, Berwa-...! -el sonido de un nuevo disparo opacó sus palabras un momento antes de que el mencionado se arqueara de dolor ante un nuevo balazo en el hombro- ¡¡Berwald!!
Jadeó, apoyándose en su desgastada lanza, mirándola, sin estar dispuesto a darle aquel último uso. Se levantaría, se sostendría por si mismo y cumpliría su última voluntad.
-Tu... -la voz que le dedicó a Dinamarca, que se había acercado para prestarle ayuda, era descompasada, como si pretendiese ocultar su dolor-. No te atrevas a tocarme... No sabes hasta que punto te odio.
Dinamarca le miró, frunciendo las cejas y apretando los labios ante el efecto de aquellas palabras. Sin embargo, no dijo nada.
-¿A quien llamas “vulgar perro”... que hace lo que dicen los demás? -se quedó sin voz- Tu, que mataste sin motivo a mi gente... A mis nobles y has mancillado mi propio orgullo... Maldito, no sabes cuanto te...
Tosió, dándole un manotazo para alejarle. Dinamarca frunció las cejas y se mordió el labio interiormente, aceptando todas y cada una de sus culpas.
-Me da asco el solo mirarte... -siguió el otro, viendo como la sangre le manchaba la ropa-. Te detesto. Por eso me encargaré de hacer que no me olvides jamás...
Ante aquello, el danés se sorprendió.
-¿Berwald...?
-Grabaré mi existencia en ti por la fuerza -levantó una mirada tan intensa que incluso Dinamarca hizo un ademán de alejarse- ¿¡Me estás oyendo, bastardo!? -estalló en toses de nuevo, notando borrosa la vista unos instantes- Haré que lleves a cuestas todo el dolor de un País...
-¡Señor, apártese!
-¡No abráis fuego! -repitió.
-No puedo acatar esa orden.
-¡¡No se os ocurra disparar!!
-¡Le ruego que se aparte, Señor!
Ante los gritos del policía y el danés, Berwald desclavó la lanza del suelo al tiempo que sujetaba la pechera de la camisa del que tenía delante, dispuesto a atravesarle de un golpe certero el cuello. O al menos eso es lo que le pareció a los guardias que, ignorando las advertencias, dispararon contra el que sin duda se había vuelto el enemigo.
-¡No! ¡¡Quietos!! -la voz de Dinamarca no pudo superar al estallido de las detonaciones. El tintinear de los cartuchos vacíos al caer al suelo fue lo que se oyó tras la lluvia de balas calculada al milímetro.
El cuerpo de Suecia, el cual había recibido siete certeros aciertos en el pecho, costado y cabeza se tambaleó, cubierto de sangre, antes de caer hacia delante, cediendo ante el peso muerto de sus rodillas. Dinamarca cerró los brazos en torno a el, consternado, acompañándolo en su camino al suelo.
Se hizo el silencio, mientras el danés se quedaba pálido y con los ojos claros muy abiertos. El corazón le golpeaba dolorosamente el pecho y el cuerpo le temblaba mientras, de rodillas, sujetaba el cadáver del hombre que había estado siguiendo por siglos.
Cuando fue verdaderamente consciente de ello, le apretó contra su pecho, lanzando un grito ronco y estremecedor, mientras el charco de sangre se extendía por el suelo de piedra de la calle.
-Gracias por todo. Se levanta la sesión -finalizó la reunión, mientras algunos lanzaban una última mirada a un lugar que no volvería a ocupar nadie.
V
La bandera azul con la cruz amarilla solo podía verse ondear en aquel lugar. Bajo ella, un lecho de flores color naranja, que se movían con la brisa fría de aquella mañana.
Dinamarca se había hecho con los derechos de la antigua Suecia gracias a la unión que les proporcionaba el punte Oresund, que conectaba la capital danesa Copenhague y Malmö, una ciudad Sueca. A pesar de que se trataba de provincias de ámbito independiente mas allá de los territorios escandinavos, poco después obtuvo el sobrenombre de “Dinamarca Norte”. La bandera que ahora se exponía en aquel viejo territorio era una mezcla de dos países que tiempo atrás no se podían ni ver.
-Si vieras lo que han hecho -murmuró-. Te entrarían ganas de quemarla, seguro.
Dinamarca sonrió como un niño travieso, girando el cuerpo, que encaraba un brillante lago, hacia el gran árbol donde la bandera original Sueca ondeaba amarrada de una de las ramas mas altas.
Aquel lugar, alejado del ruido e inundado del olor de las flores le hacía sentirse tranquilo. El pequeño lago, casi conectado al mar por muy poco, describió ondas en el agua ante el viento.
-Esperaré el paso de los siglos con impaciencia hasta que reaparezcas -habló, desde su posición, al gran roble que tenía detrás-. Como si pudiera olvidar una existencia como la tuya,
Sverige.
-Oye, ¿que haces ahí todavía? -La voz de Noruega le llegó desde lo alto de aquella pequeña pendiente. Islandia se asomó también, manteniendo su habitual expresión de aburrimiento- Muévete, tenemos que ir a buscar a Finlandia.
-¡Que frío eres con tu hermano mayor! -mostró una fingida expresión dolida mientras levantaba el puño, dándole la espalda al lago-. ¡Puedes fingir que me quieres, al menos!
-Es que no puedo ni fingirlo -fue la respuesta-. Andando o nos iremos sin ti.
Cumplió el ultimátum mientras desaparecía al otro lado de la pendiente junto con Islandia, que llevaba en la cabeza al frailecillo.
-¡Eh, esperad! -se dio prisa en ir a recoger el hacha que había dejado apoyada en el tronco del árbol, cargándola al hombro y alzando la vista hacia la bandera- Soy un poco idiota, así que la próxima vez recuerdame que te lo diga, ¿vale?
Acarició la superficie rugosa antes de salir corriendo a alcanzar a sus hermanos. El viento frío dio un empujón a las ramas del árbol, llevándose por los aires parte de las hojas superiores.
En las faldas del tronco, a una altura pensada para que pudiera llegar fácilmente alguien de poca estatura, había una inscripción torpe dividida en tres partes lo suficientemente clara como para que pudiese leerse.
“ Jeg elsker dig “-------------------------
·Jeg elsker dig - "Te amo"·Denne gang vil jeg dræbe dig, Sverige!! - "¡Esta vez te mataré, Suecia!"
·Vis dig selv! - "¡Da la cara!"·Min herre - "Mi señor".·Nej - "No".El palacio de Christiansborg, en el centro de Copenhague,es la sede del Parlamento danés, el Folketing.-------------------------